La derecha es la nueva fuerza política del país
NACIÓNPor primera vez en muchos años la derecha se destapa y se convierte en una verdadera fuerza política. ¿Llegó para quedarse?
Álvaro Uribe Vélez, expresidente y senador electo por el Centro Democrático.
“En Colombia hay más conservatismo que Partido Conservador”, solía repetir Álvaro Gómez Hurtado. El inmolado líder explicaba así la paradoja de una sociedad más tradicional que otras naciones latinoamericanas pero donde nunca ese sentimiento de derecha se expresaba en las urnas. Eso está cambi
ando. Las últimas tres jornadas electorales –las parlamentarias y las dos vueltas presidenciales– reflejaron un importante respaldo a las ideas del lado derecho del espectro político. Y la novedad es que mientras históricamente la derecha se disfrazaba de centro para buscar votos, en este año se destapó y puso sus verdaderas cartas sobre la mesa. La pregunta que dejan las urnas es si el fenómeno del Centro Democrático constituye una irrupción duradera de esa tendencia ideológica o simplemente una moda pasajera que se diluirá en pocos años.
El principal protagonista de esas victorias es el expresidente Álvaro Uribe y el Centro Democrático, partido creado alrededor de su liderazgo. Si bien surgido del liberalismo, Uribe convirtió al Partido Conservador en el principal apoyo de sus dos gobiernos. A la bandera de la seguridad democrática y su política económica se sumaron los liberales de derecha y muchos empresarios. Esta fusión desembocó en lo que hoy es el Centro Democrático.
Aunque durante los ocho años del gobierno Uribe ese nuevo conglomerado no se clasificó como de derecha, fue la pelea con el presidente Santos la que forzó a salir del closet y a convertirse en lo que es hoy. La fractura entre el hoy senador electo y el primer mandatario marcó la campaña y literalmente partió en dos a Colombia. El 45 por ciento de los votantes en la segunda vuelta con casi 7 millones de votos apoyó a Óscar Iván Zuluaga, el candidato uribista, quien ganó en 14 de los 32 departamentos del territorio nacional. El propio Uribe se bajó del pedestal a la trinchera como cabeza de su propia lista al Congreso que hoy es la segunda fuerza política del país, con 20 senadores y 16 representantes.
El próximo 20 de julio el exmandatario trasladará sus críticas al gobierno Santos de las redes sociales a los escaños parlamentarios. En un país donde la oposición siempre se asociaba a la izquierda, el surgimiento de una oposición real de derecha constituye una novedad por decirlo menos interesante. ¿Qué tan efectiva será esa oposición, qué ideas promoverán y con quiénes y a qué regiones representará?
Caudillo e ideas
Por más de una generación la única oposición que la opinión pública había conocido era alrededor de temas como los derechos humanos, apertura política, denuncias contra el paramilitarismo, falsos positivos y escándalos financieros. Y los nombres que los encarnaban eran Robledos, Petros, Luchos, Cepedas, entre otros. De ahora en adelante, esa franja tendrá que competir con José Obdulios, Palomas, Cabales y Rangeles.
Con la llegada del furibismo al parlamento, los temas de la agenda de la oposición van a cambiar. El principal frente de batalla va a ser apretarle las tuercas al máximo a cualquier acuerdo de paz. De ahí en adelante las prioridades van a pasar de la justicia transicional a la no impunidad, de encarcelar militares a sacarlos de estas, de reglamentar la mermelada, reducir el Estado y ponerle ‘tatequieto’ al matrimonio gay y a la legalización de la droga y el aborto.
Eso en cuanto a la oposición. Pero el Centro Democrático también está preparando reformas estructurales del Estado que no necesariamente son de oposición. Por ejemplo se habla de una reforma política y electoral que incluiría el voto obligatorio –que ya la semana pasada despertó polémica- , financiación estatal de las campañas y eliminación del voto preferente. La bancada uribista estaría asimismo preparando una propuesta de reforma a la Justicia, al sector salud y a la educación, temas pendientes de la agenda del presidente Santos.
Una de las revelaciones de las últimas elecciones fue Marta Lucía Ramírez, quien sin la maquinaria de su partido, logró despertar el entusiasmo en las huestes azules y alcanzó el milagro de casi 2 millones de votos. Para llegar hasta allí enfrentó toda clase de obstáculos. La oposición de los políticos tradicionales, el cuestionamiento de la legitimidad de su candidatura, el veredicto del Consejo Nacional Electoral y según ella, el intento del gobierno de neutralizarla. En esas circunstancias su hazaña fue titánica. Sin embargo, el futuro de Marta Lucía es muy incierto. La realidad es que en la derecha hay dos vertientes: la de los puestos y la de la ideología. La primera, la de la mermelada, es la de la bancada parlamentaria conservadora que apoyó a Santos. Estos encarnan la gran mayoría de los senadores y buena parte de los representantes quienes sin oxígeno burocrático no tienen manera de sobrevivir en sus departamentos. Marta Lucía definitivamente no formará parte de ese bloque pues la verticalidad de su posición contra Santos en la campaña fue contundente.
La otra vertiente es la ideológica. La de los conservadores tradicionales que actúan más por principios que por puestos y que consideran que Santos le está entregando demasiado a la guerrilla. Ese que sería el nicho natural de Marta Lucía, lo encarna para los colombianos el binomio Uribe-Zuluaga. Eso implica que lo más probable es que Marta Lucía se quede sola. Si el uribismo se queda con las banderas y el antisantismo y la bancada parlamentaria de ese partido se queda con la burocracia y las mieles del poder, se le cierran los espacios a la candidata, a pesar de su lucimiento en las pasadas elecciones.
Pero aun en el Centro Democrático hay diferentes matices. Aunque Uribe monopolice la atención en estos primeros meses de la segunda administración de Santos, Óscar Iván Zuluaga también ha ganado un espacio propio ante la opinión pública. Después de su derrota electoral seguramente tendrá interés en mostrar una plataforma menos radical de la que le tocó enarbolar en la campaña. Del mismo modo, surgirán nuevas figuras que no tienen que coincidir en el mismo grado de furibismo. Así como se sabe que José Obdulio Gaviria, Paloma Valencia y María Fernanda Cabal serán la guardia pretoriana del expresidente, habrá otros nombres que querrán moderar en alguna forma los excesos que llevaron a la derrota.
¿Un país conservador?
La evolución política creada por el Centro Democrático ha hecho que el calificativo de derecha, pase de ser un insulto a una palabra políticamente correcta. Hasta hace poco esa expresión estaba tan estigmatizada que ni siquiera los conservadores la usaban. Se asociaba con el paramilitarismo y las facciones extremistas en el estamento militar. Santos, durante su campaña reeleccionista, utilizaba la expresión “extrema derecha” para dar la impresión de que el uribismo era una franja marginal. Esa estrategia pudo haber sido útil para ganar las elecciones, pero esa franja dejó de ser marginal y representa el 45 por ciento de los votantes.
Este resultado es históricamente significativo. Tradicionalmente los candidatos más conservadores habían sido derrotados por amplios márgenes en las elecciones colombianas. Álvaro Gómez como símbolo de la ideología conservadora perdió tres veces la Presidencia (en 1974, 1986 y 1990) por más de 20 puntos porcentuales ante Alfonso López Michelsen, Virgilio Barco y César Gaviria respectivamente. Los dos últimos presidentes de origen conservador, Belisario Betancur y Andrés Pastrana, para ganar tuvieron que ocultar el nombre de su partido y enrroparlo en supuestas coaliciones pluralistas. Betancur se presentó como candidato nacional y Pastrana como ‘Nueva Fuerza Democrática’. En ninguna parte apareció la palabra conservador. Aún con ese camuflaje los godos ganaban muy estrechamente con márgenes del 3 o 4 por ciento. La votación de Zuluaga es la más alta de un candidato con banderas abiertamente de derecha en los últimos 25 años.
La nueva realidad política es que la derecha destapada en la actualidad se acerca a la mitad del país. Esto le dio la razón póstumamente a Álvaro Gómez en su afirmación de que Colombia espiritualmente era más conservadora que electoralmente. La encuesta del Barómetro de las Américas 2012, que compara las tendencias ideológicas de todos los países del continente, ratifica que Colombia tiende cada vez más hacia la derecha. En una escala de 1 a 10, donde 1 es la extrema izquierda y 10 es la extrema derecha, los colombianos registran un puntaje de 6,2. De 24 países solo Surinam está por encima de Colombia y Paraguay la empata. Los otros 21están por debajo. Si bien ese índice ha girado un poco hacia la izquierda desde los años del gobierno de Uribe, la posición ideológica de los colombianos es mayoritariamente conservadora.
Otras mediciones sobre actitudes sociales confirman el tradicionalismo de la sociedad colombiana. La misma edición del Barómetro muestra que, con excepción del divorcio y del sexo prematrimonial, los colombianos registran posturas conservadoras ante el aborto, el matrimonio homosexual y el consumo de drogas. Una mirada más cercana a esas encuestas refleja que, como lo ha descrito Juan Carlos Rodríguez del Observatorio de Democracia de la Universidad de los Andes, los simpatizantes de derecha en Colombia corresponden a personas mayores, menos pudientes y con más bajo nivel educativo.
En la encuesta del Barómetro de 2013 se midieron las diferencias alrededor del proceso de paz antes de las elecciones presidenciales. Mientras un 32,6 por ciento de los encuestados a nivel nacional no apoyaba las actuales negociaciones con las Farc, un 70 por ciento de la muestra nacional decía estar en desacuerdo con la eventual participación política de las guerrillas y un 75 por ciento rechazaba la opción de no castigar a los guerrilleros por los delitos graves cometidos. Posturas como estas frente al conflicto, la paz y la sociedad hicieron parte activa del discurso del Centro Democrático que se apoyó en ese bloque del electorado.
Otra realidad es que ese ideario no cuenta con medios de comunicación y hasta ahora su presencia se siente más en las redes sociales. Algunos dirigentes del Centro Democrático como Francisco Santos están proponiendo la creación de un medio de comunicación que defienda su ideario. Lo cierto es que el discurso de paz de Santos en la última campaña tuvo mejor entrada en los medios nacionales y regionales que su contraparte uribista. También está el hecho de que toda la denominada intelligentsia es antiuribista. Con excepciones como el diario El Colombiano de Medellín y la Universidad Sergio Arboleda, los medios tradicionales y los centros académicos son bastante críticos de lo que encarna el Centro Democrático.
Las elecciones de 2015
La nueva derecha que representa el uribismo tiene ideas, figuras, mensajes con llegada a la opinión y los primeros triunfos electorales en varias regiones. Su próxima prueba de fuego se dará en el nuevo Congreso cuando tendrán que organizar y funcionar como bancada opositora. Aunque en la actualidad la nueva derecha representa apenas el 20 por ciento del Congreso, tiene el mérito de ser más coherente que la nueva izquierda que acaba de conformarse y que representa el otro 80 por ciento.
Esta última, encabezada ahora por Juan Manuel Santos, en el fondo es una colcha de retazos que se ha logrado mantener unida por la ilusión de la paz, la mermelada y el antiuribismo. El Centro Democrático es todo menos una colcha de retazos. Como dijo William Ospina en su controvertida columna apoyando a Zuluaga en la pasada campaña, el uribismo sabe lo que representa, odia a sus enemigos y uno sabe a qué atenerse