viernes, agosto 12, 2022

“A los verdaderos responsables de la deforestación no los judicializan”

 




Foto: EFE - Mauricio DueÒas CastaÒeda

La Operación Artemisa fue la gran estrategia del gobierno Duque contra la deforestación, pero los campesinos aseguran que solo se persigue a los pequeños colonos, mientras los grandes terratenientes siguen impunes.


 

Por 

Juan Ramiro Artehortúa Gutiérrez*

 La Ley 2111 de 2021, Ley de Delitos Ambientales, da herramientas para penalizar la deforestación, pero crea otros cinco delitos ambientales y aplica mayor rigurosidad a las penas y sanciones ya existentes. Es el soporte jurídico para la “Operación Artemisa”, una estrategia que fue declarada por el presidente Duque como una acción permanente. Según el Ministerio de Defensa, gracias al plan han sido capturadas 107 personas señaladas como ecocidas y han sido intervenidas 27.043 hectáreas de bosques. En Artemisa han participado funcionarios de la Fiscalía General, el Escuadrón Móvil de Carabineros, la Policía, el Ejército Nacional y los ministerios de Defensa y de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Los operativos se han concentrado en departamentos del pie de monte amazónico, como Meta, Caquetá y Guaviare, entre tensiones y choques con las comunidades y enfrentamientos violentos, ocurridos también en medio de erradicaciones forzadas de cultivos de coca, que han dejado incluso campesinos gravemente heridos, como ocurrió a Manuel Ayala y Pedro Mosquera, quienes recibieron balazos en las piernas y sufrieron amputaciones en 2020 y 2021, respectivamente.

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Aunque no han sido judicializados, denuncias publicas señalan varios nombres de los presuntos responsables de la deforestación en Guaviare, entre ellos al exgobernador Nebio Echeverry. Para entender la visión de las comunidades sobre la Operación Artemisa conversamos con Édgar Ariza Cubides, líder del municipio El Retorno, expresidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda La Paz, miembro de la Mesa del Paro Campesino Sur del Meta-Guaviare. Este es su testimonio:

“Soy nacido en Lanzazuri, Santander. Vinimos al Guaviare hace 36 años buscando un futuro para la familia, fundamos la escuelita de la vereda La Paz, con nuestros propios recursos pagábamos el profesor. No tenemos para dónde irnos, por eso luchamos por nuestras comunidades. El problema que más nos aqueja en este sector, no solo en La Paz, sino a toda la población del río Inírida, tiene que ver con el plan Artemisa, porque cada día se hace más grande y para nosotros es bastante la problemático. Siempre tenemos la represalia del Estado colombiano, aquí somos campesinos que llevamos 35 o 40 años en nuestra región, con hijos y nietos que nacieron acá y todos los días recibimos atropellos de la Fuerza Pública y del Gobierno. Primero, en la época paramilitar no podíamos salir a los pueblos cercanos porque nos señalaban de guerrilleros y hasta nos mataban, motivo por el cual los hijos no podían salir, para que no fueran matados hasta por el mismo Ejército, muchachos con veinte y treinta años que no conocen la ciudad. Ahora con Artemisa nos piensan desplazar.

 “Frente a esa problemática nos queda es luchar para que el Gobierno Nacional se ponga la mano en el corazón y piense en los campesinos. Que no nos desplacen más, que nos traigan proyectos productivos. Imagínese que las poquitas vías que tenemos han sido construidas con nuestras manos, a pulso, y llega Artemisa y nos queman las casas, nos dinamitan las carreteras y caminos, y nos bombardean los puentes. Nosotros ya no deforestamos, el campesino no tiene plata para deforestar grandes extensiones, por eso son los grandes terratenientes que llegan a la región y contratan gente para realizar tumbas de 500, 800 o mil hectáreas.



'Consecuencias humanas' / Dibujo anónimo.

“El Ejército y el gobierno saben quiénes son, pero para demostrar positivos se ensañan contra el pobre campesino y con eso le demuestran al mundo que están haciendo la tarea. No les importa matar seres humanos o dejarlos sin piernas, como ha ocurrido en nuestras veredas.

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“¿Y qué pasa con los terratenientes y grandes deforestadores? A ellos nunca los judicializan; es a nosotros, los pobres campesinos. A los grandes terratenientes, que llevan cuatro o cinco años y ya han tumbado hasta mil hectáreas, no les hacen nada. Nosotros vivimos atemorizados que a cualquier momento vienen y vamos a ser judicializados sin deber nada. No somos delincuentes para que nos esposen y nos lleven en helicóptero ante los jueces: somos trabajadores que luchamos por el sustento de nuestras familias. El plan Artemisa es macabro con los campesinos, los que producimos la comida, la yuca, el plátano, las frutas, el chontaduro y hasta la leche. No sabemos qué es lo que va a pasar con nosotros, no tenemos con qué pagar un abogado, en el momento que llegue el plan Artemisa a llevarnos, a quemar nuestras casas, nos toca firmar y que el juez nos desplace, irnos con las familias a aguantar hambre a la ciudad.”

*Periodista de Juventud Estéreo.

 original en https://www.elespectador.com/colombia-20/conflicto/operacion-artemisa-sobre-deforestacion-en-guaviare-y-sur-del-meta-persigue-campesinos/


Campesinos que sustituyeron coca pasan hambre por incumplimientos del Estado

En el departamento del Guaviare 7.196 familias decidieron dejar de sembrar y recolectar coca para iniciar proyectos productivos legales, a través del Programa Nacional de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS). Sin embargo, los incumplimientos han llevado a que sus beneficiarios pasen por una crisis alimentaria.


Más aquí:

https://www.elespectador.com/colombia-20/conflicto/campesinos-que-sustituyeron-coca-en-guaviare-pasan-hambre-por-fallas-en-el-plan-de-sustitucion/

En Las Delicias piden que oponerse a la coca no les cueste la vida

En este resguardo indígena de Buenos Aires (Cauca) hay 312 hectáreas de coca sembradas. Autoridades indígenas intentan prevenir que más jóvenes se vayan a trabajar a los cultivos ilícitos.

Eliana Güetio*


Panorámica de cultivos de coca en Buenos Aires, Cauca.
Foto: Harold Rodríguez


Las montañas siempre se han visto verdes, pero es que ahora ese verde es más claro, se ve desde lejos y se ve cada vez más extendido. En el municipio de Buenos Aires (Cauca) está el resguardo indígena Nasa Las Delicias que desde hace unos años se ha empezado a cubrir de coca. Los pequeños arbustos representan grandes extensiones de terrenos y son monocultivos. En el mismo lugar, en lo profundo, hay laboratorios clandestinos que procesan la hoja con derivados del petróleo y otros insumos químicos hasta convertirla en base de cocaína.


Hay muchos espacios desde donde se puede contar el proceso de producción de la cocaína, sin embargo, el enfoque durante mucho tiempo se ha dado desde los cultivos. No es para menos, allí en las raíces parece que naciera un problema estructural. Colombia habla de extensiones de coca, aunque no hable de los puestos políticos y las campañas que se financian con plata del narcotráfico, de lo fuerte que es la cocaína para la economía del país y de que realmente el cultivador es un pequeño eslabón de una cadena chirriante de alta tensión.

“Yo no le hago mal a nadie”, dice una mujer de sombrero y buzo azul a quien llamaremos Andrea*. Es indígena nasa, tiene 46 años y tres hijos de 24, 21 y 15 años. Vive en el resguardo y tiene un cultivo de coca de unas 700 matas. Trabaja en esto hace dos años en compañía de sus hijos, que le ayudan a raspar cada tres o cuatro meses que se da la cosecha.

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- ¿Por qué coca y no otro producto?

- Yo siembro comida para la familia, pero eso no da plata, hay que sacarla y muchas veces compran muy barato. Por la hoja vienen a comprarla acá a la casa. Al menos mantiene un precio fijo, a veces se baja o se sube, pero se mantiene un precio casi siempre.

- ¿Y sus hijos estudian?

- No, a ellos eso no les gustó y ¿quién puede con ellos? El mayor ya tiene mujer y unos hijos y los otros dos me ayudan acá en la casa con todo.

- ¿Y los grupos armados o la gente que maneja esa economía?

- La vacuna acá se la cobran al que viene a comprar y uno allí no tiene nada que ver. Yo nunca he tratado con esa gente, aunque a algunos los conozco de vista porque a veces hasta han sido del mismo territorio.

Andrea, como varios cultivadores, recalca que ella siembra y después raspa, pero que “no se queda con plata en cantidad”. Dice que eso es para quienes pueden procesar la hoja para convertirla en pasta base de coca, y que no es su caso. Ella encabeza una de las más de 950 familias que viven de esta economía ilícita, según cuenta la autoridad Henry Chocué.

De las 1.676 hectáreas que tiene el resguardo, 312 están tupidas de cultivos de coca. Desde la cima del cabildo indígena, cuando no ha bajado la neblina, se puede ver a lo lejos varios techos negros que, según las autoridades, son laboratorios de procesamiento.

Este resguardo lleva al menos una década intentando hacerle frente a los cultivos de coca, pero los costos de las economías lícitas, según Henry Chocué, siguen disminuyendo a medida que pasa el tiempo. “Antes una persona que trabajara en una finca de cultivos de pancoger podía ganarse $30.000 el día, pero ahora lo máximo que pagan son $25.000, mientras que un raspachín se gana entre $40.000 y $45.000 el día”. Por eso, la lucha contra los cultivos de uso ilícito ha costado tantas vidas, como la de Breiner Cucuñame, el niño ambientalista de 14 años que fue asesinado el 14 de enero de este año. Pero esta también es la tierra que vio crecer a Albeiro Camayo, ex coordinador de la guardia indígena, a quien asesinaron 14 días después por oponerse al uso ilícito de la coca.Campesinos que sustituyeron coca en Guaviare pasan hambre por incumplimientos del Estado

Su legado es imborrable. Los indígenas dicen que heredaron esa lucha, pero también la tatuaron sobre las paredes del cabildo, donde se observan ambos rostros pintados en una pared. El proceso indígena ha tratado de acompañar más de cerca a grupos como el movimiento juvenil Álvaro Ulcué Chocué, con el fin de proteger a la nueva generación de líderes que se está formando en Las Delicias y alejarlos de la posibilidad de caer en cultivos de uso ilícito y de integrar grupos armados. Para hacerlo, programan jornadas de pedagogía juvenil como la del 13 de mayo pasado en Las Delicias a la que asistieron 45 muchachos de cinco municipios del norte del departamento.

Otro contexto en el Cauca: El infierno del reclutamiento forzado que viven los jóvenes de Caldono (Cauca)

Muchos de los que asistieron a la jornada son -o han sido- raspachines. Uno de ellos ahora integra la guardia indígena y lidera procesos juveniles en Las Delicias. Tiene 24 años y pasó 5 años de su vida trabajando en un cultivo y un laboratorio de procesamiento. El cultivo era de su padre, que a sus 48 años comenzó a sembrar en la casa con su familia. Él, que conoce de cerca todo el proceso, cuenta que las ganancias que hacía su padre con ese cultivo ilícito iban para el estudio de él y de sus hermanos. “En ese momento no teníamos otra alternativa, lo único que generaba ganancias suficientes para que pudiéramos estudiar, esa la coca”. Agacha la cabeza.

La coca, al igual que la marihuana y la amapola han permitido la entrada de gente foránea al territorio, que es ahora una de las preocupaciones más latentes de los gobernadores indígenas. Así fue que comenzó todo, cuando en 1994 Incora emitió la resolución de consolidación del resguardo indígena quedó consignado que, además del territorio colectivo, quedaban 312 hectáreas de tierra divididas en varias fincas privadas que en su momento fueron espacios de reserva forestal, pero ahora son extensiones de tierra con cultivos ilícitos.

Para nosotros lo Nasa hay un momento crucial cuando recién llegamos al mundo y empezamos a hacer parte de un territorio, se trata del Cxab We´s, una práctica en la que el cordón umbilical se siembra en la tierra de donde somos y así se crea la conexión con Uma Kiwe (la madre tierra). Nuestros ombligos están directamente pegados a la tierra, somos parte de ella y nuestro arraigo es grande: por eso no nos vamos, daremos la vida por este territorio.

* Tejido de Comunicación de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca.

 original en https://www.elespectador.com/colombia-20/conflicto/lideres-indigenas-en-las-delicias-piden-que-oponerse-a-cultivos-ilicitos-no-les-cueste-mas-vidas/

¿Van a tapar el sol con un dedo? CHOCO

 De: https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/leyner-palacios/ 

LEYNER PALACIOS 



En estos días observaba con gran indignación y sorpresa la actitud negacionista de algunos funcionarios del actual Gobierno respecto a la grave crisis humanitaria que sufre el Chocó. En mis oídos retumbaba esa negación manifestada en las palabras de un ministro que calificó las denuncias de la Iglesia católica como “falsas” y “extravagantes”.

A ese funcionario no le parece extravagante que Quibdó tenga una tasa de homicidios que es casi cinco veces mayor que la del resto del país, o que según la Defensoría del Pueblo, el 72% de los habitantes del Chocó se encuentren en riesgo, o que el departamento siga entre los primeros con más víctimas de minas antipersonas, o que en 2021 haya sido donde ocurrieron más confinamientos por culpa del conflicto armado.

¿Hasta cuándo sufrirán nuestras comunidades? ¿Hasta cuándo sufrirán los indígenas, los afros, los campesinos, las mujeres, los más desfavorecidos, los habitantes de las periferias? Hay una gran desproporcionalidad en el conflicto armado: es machista, racista y clasista, golpea más duro a los campesinos pobres, a las comunidades étnicas, a las mujeres.

Ya no nos sorprende que sean ellos quienes tengan que aguantar la barbarie y escenas de terror que imponen los grupos armados en sus estrategias de sometimientos. Pero ahora también les toca aguantar la actitud negacionista de los funcionarios y su incapacidad para conducir al país, en una peligrosa omisión de su deber, que pasa por encima de la Constitución.

Es una vergüenza que sea negada la crisis humanitaria del departamento del Chocó y el Pacífico, y también de otras regiones como Arauca. Una vergüenza que está a la vista de todos.

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La crisis humanitaria de nuestros territorios no es nueva, es más vieja que algunos de los funcionarios que la niegan, por eso no la conocen y como pocas veces salen de Bogotá, no han vivido estas realidades.

En el Chocó empezó en 1996 con las incursiones del paramilitarismo y la presencia de las guerrillas, actores que convulsionaron la vida de las comunidades. Desde entonces no hemos podido superar el ciclo de violencia. Las comunidades están en las garras de los grupos armados, pero también en las garras del olvido y el abandono institucional.

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Recordemos los asesinatos de líderes, los desplazamientos que no se detienen, la violencia sexual, las minas antipersona, las múltiples alertas de la Defensoría inatendidas. Puedo decir sin equivocarme que en el Chocó el 80% de su población ha estado confinada alguna vez en su vida. Negarlo hace que duela más: habría esperanza si el gobierno al menos reconociera ese dolor, por eso es tan indignante.

La Diócesis de Quibdó y los obispos del Pacífico se han pronunciado sobre esta crisis y la realidad de la gente. Los organismos de control pueden verificar esas denuncias, ratificadas por organizaciones en los territorios. También pueden crearse mecanismos de seguimiento y vigilancia a la violación de Derechos Humanos. Pero el Gobierno asume una postura indolente ante el sufrimiento.

Quiero convocar a la sociedad colombiana a que no cierre los ojos a esta violencia. Ustedes han sido solidarios con las periferias, ustedes pueden obligar al Estado a responder por estos territorios, ustedes pueden empujar procesos de cambio que, como si fueran una creciente del río Atrato, nadie podrá atajar.


SINTESIS: Informe DE la COMISIÓN DE LA VERDAD

El aporte de la Comisión: Una oportunidad de diálogo de país para parar la guerra (1)

Foto: Comisión de la Verdad. Foto: Camila Acosta Alzate

 

El 28 de junio del 2021,  la Comisión de la Verdad presentó al país sus principales hallazgos y recomendaciones para la no repetición del conflicto armado, tras un trabajo de investigación y amplio proceso de escucha de cerca de 30.000 personas, entre víctimas, responsables, empresarios, fuerza pública, organizaciones sociales, poblaciones étnicas, afros, comunidad LGBTIQ+, academia y adultos que siendo niños fueron afectados por este conflicto.

 

Este día, calificado como uno de los hitos políticos más importantes de 2022, busca abrir el camino hacia un diálogo de país muy necesario y pendiente alrededor no sólo de los factores de persistencia que han impedido a Colombia salir del “modo guerra”, sino sobre la necesidad urgente de pararla desde, primero, el dolor de las víctimas y, segundo, el reconocimiento colectivo y sosegado de las responsabilidades que como sociedad hemos tenido en esta guerra.

 

“Traemos un mensaje de esperanza y futuro para nuestra nación vulnerada y rota”, fueron las palabras con las que el presidente de la Comisión, Francisco de Roux, inició la declaración Convocatoria a la Paz Grande. El éxito de las comisiones de la verdad en el mundo es, precisamente, lograr un efecto de unión y no división, aunque para llegar a ello sea necesario un debate polémico. Esa es la idea.

 

En sus palabras ante el Consejo de las Naciones Unidas, Francisco de Roux afirmó: “somos optimistas. Hay una juventud en Colombia que ha tomado este legado. Una juventud por la paz y por la protección de la vida en todas sus forma. Hay todavía un camino largo por recorrer, pero Colombia lo ha emprendido, al estar aceptando sin miedo la verdad histórica de su propia tragedia, y la determinación de mirar hacia adelante, hacia el futuro que vamos a construir desde el aceptar de nuestras heridas, para enriquecer lo que somos como cultura, como pueblo apasionado por la creatividad y el arte y la libertad y la producción de la vida. Y que ojalá que la lección de Colombia nos aleje de las guerras de todos los lados para siempre y nos lleva a buscar apasionadamente la verdad y la dignificación del ser humano” ¡Bienvenido el diálogo!

Mensajes de la convocatoria

·       “Verdades incómodas que desafían nuestra dignidad, un mensaje para todas y todos como seres humanos, más allá de opciones políticas o ideológicas, de las culturas y las creencias religiosas, de las etnias y del género”.

 

·       “Traemos una palabra que viene de escuchar y sentir a las víctimas en gran parte del territorio y en el exilio; de oír a quienes luchan por mantener la memoria y resistir al negacionismo, y a quienes han aceptado responsabilidades éticas, políticas y penales”.

 

·       “Un mensaje de la verdad para detener la tragedia intolerable de un conflicto en el que el ochenta por ciento de las víctimas han sido civiles no combatientes y en el que menos del dos por ciento de las muertes han sido en combate”.

 

·       “Llamamos a sanar el cuerpo físico y simbólico, pluricultural y pluriétnico que formamos como ciudadanos y ciudadanas de esta nación. Cuerpo que no puede sobrevivir con el corazón infartado en Chocó, los brazos gangrenados en Arauca; las piernas destruidas en Mapiripán; la cabeza cortada en El Salado; la vagina vulnerada en Tierralta; las cuencas de los ojos vacías en el Cauca; el estómago reventado en Tumaco; las vértebras trituradas en Guaviare; los hombros despedazados en el Urabá; el cuello degollado en el Catatumbo; el rostro quemado en Machuca; los pulmones perforados en las montañas de Antioquia y el alma indígena arrasada en el Vaupés”.

 

·       “Esta nación tiene la riqueza conmovedora de su pueblo, la multiplicidad de sus expresiones culturales, la profundidad de sus tradiciones espirituales y la tenacidad laboral y empresarial para producir las condiciones que satisfagan la vida anhelada; tiene la feracidad salvaje de su ecología, la potencia natural de dos océanos y miles de ríos, montañas y valles; la audacia de su juventud, el coraje de las mujeres y la fuerza secular de los indígenas, los campesinos, los negros, los afrocolombianos, los raizales, los palenqueros y los rom”.

 

·       “Estamos convencidos de que hay un futuro para construir juntos en medio de nuestras legítimas diferencias. No podemos aceptar la alternativa de seguir acumulando vidas despedazadas, desaparecidas, excluidas y exiliadas. No podemos postergar el día en que la paz sea definitivamente un deber y un derecho de obligatorio cumplimiento”.

 

·       “Un día quienes estamos aquí nos iremos definitivamente. Que no nos vaya a llegar la partida estando los unos separados de los otros. Que podamos irnos felices, porque dejamos una nación en manos de ustedes jóvenes de la verdad y del futuro; una Colombia apasionada por la vida, donde no habrá más odios ni muerte violenta ni guerras inútiles”

 

·      Las interpelaciones que la Comisión le hace a la sociedad

·       ¿Por qué el país no se detuvo para exigir a las guerrillas y al Estado parar la guerra política desde temprano y negociar una paz integral?

·       ¿Cuál fue el Estado y las instituciones que no impidieron y más bien promovieron el conflicto armado?

·       ¿Dónde estaba el Congreso, dónde los partidos políticos?

·       ¿Qué papel jugaron los formadores de opinión y los medios de comunicación?

·       ¿Por qué la seguridad que rodeaba a los políticos y a la gran propiedad no fue seguridad para los pueblos, los resguardos y los sectores populares que recibieron la avalancha de masacres?

