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lunes, mayo 18, 2020

Fraude en las elecciones del 19 de abril de 1970 - Fraude en las elecciones de Pastrana

NOSTALGIAS DE FRAUDE


Editado por Oveja Negra, el best seller de la Feria del Libro, en materia política y electoral, es sin duda el libro del ex ministro Carlos Augusto Noriega, en el que finalmente después de 28 años acepta por escrito lo que desde el 19 de abril de 1970 estaba en boca de todo el mundo: que a Rojas Pinilla le birlaron esa elección y que Misael Pastrana llegó a la Presidencia por la vía expedita, pero poco procedente desde el punto de vista democrático, del fraude.

Por: D ARTAGNAN
29 de abril 1998 , 12:00 a.m.
Ello es así no solo por lo que Noriega afirma en su libro Fraude en la elección de Pastrana Borrero . Afirmaciones, por cierto, que no se limitan apenas a los hechos precisos de dichas elecciones, sino que abarcan desde la renuncia que el entonces presidente Carlos Lleras Restrepo presentó en 1968, cuando un Congreso básicamente oposicionista le negó en un comienzo la aprobación de la Reforma del 68, y ésta solo vino a salir avante a raíz de la alianza con el jefe del MRL, Alfonso López Michelsen. Quien, para consolidar el hecho político, fue nombrado a la sazón Canciller de la República, y como tal, después de las controvertidas elecciones, obró cual conducto mediador para evitar a la postre que una sublevación popular de la Anapo, encabezada por el General y su hija María Eugenia, terminara en un desbordamiento aún peor del orden público del que ya se registraba por esas calendas.
Trae el libro transcripciones textuales de importantes columnistas; mas, en abono de la tesis de que sí hubo fraude, nada mejor para corroborarlo que la opinión de doña Ana María Busquets de Cano, la esposa de don Guillermo Cano, quien al respecto dice: Tal vez un fraude, pequeño si se quiere, tal vez el ministro de Gobierno ayudó a realizarlo, tal vez no fue muy democrático el conteo final cuando estaban tan parejos los resultados. Pero si lo hubo, el Presidente de la República tuvo la suficiente visión como para ponerse del lado de lo que más convenía a los colombianos de tan mala memoria .
Aparte del fraude en sí mismo, el último capítulo es el más revelador del libro de Noriega: en él señala que a raíz del fraude, conclusión de ello fue la desastrosa creencia de que al poder hay que tomárselo con las armas, no con las papeletas . Y agrega: Desmontar esa creencia es paso previo inexorable en el camino hacia la paz .
Esto me hizo recordar una reciente frase de Alfonso Cano jefe de las Farc cuando dice, en carta a Enrique Santos Calderón: Los guerrilleros hemos sido obligados a empuñar las armas para encontrar la paz. Es la gran contradicción... y una terrible verdad . De paso, Cano justifica la actitud militar de la guerrilla apelando al argumento de que en nuestro país no existe una oposición legal al Estado porque la acabaron a fuerza de tiros y terror .
De ahí la gravedad coyuntural de las palabras del Tigrillo Noriega cuando advierte, al finalizar su obra: El fraude en la elección del doctor Pastrana, aquel 19 de abril, las guerrillas revolucionarias ya existentes y ésta nueva (refiriéndose a la aparición del M-19), lo entendieron como perentoria advertencia de que aquí, entre nosotros, el poder para poner fin a un orden injusto no se alcanza con votos sino con balas. Este episodio electoral del 19 de abril le ofreció material ideológico de remuda a los movimientos subversivos que asolaban al país y lo siguen asolando . Y remata el ex ministro conservador, perentoriamente: Por eso estamos como estamos .

Por eso estamos como estamos... En un ilustrativo artículo publicado la semana pasada en El Espectador, el abogado Ramiro Bejarano califica como una salida en falso del Registrador Nacional del Estado Civil, al responder errada y airadamente un reclamo público sobre la inclusión de la consigna del candidato Pastrana en el tarjetón electoral. Para el funcionario, es posible que el conservatismo utilice su nuevo logosímbolo en el tarjetón electoral. Según Bejarano, no hay texto legal alguno que hable de logosímbolos y considera que es una denominación extraña a la ley electoral. Muchísimo menos acudiendo al frágil expediente de sostener que es lo mismo un símbolo que una consigna.
Tolerar consignas políticas en el tarjetón es, más que un desaguisado, una especie de fraude anticipado, tendiente a inducir mañosamente al elector a marcar tal tarjetón mediante métodos totalmente indebidos.
Sobra decir que Jaime Calderón Brugués es ha sido siempre del riñón de la Casa Pastrana. Por eso resulta cuando menos insólito escuchar de dicha campaña, a cada rato, reclamos sobre garantías electorales, cuando el verdadero garantizador de la pureza electoral no es el Gobierno (o para ser más explícitos, no únicamente el Gobierno) sino esencialmente la Registraduría Nacional, que es hoy un ente completamente autónomo del Ejecutivo, a partir de la Constitución del 91. Es decir, paradójicamente, contrario según lo que entiendo a cuanto sucedió en las elecciones del 19 de abril del 70, pese a que el cambio de votos entonces se hizo como dice Noriega en su libro a costa, naturalmente, de maniobras fraudulentas, de muy fácil consumación en municipios, corregimientos e inspecciones periféricos .
Parecería no obstante que la manía de seguir votando después de las siete de la noche en algunos departamentos, curiosamente no se ha acabado... Eso, de acuerdo con las denuncias y escándalos que ha habido al respecto, en relación con las últimas elecciones parlamentarias

3 años antes, Noriega había comenzado a insinuarlo: