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jueves, julio 09, 2020

Leccciones de Historia : Las elecciones del 2018.

Duque presidente: ¿por qué en Colombia nunca triunfó un candidato de izquierda en elecciones presidenciales?

Gustavo Petro discursoDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionGustavo Petro es uno de los favoritos para ganar la elección del 27 de mayo o pasar a la segunda vuelta.

"Vote para que Colombia no sea otra Venezuela". Ese era el mensaje que se leía en un cartel gigante en la autopista que une a Medellín con el aeropuerto José María Córdova.

Aquella valla, que también se podía ver en otras ciudades colombianas, promovía el voto por una de las candidaturas presidenciales y hacía una alusión clara a otra de ellas.

Se trataba de un mensaje a favor de la postulación de Iván Duque, candidato del partido del expresidente Álvaro Uribe y quien ganó la segunda vuelta de este domingo con el 54%.

Y atacaba al candidato que resultó derrotado, el izquierdista Gustavo Petro.

Ambos representron los dos extremos del abanico ideológico colombiano en los recientes comicios presidenciales.

Mucho antes de que se confirmaran las candidaturas, desde 2017, políticos de otros frentes se esforzaron por relacionar a Petro con el denominado "castrochavismo" y con Venezuela.

La crisis que se vive en el país vecino se convirtió en una de las armas que más se usó en todos estos meses para intentar restar votos al exguerrillero y exalcalde de Bogotá.

Duque y Petro en un debateDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa mayoría de las encuestas señalan que la elección se definirá entre Iván Duque (izquierda) y Gustavo Petro.

Todo con el fin de que en Colombia se mantenga una tendencia histórica y que un proyecto considerado de izquierda no llegue al poder en ese país.

Tradición que distingue claramente a Colombia del resto de las naciones de Sudamérica en las que, con sus diferencias y contradicciones, sí llegaron al poder presidentes izquierdistas.

¿Por qué nunca?

Los expertos consultados por BBC Mundo identifican varias razones por las que a la izquierda no le fue tan bien históricamente.

Entre ellas están lo arraigadas y cerradas que son las élites políticas en este país o el largo conflicto armado con guerrillas que sí levantaron las banderas del socialismo.

También apuntan al carácter conservador de parte de la sociedad colombiana y episodios puntuales como el asesinato de líderes considerados progresistas.

Esos motivos, sumados a otras peculiaridades de Colombia, propiciaron que en este país no se vivieran revoluciones como las de México (1910) o Bolivia (1952) y no llegaran a la presidencia líderes como el argentino Juan Domingo Perón, el chileno Salvador Allende o el venezolano Hugo Chávez, salvando las diferencias enormes entre todos ellos.

"Colombia es un país que sin duda tiene miedo a la izquierda. Toda esta campaña ha girado en torno al miedo que produce que alguien de izquierda entre al poder y directamente relacionado con que nos convirtamos en Venezuela y con el 'castrochavismo'", explicó a BBC Mundo el politólogo Nicolás Díaz-Cruz.

El experto, que es director de la organización promotora de participación democrática e innovación digital Seamos, con sede en Bogotá, añade que lo que existe detrás de esta clase de campañas es el temor de las élites a perder sus privilegios.

"Lo que está por detrás de esto es el miedo de un sector poderoso de la población que tiene enormes recursos y no quiere perder esa riqueza", afirma.

"Asesinatos quirúrgicos" y "genocidio político de la izquierda"

La democracia colombiana va de la mano con la violencia y las armas.

Así explica el escritor y ensayista Juan Álvarez cómo es posible que los mayores líderes de la izquierda colombiana nunca llegaron a sentarse en la silla presidencial.

"La democracia es muy vieja y consolidada. Nos jactamos de ello, pero lo que pasa es que hemos tenido asesinos quirúrgicos", explica a BBC Mundo el autor del libro "El insulto" (2018), sobre política colombiana.

Álvarez coloca el ejemplo de Jorge Eliécer Gaitán, quien murió por tres disparos en 1948, dando pie a una gran revuelta recordada como "el Bogotazo".

"Él iba a ser presidente y lo mataron. La primera imposición real que explica por qué no hay acceso a la izquierda en este país es porque los han ido aniquilando. Son décadas de asesinatos individuales quirúrgicos", sostiene el escritor.

Uribe con DuqueDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionÁlvaro Uribe (izquierda) fue uno de los mayores impulsores de que Venezuela sea parte de la agenda de debate en la campaña.

Al respecto, Díaz-Cruz recuerda que la acción armada atraviesa el ejercicio democrático en Colombia a tal punto que entre el año 1987 y 1989 asesinaron a líderes políticos con posiciones cercanas a la izquierda como el liberal Luis Carlos Galán y varios candidatos presidenciales de la Unión Patriótica como Bernardo Jaramillo y Jaime Pardo Lea.

"Cualquier posición de izquierda o liberal ha sido reprimida violentamente con una derecha armada y muchas veces en alianza con el Estado. Mataron tantos líderes que por eso se habla de un genocidio político de la izquierda", indica el analista.

El factor guerrilla

El conflicto armado, que todavía da coletazos en Colombia y comenzó a mediados del siglo pasado, también tiene mucho que ver con la dinámica política del país.

El escritor Juan Álvarez sostiene que aquellos intentos armados por llegar al poder estigmatizaron y neutralizaron cualquier agenda social que pueda impulsarse desde la política convencional.

"El relato del orden público fue el relato dominante en todo este tiempo. La seguridad, la violencia y los muertos fueron el discurso político mayoritario y eso impidió que una agenda social puedas impulsarse desde la democracia", señala el analista.

Álvarez añade que la alianza de las guerrillas con el narcotráfico, que permite que las primeras permanezcan en armas durante todo este tiempo, produce que el debate político colombiano se concentre fundamentalmente en lo represivo durante décadas.

Simpatizantes de las FARCDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl partido político FARC intentó sin éxito tener candidatura propia en las elecciones presidenciales.

Las elecciones presidenciales de este año, junto con las legislativas realizadas en marzo pasado, son las primeras que se realizan sin las FARC como guerrilla sino como partido político.

Pasaron de ser las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia a llamarse Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.

Aquello es señalado por varios expertos como una posibilidad de que otras agendas más relacionadas con políticas sociales y de ampliación de derechos ganen terreno en la política tradicional.

Plaza Bolívar
Image captionPetro llenó la emblemática Plaza Bolívar en su cierre de campaña.

Las dos Colombias

A la violencia política y al largo conflicto armado hay que añadirle las profundas raíces conservadoras de Colombia y lo cerradas que son sus élites.

Nicolás Díaz-Cruz, de Seamos, apunta estos elementos para comprender la lenta y difícil renovación política existente en este país desde su fundación.

"Si uno hace un mapeo de vínculos se puede demostrar que claramente tenemos una política de castas y familias tradicionales que han gobernado el país y que hoy en día son sus nietos y bisnietos los que gobiernan. Esta dinámica se ve también en el control de los departamentos", indica el politólogo.

Votación en ColombiaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn Colombia el bipartidismo se mantuvo durante buena parte del siglo XX.

Díaz-Cruz añade que las élites colombianas demostraron a lo largo de la historia una gran habilidad de negociación entre ellas para mantenerse en el poder y que el mayor ejemplo de aquello fue la creación del Frente Nacional, una alianza entre los dos partidos hegemónicos de la época.

Gracias a ese pacto, los partidos Liberal y Conservador se alternaron en el poder entre 1958 y 1974 y dieron luego inicio a una etapa bipartidista que no se rompería hasta el siguiente siglo.

Quien rompió con esa tendencia fue nada menos que Álvaro Uribe Vélez, de una familia tradicional del departamento de Antioquia y gran impulsor de las acusaciones de "castrochavismo" a Gustavo Petro para favorecer al candidato de su partido Iván Duque.

"Este es un país con alta concentración de la riqueza y poder. Estos sectores usan ese poder en contra de cualquier proyecto que pueda ser una amenaza a estos privilegios. Así han logrado frustrar cualquier proyecto serio de izquierda en este país", resume Díaz-Cruz.

El analista añade que este hermetismo de las élites viene acompañado con los rasgos conservadores instalados en la sociedad colombiana.

Por ello considera que hay "dos Colombias" que chocan permanentemente.

"Una Colombia tradicional que es patriarcal, machista, conservadora, con valores cristianos y que busca el statu quo y otra reactiva al tipo de valores del conservadurismo. Es una Colombia que está comprometida con nuevas agendas ciudadanas como los derechos sexuales, economías verdes, beneficios laborales, etc.".

Evo Morales y PetroDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn la campaña fueron insistentes los por vincular a Petro con el denominado "Socialismo del siglo XXI".

Al respecto, Juan Álvarez apunta que las raíces conservadoras colombianas son tan profundas por su origen mismo.

"En el siglo XIX ninguna sociedad latinoamericana construyó un discurso conservador tan riguroso, tan sofisticado, inteligente y articulado. Eran unos articulados que pueden ser considerados despreciables, pero muy bien pensados", indica a tiempo de apuntar que el conservadurismo colombiano tuvo notables pensadores.