·       ¿Hasta dónde los que tomaron las armas contra el Estado calcularon las consecuencias brutales y macabras de su decisión?

·       ¿Nunca entendieron que el orden armado sobre los pueblos y las comunidades que decían proteger los destruía, y luego los abandonaba en manos de verdugos paramilitares?

·       ¿Qué hicieron ante esta crisis del espíritu los líderes religiosos? Y, aparte de los pastores y las mujeres de fe que incluso pusieron la vida para acompañar y denunciar, ¿qué hicieron otros obispos y sacerdotes, y comunidades religiosas y ministros?

·       ¿Qué hicieron los educadores?

·       ¿Qué dicen los jueces y los fiscales que dejaron acumular la impunidad?

·       ¿Qué papel jugaron los formadores de opinión y los medios de comunicación?

·       ¿Cómo nos atrevemos a dejar que pasara y a dejar que continúe?

·       ¿Por qué los colombianos y las colombianas dejamos pasar durante años este despedazamiento de nosotros mismos como si no fuera con nosotros?

·       ¿Por qué vimos las masacres en televisión día tras día como si se tratara de una novela barata?

·       ¿Por qué la seguridad que rodeaba a los políticos y a la gran propiedad no fue seguridad para los pueblos, los resguardos y los sectores populares que recibieron la avalancha de masacres?

·       ¿Por qué la guerrilla, que se presentaba como la salvadora del pueblo, cometió cientos de masacres en la lucha por los territorios?

·       ¿Cómo decir que somos humanos cuando todo esto es parte de nosotros?

Estas son solo algunas de las preguntas que se presentan en la declaración de la Comisión de la Verdad y con las que se busca cuestionar a todos los actores de la sociedad sobre su responsabilidad en la persistencia del conflicto armado. Y es que el éxito de las comisiones de la verdad en el mundo es, precisamente, lograr un efecto de unión y no división, aunque para llegar a ello sea necesario un debate polémico.

Hallazgos y recomendaciones de la Comisión de la Verdad

¿Cómo superar el conflicto si no se conocen los hechos que lo anteceden? Volver al pasado y reconstruir la memoria es indispensable para esclarecer y reconocer las causas estructurales que fomentaron los patrones de violencia y las violaciones a los derechos humanos en el país. Por ello, la Comisión de la Verdad expone estos hallazgos que recogen las principales conclusiones y reflexiones alrededor de 10 temas principales:

La Colombia herida: la guerra ha tenido impactos que han generado un trauma colectivo y una catástrofe social. La dimensión del daño causado por la guerra en las vidas, las familias, las comunidades y la Nación es inmenso.

Democracia: la guerra afectó a la democracia y en general frenó las transformaciones necesarias, mientras que la paz abrió la posibilidad de acuerdos y reformas incluyentes. Paulatinamente, el país ha ido construyendo instituciones y costumbres democráticas, pero aún falta mucho para estar al nivel de una verdadera sociedad libre. A pesar de todos estos problemas, la democracia se construyó en medio de los espacios que dejaba la guerra. Por eso la paz es un requisito para que la democracia sea plena.

Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario: los actores armados, tanto del Estado como de los grupos guerrilleros y paramilitares cometieron graves crímenes de guerra, tanto violaciones de derechos humanos como infracciones al DIH. Aunque tuvieron objetivos y proyectos políticos diferentes, todos provocaron daños a la población civil. La guerra pasó de ser selectiva a indiscriminada.

Guerrillas: con su actuar, las guerrillas no lograron una apertura del sistema político. La guerra misma, su insistencia en ella y los métodos usados, destruyeron el ideario revolucionario.

El modelo de Seguridad: dicho modelo terminó siendo útil a los intereses de sectores políticos y sectores de las élites económicas en la guerra. Se trata de un modelo que está más centrado en el cuidado de la propiedad que de las personas.

Paramilitarismo: la Comisión ha comprendido que el paramilitarismo no ha sido solo un actor armado, entendido como ejércitos privados. Ha sido más un entramado de intereses y alianzas asociado a proyectos económicos, sociales y políticos que logró la imposición de controles territoriales armados a través del uso de la violencia.

Narcotráfico: en Colombia el narcotráfico, la política antidrogas y las economías de la cocaína o marihuana deben verse como protagonistas del propio conflicto armado y como un factor de persistencia del mismo.

