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viernes, julio 23, 2021

Apuntes para un análisis sobre la historia de la violencia y la paz en Quinchía Colombia (Cierre)

 PROPUESTAS,  con el foco de la Historia: LA PAZ…ES POSIBLE…

 La historia nos sirve para ver las cadenas fenoménicas… El final de las guerrillas, de las guerrillas de los Mil Días, de las Guerrillas de Venganza, de las Guerrillas del EPL, de las Guerrillas de la disidencia, la hija del EPL (de los Paras), obedece, en una constante, a varios factores, que van desde la actitud misma de los combatientes y especialmente de los mandos, de apostarle a procesos de paz, de apostarle a los indultos y amnistías, pasando por el cansancio mismo de las comunidades frente a su actividad hasta la desmovilización de sus miembros, por su reinserción, ayer con el impulso de obras por las que se les pagaba, luego por auxilios económicos…Empero, la experticia, el conocimiento, la cultura, las experiencias de resistencia, de defenderse por las armas, violentamente, los imaginarios, han quedado en la psiquis colectiva y se mantienen por años; a veces con posibles encadenamientos biológicos (Venganza-EPL-Disidencia) pero especialmente por cadenas orales, de tradición oral, de orgullo por el pasado (1.000 días-Venganza- EPL-Disidencia) …es esto un factor clave para entender la dinámica

 

Otro factor que subyace como concatenante, que tal vez es el eje tensionante mayor, es el que, como en la mayoría absoluta de los pequeños municipios de Colombia, América Latina y el tercer mundo, es el que se relaciona con la tierra: Ni el resguardo aclimató la paz, ni la consolidación del minifundio lo hizo, ni mucho menos lo hará en las actuales condiciones la extensión del microfundio o la disputa en torno al subsuelo que se avecina…hay, además, una tradición de propiedad, y una tradición de abordaje de la agri-cultura, que potencia la paulatina pauperización del campesinado quinchieño…

 

Es sobre estos dos vértices, donde en los 50’s, en los 70’s, en los 90’s, y muy seguramente en el presente, las guerrillas de izquierda continúan su desarrollo, su evolución  en el resto del país y en cierto momento, colocan sus ojos sobre el municipio, sobre su “fama” y mas que esto -cultural si se quiere- sobre la situación socio económica en que viven…estos si entienden que el mito caldense no es generalizable, como lo parafraseaba un editorial reseñado de La Patria en los 60s…así grupos foráneos, actores exógenos, pretenderán desarrollar respuestas armadas y han encontrado acogida, tal vez no al nivel anterior, pero podrán seguirla encontrando, y tal vez, pasen décadas -1.000 días-Venganza: 1903-1953- o pasen lustros –Venganza-Epl: 1961-1982- o pasen días –Epl=Disidencia- o no haya necesidad de que pase tiempo: las FARC hace mucho están en el municipio…pero seguirán, entonces, encontrando personas y familias que los acogen…Porque, lo que está claro es que los guerrilleros a los que le hicimos el seguimiento son de Quinchía, inclusive sus dirigentes son de Quinchía: Venganza lo era, Leyton lo era, los de la suburbana del Epl lo eran…y en el pueblo lo saben…no lo niegan he inclusive muchos se sienten orgullosos de ello…

 

Así entonces, parados en esos dos ejes explicativos que no desconocen la multi explicación, sino que buscan liarla…las palabras finales de este texto, se preguntan, Cual es el camino para la paz actual…?... lo primero es entender que la paz es posible…que de hecho, hubo una paz relativa entre 1903 y 1946, que hubo otra paz relativa entre  principios de los 60’s y comienzos de los 80’s…es decir, que del siglo pasado, fácilmente los quinchieños y quinchieñas vivieron en relativa paz por 60 de los 100 años…el reto está en consolidar “una” paz…o llegar a ella, pues no creo que la tengan hoy, o que la puedan tener en el futuro en la medida que el conflicto armado persiste, en la medida en que las FARC consolidarán su presencia en el municipio…

 

Es aquí donde volvemos a la relación micro y macro mundo…en lo macro, la experiencia de las primeras décadas del siglo XX demostró que el camino para la paz podía ser la derrota definitiva del adversario en los campos de batalla –y en la persecución posterior de los derrotados…- lo cual permitió consolidar una pax romana –donde los ganadores daban dadivas a los vencidos-; esa paz y esa guerra, es una paz y una guerra hecha por las élites, entre las élites, donde el pueblo el populo juega un papel absolutamente secundario, de dependencia de las elites vencidas o de las elites vencedoras…dicha dependencia, en un ambiente posterior de paz, no se quiebra, por el contrario se fermenta y es clave para entender la paz relativa en que se vive en esos años –alterada coyunturalmente por conflictos personales, locales o regionales asociados a la tierra, o por la aparición de pequeñas fuerzas y escasos líderes de izquierda- …y llegará hasta el conflicto bipartidista por el control del estado –y las tierras de los vencidos- de los 50s…

