martes, agosto 28, 2012

APUNTES SOBRE LA BARBARIE


Noviembre 24 de 2007
Cuando el 'diablo' se les metió a los paras
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Un capítulo oculto de la guerra es el de la furia de 'espíritus' que se tomó a los Llanos. Y tras este, el caso de los niños reclutados a la fuerza que tiende a parecerse a la tragedia de Sierra Leona.
La insólita historia -que se conoció esta semana- de las almas en pena que espantaron a curtidos 'paras' de Risaralda parece la versión 'light' de un capítulo de la guerra en Colombia del cual apenas se han dado tímidos brochazos: la furia de los 'espíritus' que llevó hasta la locura a varios grupos de combatientes de Meta y Casanare.
Y esta historia destapa una aún más desgarradora: la de los niños que 'Martín Llanos', el único jefe paramilitar que no desarmó a su ejército, reclutaba. Ellos son hoy veteranos de guerra con 18, 19 o 22 años, y apenas ahora se atreven a empezar a contar los horrores que vivieron.
Guardadas las proporciones podría compararse con lo ocurrido a los niños de Sierra Leona que ha escandalizado al mundo: niños reclutados a la fuerza y "entrenados en la barbarie para perder el pudor y convertirse en asesinos eficientes", como diría la columnista Natalia Springer.
En una larga entrevista con un llanero que a los 17 años, en el 2004, ya era veterano de la más cruenta pelea 'paraca' que haya vivido el país -la de los 'buitragueños' de Martín Llanos contra los 'urabeños' de Arroyave- él me contaba que a veces les dejaban los muertos "a los 'chulos'" y otras veces los "picaban" para echarlos a los ríos. Me explicaba que "tocaba chicotearlos y sacarles las tripas, porque si no, flotaban. Las tripas las pincha uno, les abre hueco para que se llenen de agua y al río las echa también".
-¿Y a alguno le daban pesadillas?, pregunté.
Para responder, comenzó a contar unas historias hasta ahora desconocidas.
-De todas esas muertes se formó un problema ni el verraco. ¡Como cosas del diablo! -dijo con sonrisa apenada-. La gente se volvía loca, se les metía un espíritu y los ponía a que se golpearan contra los árboles. Amanecían con morados por todo lado. Como metérseles el demonio.
Y continuaba. -Uno le pregunta al espíritu '¿a qué viene? ¿qué quiere?' y él le hablaba a uno en el cuerpo de la otra persona y decía, por ejemplo, 'Yo vengo porque a mí me mocharon en tal parte y no me tiraron completa donde me tenían que tirar y si no me regresan eso entonces sigo golpeando la gente'. Ese espíritu soltaba al uno y agarraba al otro y así era casi todos los días esa recocha".
El cuento puede parecer absurdo para muchos, pero lo cierto es que en medio de esa inmensa sabana, tan fértil para lo mítico y lo mágico, a los 'paracos' les tocó vivir un verdadero infierno con los fantasmas de sus víctimas descuartizadas. Y como esas historias del llanero, otros siete protagonistas de la guerra, relatan episodios similares.
Dos muchachos que tratan de recuperarse en Bogotá de las lesiones mentales que les dejó esa guerra -a la cual los llevaron a la fuerza reclutadores que cobraban 200 mil pesos por cada uno-, recuerdan que en el Tropezón (la que era sede de los paramilitares de 'Martín Llanos' a dos horas de Puerto López), "a un man se le metió un espíritu. Le pusieron una virgen y el comandante le preguntó: '¿De dónde viene? De parte de Dios o de parte del diablo'. Y el espíritu le contestó: 'No, es que a mí me confundieron. Yo no era guerrilla, yo era un campesino'".
Otros eran 'cruzados'
Las mujeres, según varios de los entrevistados, eran las más propensas a "que se les metiera el diablo".

Los hombres, por el contrario, preferían convertirse en 'cruzados' a través de "un rito satánico para proteger la vida en los combates a cambio de entregar el alma", como lo explica en su tesis de maestría aún no publicada, Liliana Ramírez Arias. Según la investigadora, el rito lo hace un "brujo" -hay dos en los Llanos- con un gato negro sin ojos del cual se bebe la sangre para que "entre al cuerpo del cruzado la protección del diablo".
El 'cruzado' tiene que pintarse las uñas de negro para que en medio de los combates pueda ser identificado por el ser que lo protege.
Por eso, el 11 de abril del 2006, cuando se desmovilizaron cerca de 1.800 hombres de 'Héroes del Llano' y 'Bloque Guaviare' (distintos a los de Llanos y Arroyave), en un corregimiento de Puerto Lleras (Meta), se vieron muchos con uñas negras.

En el diario de un comandante paramilitar del bloque de Miguel Arroyave, publicado por la revista Semana, este cuenta que cogieron a 15 muchachos de 'Martín Llanos' y uno de ellos, en muy mal estado, le pidió que mejor lo matara. "Déjeme morir. Me tengo que morir hoy. Hace un tiempo yo hice un pacto con el más allá para obtener protección. A mí me rezaron en cruz y según la persona que lo hizo, para que no me entrara el plomo yo tenía que obedecer algunas cosas que las ánimas pedían que hiciera y hoy ya me dijeron que me había llegado la hora", habría dicho el joven. "Vi las heridas -escribe el comandante- que eran muy profundas, algunas atravesaban el cuerpo y la verdad es que eran muchas como para que todavía estuviera vivo".
Un infierno que el país no vio
Pero más allá de los espantos lo cierto es que la manera cómo reclutaba y entrenaba 'Martín Llanos' a sus combatientes (2002 y 2003) y luego la guerra en la que se trenzó con los 'urabeños' durante dos años y medio (abril del 2003 a octubre del 2005) convirtió a gran parte del Meta y el Casanare en un verdadero infierno.
En el 2001, 'Martín Llanos' decidió hacer fuerte su ejército. En un solo curso, de los varios que hizo en el 2002, entrenó a 220 muchachos. Se veían niños hasta de 13 años. A muchos los recogían de los pueblos y fincas de la zona, a otros los sacaron de correccionales como la de Villavicencio, se llevaron niños de la calle de Bogotá, muchachos en las esquinas de Ciudad Bolívar, del Tolima y hasta algunos incautos que caían con avisos que invitaban a ir a un "centro de rehabilitación especial para la drogadicción".
"A muchos les decían que iban a recoger arroz, y cuando llegaban y se daban cuenta, se veía mucho hombre llorar", recuerda uno de ellos.
Y lloraban porque los entrenamientos eran campos de exterminio: muchos se quedaban a mitad de camino destrozados por sus mismos compañeros. El método 'pedagógico' era macabro: se deshacían de los débiles o los que no parecían estar convencidos de la causa y con sus crueles asesinatos le daban al resto lecciones de barbarie.
Cada uno de los entrevistados tiene su propia historia de como, a los pocos días de llegados, les tocaba participar del descuartizamiento de cualquier recluta por una falta ínfima. No importaba la falta, era solo una excusa para convertir, en menos de dos meses, muchachos de 16 años en hombres dispuestos a matar.
"Los cursos antes eran más difíciles, de 20 que entraban solo salían (vivos) 10 ó 5. Después, de 180, solo se quedaban en el camino 10 ó 15".
Un tolimense, al que se llevaron de 16 años, cuenta su primera 'lección': "Una pelada se acostó con un man y quedó embarazada. La mataron y todos teníamos que pasar para partirle un pedazo y entregárselo al comandante. A uno le tocó el feto de un mes".
En un momento dado, abrumados además por la inmensidad del llano y la soledad, perdían cualquier sentido de los valores humanos. Hasta el punto de que tomaban como un pasatiempo de adolescentes comer carne humana.
"Lo de la carne es curiosidad. En los cursos del 2002 o 2003 comía carne el que quisiera. En los de antes sí les tocaba obligados. En mi curso mataron a a un ñero que con la droga tenía pasado el cerebro. Mataron al chino y un comandante dijo: traigan un pedazo de carne para que pruebe al que se le de la gana o si no todos jartan a las malas".
-¿A qué te supo la carne?
-Normal. Comí del lado de la nalga. Como usted comer carne de marrano. Como usted fritar un pedazo de cuero con carne. Todo mundo como que sí comía, como que no. Cada uno cogía su pedacito. Y ya si le gustó se lo comía.
Y es enfático en dejar claro, -No es para cogerlo de vicio y que si se le acabó la carne entonces mate al vecino".
En confesiones que han recogido fiscales de Justicia y Paz, otros 'paras' han contado también este tipo de escarceos caníbales. Los ejemplos de episodios macabros, ocurridos en esa tierra, abundan.
Duerme por ejemplo en expedientes el testimonio de 'Menudencias', un muchacho de 23 años con cuerpo de niño que un día en la cárcel de Acacías dijo ya no poder con el cargo de conciencia y contó de un señor de apellido Polo con dos hijos guerrilleros al que el comandante 'Solín', en Aguazul (Casanare), para que confesara donde estaban sus hijos "le inyectó un veneno de prueba en humanos". Lo encerró en un cuarto y los demás miraban por las rendijas. "Se le salían los ojos al cucho y los demás juagados de la risa".
Contaba también como les hacían tomar la sangre de los compañeros que mataban en entrenamiento "para obtener la fuerza del muerto".
Los dos años de apocalipsis
De todas esas historias nunca el país se enteró. Ni tampoco, a pesar de todo el ruido que implicó, se dio mediana cuenta de la dimensión de la guerra de abril del 2003 a octubre del 2005.
'Martín Llanos', que dominaba gran parte del Meta y Casanare, en un ánimo de expansión desde el 2001 se empezó a extender hasta Mapiripán y Caño Jabón (ruta importante de la coca hacia el Guaviare) y hasta Boyacá. Mientras que Miguel Arroyave, que recién había comprado el bloque 'para' a Vicente Castaño, empezó a tratar de recortarle terreno.
Al principio, cuenta un investigador que vivió de cerca esa guerra, era una pelea entre 'criollos' (los de Llanos) y 'paisas' (los de Arroyave), en la que estos últimos, a pesar de ser grandes y fuertes, llevaban las de perder porque no conocían el terreno. Luego, bajaron a ayudarle a Arroyave tropas de Carlos Castaño, de 'Macaco' y de 'Don Berna'. Y lograron sacar a los 'buitragueños' del Meta en diciembre del 2003.
¿No pasa nada?
Y en la estocada final -sacarlos del Casanare- tuvo que ver el proceso de negociación con el Gobierno en Ralito. Como 'Llanos' se rebeló y a pesar del ultimátum que le dio el presidente Álvaro Uribe en agosto del 2004 no quiso ser parte de la mesa de negociación, la artillería del Ejército acabó con sus tropas.
"Era triste ver cómo esos niños (los de 'Martín Llanos') al ver esos tipos grandes y los helicópteros, botaban el fusil y salían corriendo", cuenta una autoridad judicial de la zona.
¿Y que pasó con todos? Arroyave es asesinado en noviembre del 2004, en plena negociación con el Gobierno.
'Martín Llanos' logró fugarse del cerco oficial en octubre del 2005. No se sabe nada de él. Su papá, Héctor Buitrago, hoy sigue reclutando.
Los grupos herederos de los 'paras' ('cuchillos ' y 'macacos') se han ensartado en una guerra que en agosto de este año dejó, según la Policía, 250 muertos de lado y lado.
'Cuchillo', señalado de asesinar a su jefe Arroyave, a última hora no se quiso desmovilizar y hoy manda a nuevos 'paras' desde el Guaviare.
Y en Bogotá, en un barrio popular, hay un muchacho de 19 años, que tres años después de vivir ese infierno me dice: "Por la noche me despierto con miedo".
"El comandante le preguntó: '¿De dónde viene? De parte de Dios o de parte del diablo'. Y el espíritu le contestó: 'Es que a mí uds. me confundieron. Yo no era guerrilla, yo era un campesino'".Cuenta joven bogotano que a los 16, con engaños, lo llevaron a la guerra.
"La última vez que miré eso fue a tres viejas que les dio de 6 de la tarde hasta las 12 de la noche. Esas mujeres les ganaban a 2 ó 3 tipos teniéndolas y corrían más que un carro. Tocó amarrarlas y echarlas a una quebrada de agua fría. Se desmayaban y se levantaban y corrían como un espanto. Y otra vez caían y volvían en sí y decían ¿qué pasó?. No se mató ninguna, pero sí se estropean mucho".Un llanero de 22 años que estuvo en la guerra del 2003 al 2005.
"Había gente a los que les echaban agua bendita y eso parecía como si se les echara ácido, se tiraban a volverse más locos. No tiene uno ni como explicarlo".Un joven de Villavicencio al que reclutaron a la fuerza.
$200 mil Le pagaban al reclutador que recogía muchachos de 15 y 16 años de barrios pobres de Bogotá y los llevaba engañados a la guerra.
LUZ MARÍA SIERRAJEFA DE REDACCIÓNluzsie@eltiempo.com.co

‘Grupo de los Seis’, Castaño Gil en Mi Confesión.


Los consejeros de los paras según 'Don Berna'
Justicia y Paz Versiones
Miércoles, 15 de Febrero de 2012 01:40
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El ex jefe paramilitar señaló al ex secretario de Gobierno de Antioquia, Pedro Juan Moreno, y al ganadero cordobés, Rodrigo García, como dos personas que aconsejaban a Carlos Castaño.
 
Pedro Juan Moreno Villa pasó de ser incondicional a distanciarse de Álvaro Uribe. Rodrigo García fue detenido en 2009 pero murió dos años después. Fotomontaje VerdadAbierta.com
En su segundo día de versión libre ante fiscales de la Unidad Nacional de Justicia y Paz, el ex jefe paramilitar y confeso narcotraficante Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’, señaló a Pedro Juan Moreno Villa, exsecretario de Gobierno de Antioquia, como uno de los integrantes del ‘Grupo de Notables’ que asesoraba al comandante paramilitar Carlos Castaño Gil.
El ex jefe los bloques Cacique Nutibara, Héroes de Granada y Héroes de Tolová, así como ex inspector de las Auc, se refirió desde una prisión de Miami al ex funcionario de la Gobernación de Antioquia bajo la administración de Álvaro Uribe Vélez al tratar de explicarle a la Fiscalía en qué consistía el llamado ‘Grupo de los Seis’, reseñado por Castaño Gil en el libro Mi Confesión.
En esa extensa entrevista describió a sus integrantes como “hombres al nivel de la más alta sociedad colombiana. ¡La crema y nata!”.

Al respecto, alias ‘Don Berna’ corrigió la historia y dijo que llamado ‘Grupo de los Seis’ realmente estaba conformado por doce personas a los que el comandante Castaño acudía con regularidad.
“Yo lo llamaría el ‘Consejo Superior’: daba orientaciones en la parte política en la lucha contra la guerrilla y al que Carlos consultaba decisiones trascendentales”.

De acuerdo con las explicaciones de Murillo Bejarano, este grupo apoyaba a los paramilitares desde su nacimiento y su interés era que las Auc evitaran acuerdos con estos grupos insurgentes y continuaran con su confrontación antisubversiva hasta que no hubiera ni un guerrillero en Colombia.

“Las autodefensas era una organización político-militar, con una propuesta para el país que se identificaba con unos sectores interesados en que en Colombia se mantuviera la democracia y que la guerrilla no tuviera espacio ni la posibilidad de triunfar. Nuestra guerra no solo era militar sino ideológica y política”, indicó alias ‘Don Berna’ y agregó que el ‘Grupo de los Notables’ se disolvió en el año 2004, una vez se constató la desaparición y muerte de Carlos Castaño.

Uno de los momentos tensos de la versión libre fue cuando los fiscales que conducían la audiencia le preguntaron al ex jefe paramilitar sobre quiénes integraban ese grupo. “De manera muy atenta solicito a la Fiscalía obviar esta pregunta y más adelante la ampliaré, ya que por razones de seguridad me preocupa responder ahora”, respondió Murillo Bejarano.

Ante la insistencia de la representante del ente acusador por conocer los nombres de las doce personas que asesoraban a la comandancia de las Accu, el exparamilitar dijo: “hay unos que ya fallecieron, como Rodrigo García y Pedro Juan Moreno, pero hay otros que están vivos y siguen teniendo algún tipo de injerencia en la vida nacional”.

Rodrigo García Caicedo
 fue un líder del Partido Conservador y directivo del Fondo Ganadero de Córdoba; por varios años padeció las secuelas de la extorsión y la muerte de sus reses que le infligía la guerrilla del Epl y sobrevivió a los atentados realizados por las Farc en su contra.
Los constantes ataques de la subversión lo llevaron a convertirse en uno de los principales consejeros de Carlos Castaño, así como uno de sus financiadores. Por sus nexos con el paramilitarismo fue detenido el 23 de enero de 2009 en Montería y murió dos años después, el 24 de febrero de 2011.

Por su parte, Pedro Juan Moreno Villa fue un exitoso ingeniero y comerciante de la ciudad de Medellín, quien llegó a la política a través del Partido Conservador, siendo elegido concejal de Medellín, luego diputado y Representante a la Cámara.
En las elecciones de 1994 hizo parte de la campaña de Álvaro Uribe Vélez a la Gobernación de Antioquia, quien una vez electo para el periodo 1995-1997, lo llamó para que ocupara la Secretaría de Gobierno, donde alcanzó fama de “matón, de loco y atravesado”, descripción que, según le confesaba a la prensa, no le molestaba.

Debido a su enconado odio contra la izquierda, se convirtió  en un ejemplo del pensamiento de derecha en el país. Y según alias ‘Don Berna’, “siendo Secretario de Gobierno de Antioquia, Pedro Juan  era uno de los asiduos visitantes de Carlos”.

Desde ese cargo, y en medio de grandes polémicas nacionales e internacionales, impulsó las llamadas de cooperativas de seguridad y vigilancia privada, que eran conocidas como Convivir. Varios paramilitares que hoy están desmovilizados y están postulados a los beneficios de la Ley 975 han confesado que esas organizaciones fueron las fachadas de las Accu y las Auc en diversas subregiones de Antioquia.

Moreno Villa perdió la vida junto a su hijo y a dos personas más en un accidente aéreo ocurrido el 24 de febrero de 2006 cuando se desplazaba hacia la subregión del Urabá en desarrollo de su campaña política al Senado de la República.

Influencia de los ‘Notables’
En su declaración a los fiscales de Justicia y Paz, el postulado Murillo Bejarano destacó dos ejemplos en los cuales quedó en evidencia la influencia del ‘Grupo de Notables’: de un lado, los obstáculos a un eventual acercamiento de la cúpula de las Auc con el comando central de la guerrilla del Eln a finales de la década del noventa; de otro, el asesinato del activista de derechos humanos Jesús María Valle Jaramillo.

De acuerdo con alias ‘Don Berna’, a mediados de 2000 el comandante Carlos Castaño recibió en uno de sus campamentos de Córdoba a Carlos Alonso Lucio, quien llegó hasta allí con la idea de impulsar un acercamiento con el comando central del Eln, particularmente con Nicolás Rodríguez Bautista, alias ‘Gabino’, y buscar salidas a la confrontación armada.

Castaño aceptó la propuesta y acordaron hacer consultas cada uno en sus estructuras armadas.
Lucio partió en un helicóptero hacia la Serranía de San Lucas, en el sur de Bolívar, donde estaba asentado el comando central del Eln en un helicóptero de los paramilitares y regresó a Córdoba con la noticia de que había disponibilidad para los acercamientos; y de otro, el comandante de las Auc viajó a Montería a exponerle el tema a Rodrigo García Caicedo, ganadero y miembro del ‘Grupo de los Notables’.

“En las horas de la noche, nos desplazamos Carlos y yo a una finca cerca a la ciudad de Montería, donde nos reunimos con el señor Rodrigo García y se le explica el proceso que se lleva con el Eln. Inicialmente, no está de acuerdo, pero dice que tiene que consultar con las otras personas y nos conmina a regresar al día siguiente. Al volver, el ganadero le ratificó lo dicho: el ‘Grupo’ no acepta acuerdos con el Eln, se oponen totalmente”, precisó Murillo Bejarano.

De acuerdo con lo relatado por el ex jefe paramilitar, la noticia entregada por García Caicedo no le cayó bien a Carlos Castaño, quien se había hecho grandes expectativas, y una vez en el campamento paramilitar y en estado de ebriedad le ordenó a sus escoltas que amarraran a Lucio en un árbol y lo dejaran allí toda la noche con la intención de asesinarlo al día siguiente.

“Allí estábamos Salvatore Mancuso y yo, y disuadimos a Carlos de que no fuera a cometer semejante imprudencia y le recomendamos que lo mejor era dejar ir a Lucio, tal como ocurrió”, indicó ‘Don Berna’. 

Este ex jefe paramilitar expuso otro ejemplo que demuestra la injerencia del ‘Grupo de Notables’ entre la comandancia paramilitar. Se trató del asesinato del abogado y activista en derechos humanos Jesús María Valle Jaramillo, perpetrado en Medellín el 27 de febrero de 1998.

Según el postulado, el homicidio de Valle Jaramillo fue la respuesta a sus denuncias por las acciones desplegadas por estructuras paramilitares en el municipio de Ituango, su tierra natal, donde se perpetraron las masacres de El Aro y La Granja. Según alias ‘Don Berna’, quien incitó este crimen fue Pedro Juan Moreno Villa.

La molestia del exfuncionario se debía a que el jurista, desde su posición como Presidente del Comité Permanente de Derechos Humanos, Seccional Antioquia, venía denunciando la connivencia de sectores del Ejército adscritos a la IV Brigada con grupos paramilitares en el norte del departamento, razón por la cual fue denunciado penalmente por un soldado de esa guarnición militar semanas antes de su asesinato.

Finalmente, Murillo Bejarano reiteró que este tipo de acciones urbanas tenían el respaldo de la Fuerza Pública y aclaró que una de las personas condenadas por este caso, llamado Isaías Montes Hernández, no tuvo nada que ver con el crimen, el cual fue perpetrado por sicarios de la banda La Terraza, quienes posteriormente murieron en la confrontación con las Auc.