Impunidad: el déficit de justicia histórico, generalizado y permanente respecto a violaciones producidas contra millones de víctimas constituye un factor de persistencia del conflicto armado. La impunidad aumenta la repetición de la violencia y debilita la legitimidad de las instituciones, transmitiendo un mensaje de permisividad de la violencia.

La paz territorial: la guerra transformó los territorios. Esa transformación ha sido el producto de múltiples formas de violencia, en especial el desplazamiento forzado y el despojo, que han modificado la propiedad de la tierra y el uso de los suelos, así como las relaciones comunitarias, las dinámicas familiares, sociales y políticas de los territorios rurales. Esto ha acelerado el proceso de urbanización del país, profundizando las condiciones de pobreza.

Cultura y conflicto armado: uno de los factores que explica la emergencia y persistencia del conflicto armado es la herencia cultural excluyente del otro, de los pueblos étnicos, del campesinado pobre, del disidente y el contrario, justificando así la violencia contra determinadas poblaciones o territorios, y marcando con violencia las relaciones políticas, sociales y económicas.

Las recomendaciones

De igual forma la Comisión a entregado ocho recomendaciones con las que se busca contribuir a definir una agenda de futuro para avanzar en un diálogo en asuntos fundamentales como la reconstrucción de la confianza entre la sociedad y las instituciones, de manera que aporte a la reconciliación y garantice la no repetición del conflicto armado.

La construcción de paz como proyecto nacional: la Comisión de la Verdad hace un llamado al Estado a implementar en su totalidad el Acuerdo Final de Paz. Además, se debe crear un Ministerio de Paz para impulsar todas las políticas y actividades relacionadas con este propósito.

Garantizar la reparación integral de las víctimasreconocer a las víctimas del conflicto armado en su dolor, dignidad y resistencias; a la vez, garantizar una reparación integral que atienda los impactos diferenciados en cada una de ellas y que nos permitan avanzar en el proceso de sanación individual y colectivo que debemos emprender como país para lograr la reconciliación

Consolidar una democracia amplia, incluyente y deliberativa: la Comisión le apuesta al diálogo y la participación como mecanismos prioritarios para resolver conflictos y garantizar los derechos fundamentales. Se busca profundizar la democracia para la paz a través de la exclusión definitiva de las armas de la política y la apertura a espacios de participación para los sectores excluidos.

Enfrentar los impactos del narcotráfico y de la política de drogas: es urgente replantear el problema del narcotráfico y encontrar los caminos políticos, económicos, éticos y jurídicos que lleven a debates de fondo, tanto a nivel nacional como internacional, y permitan avanzar en la regulación del mercado de drogas y superar el prohibicionismo.

Superar la impunidad y mejorar el acceso a la justicia local: se debe dar un mensaje en contra de la violencia y a favor de los derechos de las víctimas; además, se recomiendan ajustes y medidas en el ámbito de la justicia penal y a la institucionalidad que provee servicios de justicia.

Una nueva visión de seguridad para la paz: es fundamental que se haga una reflexión sobre la visión y el sector de seguridad y defensa, que permita avanzar en las transformaciones institucionales que se requieren para responder a un nuevo propósito: la construcción de paz.

Contribuir a la paz territorial: se deben garantizar las condiciones de bienestar y vida digna de las comunidades y construir una visión compartida de territorio y de futuro, para superar la desigualdad estructural del país que ha sido profundizada por el conflicto.

Lograr una cultura para vivir en paz: como sociedad, es necesario hacer el compromiso de transformar los valores, los principios y las narrativas que hacen parte de nuestra cultura y que han contribuido a la persistencia de la violencia, de manera que podamos construir nuevas formas de vivir en paz.

Decálogo de Reconciliación 

La Comisión propone un Decálogo de Reconciliación que busca evitar la continuidad del conflicto armado y construir la reconciliación necesaria para propender por la no repetición del conflicto.

ü  Aceptar la verdad como condición para la construcción colectiva y superar el negacionismo y la impunidad.

ü  Tomar la determinación de nunca más matarnos y sacar las armas de la política.

ü  Aceptar que somos muchos —en diverso grado, por acción o por omisión— los responsables de la tragedia.

ü  Respetar al otro, a la otra, por encima de las herencias culturales y las rabias acumuladas.

ü  Tener en cuenta la herida del otro y sus preocupaciones e intereses.