 

Ese tipo de paz, es pues hoy, difícil de conseguir en la Colombia del siglo XXI donde la relación entre las élites y los subalternos se ha roto desde hace décadas…relaciòn rota bien confrontacionalmente, bien bajo formas “no abiertas” pero existentes…

 

La paz relativa posterior, la paz de los 60’s, 70’s, es una paz que se logra a partir de un contexto nacional proclive a la misma; es una paz donde si bien no hay una derrota militar como tal –pues no es una guerra civil abierta y generalizada- si implica el sojuzgamiento al poder militar del estado –más que al estado mismo- es una paz donde la acción represiva del estado juega un papel claro, así como el entorno socio cultural creado desde éste de rechazo a las formas bandoleriles “injustificadas” tras la llegada del frente nacional…es una paz que, aparentemente, destruye su causa, o su excusa original: la disputa entre liberales y conservadores…

 

Tampoco es posible este tipo de paz hoy en día…no son los conflictos actuales de Colombia enmascarados detrás de disputas partidistas…los conflictos actuales no tienen mascara…hasta comienzos de los 90’s se tornaron en “Clasistas”…ya no partidarios…hoy pueden recibir otro nombre, pero, definitivamente escapan a la orbita de unos partidos –en general, y en especial los tres tradicionales- en abierta crisis…

 

De hecho en ambas pazes el eje socioeconómico de miseria y pobreza persiste, empero, las agudizaciones violentas, no se han relacionado con el mismo…no fueron las guerrillas de los 1.000 días, ni las de Venganzas, unas abanderadas de el problema de la tierra o cosa parecida…por ende, la paz relativa posterior, en casi nada se relaciono con la misma, empero, ese eje persistió y estuvo allí como un tensionante social un permanente generador de frustraciones que encontró salida –sicológica, cultural, ética, etc si se quiere- en tales expresiones violentas…ello sin olvidar el beneficio obtenido por algunos directamente de tales violencias: no combatientes y combatientes…

 

Después de esos años, de esas dos pazes relativas, en el municipio no se ha alcanzado otra…ni siquiera la desmovilización de la mayoría de la guerrilla suburbana del EPL lo logró…pues persistió la disidencia…tampoco lo logrará el aniquilamiento de ésta, pues persisten las FARC…y rondan los paramilitares o las “Águilas Negras”…pero especialmente las FARC…las que hacen presencia, como lo detallamos en el texto, hace más de 20 años, y se han consolidado en la última década…lo primero que salta entonces a la vista es que sólo una negociación, especialmente con este grupo, con el que el estado colombiano se encuentra en empate militar negativo hace muchos años, aún al iniciar Uribe II, podría reducir los factores exógenos, los factores del macro mundo que rodean a Quinchía…tal vez la salida, definitivamente, para consolidar el siglo XXI sea una nueva Asamblea Nacional Constituyente …tal vez ello logre que no haya, tal como sucedió durante 60 de los últimos años, guerrillas o similares llegando y pasando por sus veredas; desarrollándose  y ejerciendo violencia…

 

¿Pero y los factores endógenos? El problema crucial del minifundio?…del microfundio?…al cual se suma ahora la disputa por el subsuelo?...o, la potenciación colectiva de ese subsuelo?...en una situación que seguramente sucede en otros municipios colombianos?… esa es una pregunta descomunal…pues es una pregunta que implica un enorme esfuerzo económico a corto, mediano y largo plazo[1]…un esfuerzo que requeriría una acción mancomunada del sector publico y privado, en los niveles locales, nacionales e, incluso, internacionales…por ello, la mejor noticia que recibí el año anterior, en pleno proceso de construcción  de este texto fue que los quinchieños y quinchieñas han comenzado a construir el instrumento para abordar tal problemática endógena, el instrumento para canalizar tan formidable y descomunal esfuerzo, en el que pido desde mi espíritu, a las fuerzas de universo que los acompañen hacia la paz integral, hacia la paz con democracia y justicia social que se merecen; ese instrumento es su propia Asamblea Municipal Constituyente…

 

Foto tomada en la calle principal de Quinchía, a fines del 2006.

