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Cuando él se dio cuenta de que los curas lo que hacían era explotar al pueblo, en lugar de ayudarlo... con grandes fundos y que la gente del pueblo no podía tener ni siquiera, aunque tuvieran unas gallinitas, ni siquiera podían comerse un huevo, porque tenían que ir a pagar a los curas, para que le hicieran la misa al difunto, como le dicen allá, porque si no se condenaba el difunto... entonces no comían. Y los niños chiquitos trabajando y muriéndose de hambre. Era al punto en que ni siquiera los enterraban. A los chiquitos los votaban a los potreros... muertos, porque no los podían enterrar... no tenían con qué... de modo que... él no entraba por esas cosas.
Porque la religión católica estaba dañando lo que Cristo hizo. Si estaba representando al primer revolucionario del mundo, a un niño que nació en Belén, que andaba descalzo, que se llevó a sus pescadores con él... que predicaba la caridad, que predicaba todo eso... ¿por qué los curas, entonces, hacían otra cosa diferente? Debían haber seguido los pasos de Cristo, y por eso él, resolvió seguir los pasos de Cristo.
A Camilo lo vi por última vez en octubre [de 1965]. Esa noche me dijo él, a la hora de la comida: “mamita, esta noche no vengo a quedarme aquí”. A mí no me pareció raro y el corazón no me avisó... dicen que el corazón de una madre avisa... no me avisó nada. Como siempre, cuando él se iba, me daba a mí la bendición y un beso... y yo también le daba un beso y la bendición; siempre que salía él de casa o que nos íbamos a acostar, nos despedíamos así; entonces, yo me despedí de él y... ya no lo volví a ver. Fue cuando empezaron a llamar, a preguntarme por él; a preguntar dónde estaba Camilo y como yo no sabía; yo creí que Camilo se había ido a descansar, porque estaba muy fatigado.
Cuando empezaron a amenazarme con anónimos... que me iban a matar... porque si me mataban, Camilo aparecía. Entonces, recibí un papelito de él, en el que me dice: “yo estoy bien, pero para tu tranquilidad y la mía, debes salir inmediatamente del país, debes salir de incógnita. Los amigos te buscarán todas las conexiones”. Y entonces eso lo recibí el último día de octubre. Y el dos de noviembre, salí de incógnita, salí para París. Y llegué y me encontré sin ninguna conexión. Esto fue terrible; porque no tenía conexión ninguna ni sabía nada ni de Camilo ni de nada. Entonces, yo supe después que Camilo lo que quería era mandarme a Cuba. Pero lo supe después de muerto Camilo... que la idea de él era mandarme a Cuba; que si me lo hubieran dicho... yo hablo francés, hubiera llegado y me hago conducir en París a la Embajada de Cuba y hubiera recibido la noticia de la muerte de Camilo aquí... hubiera sido muy diferente de como tuve que recibirla...
Fue la última vez que lo vi... hace seis años.
La vida de Camilo como guerrillero... bueno, él era muy esforzado, tenía mucha fuerza, a él le querían decir comandante y no se dejó decir nunca comandante. Dijo: “no, eso se gana, yo soy un soldado raso, como cualquiera”. Y entonces él hacía sus noches de guardia. No permitía que los que iban con él usaran linternas y, decía, “se acostumbrarán, porque las linternas nos venden”.
Una vez lo pusieron -él era muy buen cocinero en la casa-, pero un día consiguieron carne y lo pusieron a asar un poco de carne... y se le quemó la carne. Se quedaron sin carne. Entonces se fue, cogió su rifle, se fue, y mató un marrano silvestre... y se lo cargó a las espaldas. Y todos le decían: “comandante, le ayudamos a llevar...”, “no, no, yo lo llevo; les quite la carne, pero ya verán lo que les preparo”.
Y llegó con su marrano, lo peló, lo arregló y dicen que les dio un asado estupendo de marrano. Y él no dejaba que le hicieran nada, ni que le lavaran un plato ni nada, y parece que cuando iban los otros cansados, entonces él les ayudaba en cuanto podía.
Dicen que entre las raíces, de golpe se caía. “¿Se cayó comandante?”, “No, me estoy parando”... y era que se estaba cayendo. Él no quiso por nada que le dijeran comandante...eso se gana.
Luego, parece que fue un denuncio, una emboscada que le hicieron. Sabían dónde estaba, y le hicieron la emboscada. Lo vendieron, lo traicionaron. Por eso lo cogieron; sino, tal vez no lo hubieran matado. Y como no quiso ir a la retaguardia -porque Fabio quiso que fuera a la retaguardia-, y él le dijo: “no, yo voy a la vanguardia, porque yo soy un soldado raso, voy a la vanguardia...y para que no vaya a la vanguardia, o me tienes que amarrar, o me tienes que matar”, le dijo a Fabio, “pero yo me voy a la vanguardia”... claro, fue el primero que cayó, cayeron cinco, y entre los cinco cayó Camilo.
Nadie sabe cómo, al fin y al cabo, hay tantas versiones sobre el modo en el que él cayó... algunas personas dicen que él se volvió, que había un soldado herido y que se volvió a protegerlo; a darle la absolución o alguna cosa de esas. Algunas personas dicen esto: que ese lo mató. Otras personas dicen que fue directamente que le dieron el tiro.
Lo que es verdad es que Camilo, el cadáver, no apareció, nunca ha aparecido el cadáver de Camilo. No se sabe en dónde está; porque aparecieron los cadáveres, los cinco cadáveres de los que iban adelante, aparecieron... el de Camilo no ha aparecido nunca. Por lo menos, o lo recogieron los guerrilleros, o lo recogió el ejército... eso yo no sé. Pero nunca me han entregado los restos, ni han dicho dónde está el cadáver.
Él me alcanzó a escribir, porque yo alcance a mandarle a él una carta para su cumpleaños todavía, que fue el 3 de febrero; le escribí para su cumpleaños... y alcanzó a contestarme esa carta. Y me dice que está bien, que no me preocupe, que todo va muy bien. Y luego me mandó la última Proclama, también la alcance a recibir, antes de recibir la noticia de la muerte. Pero yo estaba, ya se imaginaran, esperando constantemente, que me dieran la noticia de la muerte de él, porque era lo que él decía: “a la guerrilla se va a vencer o a morir; así es que no se va a jugar”.
Lo mataron demasiado pronto, desgraciadamente, habría podido, tal vez, hacer más... pero bueno, para mí no está muerto. Para mí -yo tengo la idea-, que ha hecho más después de muerto que estando vivo; porque ahora todo el mundo habla de él y todo el mundo se preocupa por las ideas de él... y, además, como decía yo, el cardenal mató a Camilo con un cuchillo de dos filos; con uno mató a Camilo, pero con el otro acabó con la religión católica... porque Camilo le hizo mucho mal a la religión católica.
(Fuente presumible) Entrevista de Isabel Restrepo, la madre de Camilo Torres Restrepo, el Cura guerrillero, concedida a Radio Habana, el 18 de febrero de 1972
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