ü  Construir de tal manera que el Estado, la justicia, la política, la economía y la seguridad estén al servicio de la dignidad humana igual y sagrada de los colombianos y colombianas.

ü  Que esto lo vamos a construir juntos o no habrá futuro para nadie, y para ir juntos tenemos que cambiar.

ü  Que el actual Estado se transforme en un Estado para la gente, que los políticos paren la corrupción, que los empresarios no excluyan de la participación en la producción a una multitud que reclama el derecho a ser parte, que los que acaparan la tierra la entreguen; que cambien todos los que colaboran con el narcotráfico, con la guerra, con la exclusión, con la destrucción de la naturaleza.

ü  Que no haya más impunidad.

ü  Que los que siguen en la guerra entiendan que no hay derecho para seguir haciéndola porque no permite la democracia ni la justicia y solo trae sufrimientos. Que tenemos que construir desde las diferencias con esperanza y confianza colectiva para que seamos posibles hoy y en las generaciones de mañana.

 

El legado de la Comisión de la Verdad para el país

Las voces de las víctimas, el proceso de investigación y de escucha plural ya se pueden consultar en www.comisiondelaverdad.co. La plataforma digital o transmedia apostó por recoger el trabajo de todo el mandato de la Comisión de la Verdad, fuentes y detalles que dieron como resultado un Informe Final con 10 capítulos y una declaración. Al ser una de las primeras comisiones en el mundo que ha desarrollado su mandato en la era digital, esta plataforma es un precedente y una apuesta por entender desde un punto de vista más humano y una postura más emocional lo que nos sucedió en este conflicto, así es como lo dice Olga Lozano, directora de esta novedosa apuesta digital.

Una narrativa multimedial con videos, fotos, audios, líneas de tiempo e incluso con realidad aumentada 360º, permite que los usuarios se acerquen a los impactos del conflicto en municipios, universidades, escuelas y otros espacios, así como a las huellas de la violencia y las historias de superación de quienes experimentaron los hechos.

El sitio web cuenta a la fecha con 15 secciones, pero en la medida que se publiquen nuevos volúmenes irá creciendo. Hay Futuro Si Hay Verdad es la sección que permite descargar los capítulos del Informe y la Declaración de Francisco de Roux, presidente de la Comisión. Cada volumen tendrá una sección que enriquece el relato con material y documentos multimedia complementarios.

El período de socialización del Informe Final irá hasta el 28 de agosto, pero el camino trazado deja un legado que también está conformado por activaciones artísticas, culturales y académicas, manifestadas en obras de teatro, mercadillos por la verdad, tejidos, batucadas, rutas por los ríos y demás acciones que han narrado el proceso de más de tres años y que ahora contribuirán a difundir y apropiar los hallazgos y recomendaciones del Informe Final.

Como parte de su legado, la Comisión deja un Archivo de Derechos Humanos con los documentos, informes y testimonios públicos que podrán ser consultados y referenciados y, a su vez, una serie de publicaciones:

- Novelas gráficas sobre el reconocimiento de responsabilidades, sobre contribuciones de responsables e historias de los impactos del conflicto. Algunas de estas son: Un camino hacia la verdad y Verdades que liberan.

- Cartillas, manuales e infografías sobre los enfoques y el despliegue de la Comisión. Muestra de ello es: el Manual de formación en Enfoque Psicosocial.

- Libros en alianza con otras instituciones, tales como Verdades en convergencia. Al igual que Una maleta colombiana y La fuerza de esta voz como otros ejemplos. También se elaboró la Guía para periodistas con las claves para comunicar el proceso, el Informe Final y el legado de la Comisión de la Verdad.

Para acceder a estos contenidos que se elaboraron desde las diferentes direcciones de la Comisión, en la plataforma digital deben seleccionar la opción ‘Versión anterior del sitio web’ y en el menú deberán dar clic sobre ´Publicaciones´ para así visualizar y descargar diferentes contenidos publicados durante todo el mandato.



[1] Como tal, cualquier parte de este anexo debe ser citado RECONOCIENDO COMO FUENTE a La Comisión de la Verdad, pues fue construido a partir del cruce de varios textos publicados por varios autores en diversos diarios impresos en Colombia, el 31 de Julio de 2022, quienes a su vez partieron de un documento elaborado por la misma Comisión. El autor se limitó a darle un orden para su presentación.