 Pereira (Bogota) viernes, 09 de febrero de 2007; Tabio, Lunes, 16 de abril de 2007

(resaltados y negrillas fuera del texto)

El texto completo,  en sus dos partes, dando click aquí


Resumen






[1] Ya lo escribí en el introductoria y lo reitero aquì: “para cualquier estrategia integral que  se emprenda, pensado más en el largo y en el mediano que en el corto plazo es necesario pensar en la necesidad de reconocer estos componentes sociales, si se quiere estructurales, ya que olvidarlos sería, como se ha hecho hasta el presente, privilegiar el papel represivo, creyendo que todo se arregla como lo cuestiona Camacho Guizado “dando cuenta de las clases peligrosas” y si se quiere facilitando las “limpiezas sociales” al olvidar este componente…”

viernes, julio 24, 2020

CARTA DE PEREIRANOS POR LA PAZ AL PRESIDENTE ANDRÉS PASTRANA (2000) LAS OTRAS VIOLENCIAS LA OTRA PAZ

Pereira, Martes 30 de Mayo de 2000

Doctor
ANDRÉS PASTRANA ARANGO
Presidente de la República.

Reciba un cordial saludo.

La importancia dada por usted al tema de la construcción de la paz es seguida con suma atención por esta iniciativa ciudadana. Somos conscientes de que la construcción de la paz requiere espacios integrales que se fundamentan en situaciones tales como el impacto y el porcentaje que la violencia urbana alcanza en los items nacionales.

Nuestra ciudad hace parte de dicha problemática, tan sólo el año anterior, para únicamente tomar el índice de homicidios y según estadísticas de una investigación histórica en curso y de la misma policía nacional: 477 PERSONAS FUERON ASESINADAS y 82 perecieron en accidentes de transito. Estas cifras de por si concluyen el carácter atípico del comportamiento de la ciudad, lo cual requiere, sin duda alguna, una intervención especial

Señor Presidente, Pereiranos por la Paz desde el inició de sus actividades tiene claro que la violencia es un fenómeno complejo y multifasético cuyas causas y consecuencias interrelacionadas implican un enfoque multisectorial, integrado y participativo para el diseño de intervenciones. Es por esto que por medio de la presente nos permitimos solicitarle muy amablemente el que usted oriente poner en marcha las áreas pertinentes de su Estrategia Nacional para la Convivencia y la Seguridad Ciudadana en Pereira (y su área metropolitana).

1.Buen Ciudadano
2.Sistema de Información
3.Policia para la Convivencia
4.Por un país sin secuestro
5.El ciudadano y la justicia
6. Seguridad Privada y fundamentalmente
7. Derecho a la vida

De manera concreta solicitamos que la ciudad de Pereira sea escogida para desarrollar una experiencia piloto integral en el tratamiento de las situaciones de violencia tanto en su fase preventiva como correctiva, aprovechando entre otros, los esfuerzos que la sociedad civil de nuestra ciudad esta haciendo así como nuestro compromiso institucional y personal.

Señor presidente, si usted lo considera pertinente, estamos dispuestos a exponerle personalmente el fundamento de la presente solicitud.

De usted,

Atentamente:

Mesa Directiva Pereiranos por la Paz



Ciudadanos Miembros
Por las Iglesias:

FABIO SUESCUN MUTIS
Obispo Diócesis de Pereira
Presidente Pereiranos por la Paz

Por los Empresarios:

 

CÉSAR CASTILLO

FERNANDO VALLEJO

MAURIER VALENCIA

 

P.te Comité Intergremial

P.te Cámara de Comercio

Director COMFAMILIAR

Por los Medios:

 

FABIO CASTAÑO MOLINA

JAVIER I. RAMIREZ M.

URIEL HURTADO M.

 

Director Club de Prensa

Director EL Diario

Director La Tarde

Por el Estado:

 

LUIS ALBERTO DUQUE TORRES

ISRAEL LONDOÑO

JHON JAIRO SANTA

 

Alcalde de Pereira

Concejal

Concejal

Por la Academia:

LUIS ENRIQUE ARANGO JIMENEZ
Rector Universidad Tecnológica de Pereira

Por las Comunidades:

 

EVELIO VARELA

PAULINA IVONNE GIRALDO

 

Pre. UTRAR-CUT

Pre. Juntas Administradoras Locales

Coordinación Permanente

ORLANDO PARRA

 


lunes, julio 25, 2016

#desmovilización #reincidencia #Violencia #Postconflcto #reintegración

 | 2016/07/23 00:00  en http://www.semana.com/nacion/articulo/posconflicto-enzo-nussio-habla-de-excombatientes-que-reinciden/482977 