La oportunidad que no fue

Gustavo Petro llegó a liderar las encuestas de preferencia de voto en determinados momentos de la carrera electoral, pero desde el momento en el que Uribe le dio el respaldo a Duque no logró retomar la punta y finalmente perdió la contienda electoral.

En diferentes oportunidades de la campaña se le cuestionó la ambigüedad de sus posiciones frente a Venezuela y se recordó su pasado guerrillero.

En las últimas semanas terminó de desmarcarse del proceso bolivariano y acusó al gobierno de Nicolás Maduro de usar el poder para enriquecerse y de haber destruido la economía de Venezuela.

En su cierre de campaña antes de la primera vuelta del 27 de mayo, el candidato llenó la histórica Plaza Bolívar y se vieron banderas comunistas, otras con el rostro del Che Guevara y Diego Maradona, la wiphala andina, además de emblemas de la histórica Unión Patriótica y del M-19, la guerrilla a la que perteneció Petro.

Petro, quien es reconocido por varios expertos como un hábil actor político, sobre todo en campañas, bajó el tono de sus discursos para ganar los votos indecisos en las últimas semanas.

No fueron suficientes.

Álvarez y Díaz-Cruz creen que tarde o temprano la izquierda gobernará en Colombia, pero parece que todo lo que pasó en este país es demasiado reciente para que este domingo el país diera un giro como nunca antes hizo en su historia.

*Artículo publicado originalmente el 22 de mayo, un día después de la primera vuelta, y actualizado el 17 de junio, después de conocidos los resultados de la segunda vuelta.


jueves, mayo 28, 2020

Notas para una historia de la socialdemocracia


«La socialdemocracia europea asiste al espectáculo de la gran crisis de la economía y de los poderes políticos mundiales, asentada ella, sin embargo, en una Europa Occidental que de todas formas sigue siendo un rincón privilegiado del Planeta»

POR RAMÓN TRILLO TORRES
RESALTADOS DEL BLOGGER
CON expresión perpleja, la socialdemocracia europea asiste (2011) al espectáculo de la gran crisis de la economía y de los poderes políticos mundiales, asentada ella, sin embargo, en una Europa Occidental que de todas formas sigue siendo un rincón privilegiado del Planeta, a cuyo opimos logros ha contribuido como uno de los actores principales en el siglo XX la propia socialdemocracia, siendo su rodada en el camino para alcanzar nuestra madura prosperidad un hecho tan notorio como que, en paralelo a ella y en constante relación dialéctica, la otra rodada profunda por la que ha transitado la sociedad europea en su rica proyección política y social ha sido la marcada por el conglomerado de centro derecha que aglutina a conservadores, liberales y democristianos.
Con la aguda visión de su sólida formación jurídica, suevo romanizado florecido entre las murallas de la romana Lugo, templada su mente universitaria en la apostólica Santiago y en la Barcelona luminosa y después afilada en los rigores científicos de Alemania, coetáneo de la transición política española, al catedrático de Derecho Constitucional Ignacio de Otto y Pardo la parca le pasó la hoz de la siega cuando ascendía al cenit de su vida intelectual: la jamás concluida gavilla de los muertos lo incorporó a traición en el año 1988, joven de cuarenta y tres años.
Sus Obras Completas, publicadas en el 2010, las encabeza un texto sólido, en el que la práctica de la política es sometida al control de las valoraciones doctrinales en torno a un tema muy vivo entonces, en el horizonte de la España de 1972: la tesis doctoral nombrada «El Partido Socialdemócrata alemán: de la oposición a la participación en el Gobierno».
Es interesante observar en el comportamiento postbélico de la socialdemocracia alemana unas rigideces que —a diferencia de lo que ocurriría después en España al Partido Socialista— la apartaron en gran medida de protagonizar la configuración política inicial de la República Federal, que con la fundamental decisión de las potencias anglosajonas de dar vía libre a un Estado en la divisoria churchilliana del telón de acero, permitió inicialmente a la democracia cristiana convertirse en protagonista predominante de la nueva articulación política de la Alemania no ocupada por los rusos.
Las razones de aquellas rigideces las destaca Otto: una primera, fue su fijación obsesiva en la unificación, incluidas las zonas sitas más allá de la línea Oder-Neisse, que le nubló la visión de opciones de momento más posibilistas.
La segunda, su actitud ante la constitución en el año 1946 de la Administración Económica Bizonal, auténtico embrión de la República Federal, por la que fundidas las zonas de ocupación de ingleses y norteamericanos, comienza el camino para la autonomía política y económica de la Alemania ocupada. Entonces se va a mostrar otra de las rigideces que acompañará a la socialdemocracia hasta las vísperas del Congreso de Bad Godesberg de 1959: la decisión anglosajona implicaba una opción económica a favor de las relaciones de propiedad capitalistas, del libre mercado y de campo abierto a la vieja clase empresarial, elementos que, según el análisis que entonces lucía en la socialdemocracia alemana, habían sido los causantes del sangriento sacrificio en que había concluido la República de Weimar, a lo que se añadía, acentuando la rigidez, su visión de que el socialismo era la única posibilidad para la saneada reconstrucción de Alemania, lo que le llevó a abandonar en manos de la Democracia Cristiana toda actividad de gobierno en la Administración Bizonal, domiciliándose así en una oposición sin perspectiva, que ablandaría durante la fase constituyente de fundación y consolidación de la República Federal, pero convencida la socialdemocracia de que en todo caso sería el fatal desastre del contrario el que dejaría caer el poder en sus manos y con él la única y auténtica oportunidad de reconstruir el país.
Pero los hechos no le fueron propicios a este análisis: de la mano política de Adenauer y de la económica de Erhard, protegida por el paraguas militar, Germania renacía camino de convertirse en una potencia económica, asentada sobre una estructura política solvente, que respondía con civilizada eficacia a las necesidades de la nación.
La socialdemocracia se ve obligada a una densa autocrítica, que la pondrá en la dirección de alcanzar el poder político y con ello a convertirse también en proveedora de alguno de las grandes cancilleres de la Alemania moderna. Esta autocrítica, que pasa por fases teóricas tan importantes como las relativas a la propiedad de los medios de producción, la planificación de la economía o la renuncia a la crítica del capitalismo como sistema, vino impulsada, como nos recuerda Otto, por «la negativa de la realidad política alemana a acomodarse a las esperanzas socialdemócratas», lo que al final la condujo a abandonar el marxismo como pieza axial de su discurso, al haber llegado los reformadores a la conclusión de que 

«la situación de clase y los factores económicos sin duda significan mucho, 

pero NO son todo lo que hace la historia 

y se convierte en realidad humana».

En el universitario Otto se observa una razonable inquietud ante la indeterminación que detecta en el armazón teórico de la socialdemocracia en su avance reformador, pero hay que reconocer que éste implicó una llamada a los ancestros más dignos de la historia: en el Programa de Bad Godersberg (1959) se afirma que el socialismo democrático europeo «tiene sus raíces en la ética cristiana, en el humanismo y en la filosofía clásica» y en los debates del Congreso se sostuvo

la indiferencia de que alguien hubiese llegado a ser socialdemócrata por los métodos del análisis económico marxista, por motivos éticos o filosóficos o por el Sermón de la Montaña.


En esta generosa puerta de acceso a la socialdemocracia, es curioso destacar como otra vez en el cristianismo permanece un venero inagotable de dotaciones para el progreso ético de la convivencia humana, afirmación que en la historia que comento no solo hace explícita la cita del Sermón, sino que, con mayor enjundia doctrinal, se manifiesta en el hecho de que los reformadores, en un documento oficial sobre sus tesis del año 1953, hacen manifestación expresa de que había que aclarar la postura del Partido frente a las confesiones religiosas y poner bien de relieve el estrecho contacto existente entre el socialismo y la idea ética del cristianismo.
Pienso que esta flexibilidad es la que a la postre ha permitido a la socialdemocracia poder abarcar, en controversia dialogada con otras opciones políticas, cualquier tipo de acontecimiento, aún los más insólitos, de los que son posibles en sociedades tan complejas como las que hoy en día nos cobijan y lo que determina así mismo que incluso en países en los que, como en España, la inmensa mayoría de los ciudadanos se mece plácidamente en el chinchorro de su partido de siempre, al que votará cualesquiera que sean las tempestades, sin embargo 

exista felizmente una franja que, 

con análisis más abierto, 

opta por unos u otros, según los vientos que soplan en cada momento, los remedios que proponen y las personas que encabezan las posiciones políticas en democrática contienda. 

Es esta franja la que dinamiza el sistema y 

la que, en lenta y positiva erosión esculpidora, 

puede algún día determinar el ennoblecimiento de una actividad que 

al día de hoy 

no recibe aprecio de los ciudadanos.

RAMÓN TRILLO TORRES ES MAGISTRADO EMÉRITO DEL TRIBUNAL SUPREMO