“¿Por qué tantos excombatientes han recaído en el crimen?”: Enzo Nussio

El experto en paz de la universidad ETH de Zúrich acaba de publicar, junto a Oliver Kaplan, de la Universidad de Denver, uno de los estudios más completos sobre reincidencia de excombatientes en Colombia.
 Enzo Nussio investigó por seis años en la Universidad Nacional y la Universidad de los Andes. Tiene un libro sobre reintegración de excombatientes y más de diez artículos científicos sobre el tema.
SEMANA: Entre 2003 y 2012, en Colombia se desmovilizaron 55.000 combatientes de grupos ilegales. ¿Cuántos recayeron?
ENZO NUSSIO: Las cifras oficiales muestran que 20 por ciento había reincidido hasta 2012. Cálculos más recientes de la Fundación Ideas para la Paz indican que hasta 2014 la tasa se elevó a 24 por ciento. Esta última ha vuelto a aumentar, y en la realidad debe ser más alta dado el subregistro.
SEMANA: Eso quiere decir que uno de cada cuatro excombatientes ha reincidido…
E.N.: Sí. Pero, a la vez, significa que la gran mayoría ha permanecido en la legalidad.
SEMANA: Desde los años ochenta hasta hoy ha habido 60 procesos de desmovilización, de los cuales han resultado 1 millón de excombatientes. ¿La tasa de reincidencia en Colombia es normal?
E.N.: Siempre habrá reincidencia. Pero es difícil comparar los datos de Colombia, puesto que en la mayoría de los procesos los países han sido incapaces de medir la reincidencia. Por su alto nivel de desarrollo, comparado con otros países con desmovilización, Colombia también tiene la capacidad de rastrear este fenómeno, mientras otros no. Ahora bien, por esta misma razón decir que las tasas de reincidencia en Colombia son “normales” no es posible.
SEMANA: Un resultado llamativo de su estudio es que un exparamilitar tiende más a reincidir que un guerrillero. ¿Por qué?
E.N.: Veo dos explicaciones. Una tiene que ver con la modalidad de la desmovilización. De la guerrilla, hasta ahora, solo ha habido desmovilizados individuales. La mayor parte son desertores que probablemente quisieron regresar. En cambio, los paramilitares se desmovilizaron colectivamente. Muchos respetaron la decisión de sus líderes, pero luego reincidieron.
SEMANA: ¿Cuál es la segunda explicación?
E.N.: Que los paramilitares estuvieron involucrados en actividades criminales en mayor medida que los guerrilleros. La violencia fue más esencial en la vida paramilitar, y esto requirió una disposición psicológica distinta.
SEMANA: Precisamente de ahí surge un hallazgo novedoso de su estudio: que un factor de la reincidencia es el gusto de algunas personas por la violencia. Explique.
E.N.: Hay muchas motivaciones personales que llevan a alguien a un grupo armado ilegal: el dinero, la ideología, la venganza… Pero hay una que suele ser ignorada: el gusto o la fuerte atracción que algunos sienten por la vida militar o las actividades riesgosas. A lo largo de la vida, esta atracción es en general más elevada entre los 15 y 30 años. Eso explica por qué la mayoría de quienes entran al crimen lo hacen entre esas edades. Pero en algunas personas esa característica es dominante y perdura.
SEMANA: ¿También en Colombia?
E.N.: Sí, como en cualquier otra sociedad. En Colombia lo que hallamos es que es más dada a reincidir una persona que se unió a un grupo porque encontró placer en la vida de combatiente, o porque se sintió empoderada al cargar un arma, o porque ganó reputación mediante ese grupo. En otras palabras: la atracción al estilo de vida violento puede seguir activa tras la desmovilización.
SEMANA: En vista de lo que se viene con las Farc, la conclusión de que hay rasgos personales difíciles de cambiar podría justificar el pesimismo de algunos sectores.
E.N.: Hablamos de una minoría. Son pocos los excombatientes que han demostrado tener ese rasgo de personalidad de manera dominante. Entonces no creo que el problema sea tan grave. Pero sí significa que aquellos que lo tienen serán difíciles de manejar.
SEMANA: Otros países ya han tenido que lidiar con personalidades procaces a la violencia. ¿Qué fórmulas han aplicado?
E.N.: Hay atención psicosocial, pero no creo que sirva de mucho para estos casos duros. Lo que sí se ha visto es que los años influyen y reducen esos impulsos dominantes. Con el tiempo, los humanos perdemos la atracción por el riesgo.
SEMANA: Con el tiempo también aparece la familia. ¿Qué rol tienen una compañera sentimental o los hijos en la vida de un excombatiente?
E.N.: Un rol decisivo. Hasta hoy la academia había manejado dos visiones. Por un lado se supone que la familia mantiene a un excombatiente fuera del delito. Pero, por otro lado, algunos insisten en que la familia puede empujar a un excombatiente a volver al delito. En nuestro estudio concluimos, con una base estadística sólida, que la primera teoría es la que más corresponde a la realidad. En Colombia, la familia ha sido un ancla que ha logrado reducir la reincidencia.
SEMANA: Hasta 2012, más de 3.000 desmovilizados fueron asesinados. ¿Qué expresa esa cifra?
E.N.: Es un número demasiado grande. Y lo triste es que quien piense que ‘eso fue por algo’ puede llegar a tener razón. Gran parte de los homicidios se han producido porque los propios excombatientes reincidieron y terminaron en actividades ilegales.
SEMANA: Los esfuerzos por la desmovilización en Colombia llevan más de una década. Si lo compara con Bosnia, Sudáfrica, Filipinas, Congo y Afganistán, ¿cómo ve al país?
E.N.: Las Naciones Unidas definen la reintegración como un proceso primordialmente económico y social. En ese sentido, tras diez años, el aprendizaje debe ser grande porque la experiencia no ha sido ideal. Tomemos el proceso con las AUC, el más importante en el país. Hubo mucha improvisación, pues se desmovilizaron 30.000 paramilitares y nadie, salvo Medellín, estaba preparado. Además, terminó cuestionado por cuenta de falsos desmovilizados, de armas escondidas y del surgimiento de nuevas estructuras.
SEMANA: ¿Qué balance hace de la Agencia Colombiana de Reintegración (ACR), que nació precisamente hace diez años?
E.N.: La experiencia ha permitido aprendizajes, y por eso hoy la ACR es uno de los programas de reintegración más desarrollados del mundo. Además, es un logro haber podido ejecutarlo en medio del conflicto. Sobre todo con la seguridad democrática de Uribe, que lo mantuvo aislado de políticas de construcción de paz. Las cosas han mejorado, pero falta. Falta integrar mejor a la ACR en un plan más amplio de construcción de paz que abarque todas las instituciones relevantes para este tema.
SEMANA: Más allá de la ACR, ¿dónde más ha fallado el Estado para evitar la reincidencia?
E.N.: Un programa de reintegración no lo puede todo. Hay demasiados factores difíciles de manipular. Es tan difícil manipular una personalidad, como lo es cambiar las estructuras del Estado. Hay que entender la lógica de la reintegración teniendo en cuenta cuánto influye en ella lo que sucede en el país. En un contexto de crimen generalizado como el colombiano hay que saber que, pase lo que pase, por ahora siempre habrá oportunidades para que un excombatiente recaiga en el crimen. Repito: Colombia necesita políticas de reintegración que vayan de la mano con los esfuerzos por construir la paz.
SEMANA: Ahora que se viene la implementación de los acuerdos con las Farc, ¿qué lecciones hay que aplicar para reducir la reincidencia?
E.N.: Lo primero es ser realistas, no tener expectativas demasiado altas y saber que así como habrá disidencias, también habrá reincidencias. Este es un llamado al realismo. Y lo segundo, y quizá más importante, es que hay que ser conscientes de que no le podemos pedir milagros a un programa de reintegración. Un programa de estos debe ser parte de un andamiaje más grande que permita materializar la paz. Eso fue justamente lo que no se dio en el pasado y no hizo favorable el proceso con AUC.
SEMANA: ¿Ve a las Farc preparadas?
E.N.: Podemos ser un poco optimistas, pues las condiciones serán mejores, y la guerrilla estará más interesada en contribuir a la reintegración. Además, la participación política puede ser un factor de anclaje adicional que no existió en el caso de las AUC.
SEMANA: Usted vivió seis años en Colombia e investigó en la Universidad Nacional y la Universidad de los Andes. ¿Cómo ve la investigación académica de cara al posconflicto?
E.N.: En Colombia hay un nivel muy alto. Pero falta salir de la mera crítica y acompañar más lo que el Estado pone en práctica. También siento que se necesita una visión comparada. Por último, diría que podría haber más colaboración entre profesores e investigadores, lo cual es difícil dada la estructura fragmentada de la educación superior. Esto no siempre le permite al conocimiento fluir como debería.