miércoles, febrero 13, 2019

La Guerra, Los Guerreros, La Memoria ( a propósito del Centro Nacional de Memoria Histórica)

( Relatoria de María Emma Wills Obregón ) 

A manera de síntesis de las lecturas de contexto, queda clara una cuestión: la Fuerza Pública (FP) como institución no quiere quedar como el chivo expiatorio de estos 50 años de conflicto armado y menos cuando lee las negociaciones actuales como fruto de su victoria militar. Su énfasis en lo jurídico manifiesta tanto la preparación profesional de varios de sus oficiales en el campo del derecho, su preocupación con la justicia penal, y la existencia hoy de direcciones para la defensa jurídica de integrantes de la Fuerza Pública. A raíz de varios juicios en los que oficiales de alta jerarquía han sido condenados, la institución ha dado prioridad a la preparación jurídica de sus propios hombres y mujeres, y se ha comprometido en una estrategia para defender a sus integrantes en los estrados judiciales. El lenguaje jurídico que muchos de ellos emplean para reconstruir el pasado es entonces la expresión de ese énfasis y de su preocupación con la justicia penal, que ven como un aparato politizado del que deben desconfiar: “Ganamos la guerra en el terreno militar pero la izquierda nos derrotó en el campo jurídico”. 

Por otra parte, su aferramiento a la tesis de las manzanas podridas manifiesta su lectura de que aceptar responsabilidades de índole institucional debilita el respaldo de los colombianos a la Fuerza Pública, atenta contra el honor militar, y distorsiona la mirada de futuras generaciones sobre su papel heroico en la defensa de las instituciones y la democracia colombiana.

Por esta razón, en algunas ocasiones, sectores de la FP han impulsado la construcción de una memoria institucional del conflicto armado. Cada actor puede aportar a la construcción colectiva de la memoria histórica desde la verdad oficial de la organización de la que proviene. No obstante, las verdades oficiales suelen, consciente o inconscientemente, borrar los lunares y representar a cada actor en el escenario público con sus mejores galas. Las verdades oficiales no admiten errores y generalmente se fundan en historias maniqueas de héroes y villanos. Están más cerca de los cuentos de hadas que de las historias que nos conmueven o nos repelen porque nos hablan de seres humanos, surcados de defectos, ambivalencias, miedos, corajes y gestos a veces generosos. De las verdades oficiales o las historias institucionales se aprende a pensar sin cuestionar o, mejor dicho, se aprende a obedecer. Este tipo de verdades está más acordes con sistemas premodernos de construcción de conocimiento, está más cerca del dogma que del debate y en general no admite ser interpeladas. La interpelación se vive, cuando ocurre, como sacrilegio.

Por eso, emprender el camino de la construcción plural, colectiva y abierta de la memoria histórica exige el reconocimiento de que “ninguna institución u organización se puede hoy proclamar como infalible. La democracia justamente permite transitar de una lógica de infalibilidad a una lógica pública, visible”, donde quienes toman decisiones y movilizan recursos están dispuestos a rendir cuentas ante una opinión informada o ante otras instituciones.

El tema más difícil de conversar con oficiales de la FP alude al carácter falible de las instituciones. Desde su propia mirada, reconocer errores institucionales es una deslealtad que mancilla el buen nombre y el honor de su organización y que se puede pagar con la expulsión simbólica, pero también física de la gran familia que encarna, para ellos, la propia institución.

Una manera de comenzar a desatar ese nudo reside en la aceptación de que el cruce de líneas rojas por parte de todos los actores del conflicto fue producto de múltiples responsabilidades (lo que no quiere decir entonces que NO hay responsabilidades que asumir). Como lo menciona un colega,

Creo que lo importante aquí no es maniqueamente buscar un culpable absoluto (elemento que una cartografía del conflicto instituida en la oposición entre víctimas y victimarios establece) sino que al hablar de violencia en registros diferentes emerge una red de relaciones más complejas y por tanto formas de responsabilidad más complejas.

Es en los diálogos y controversias permanentes que las distintas instituciones y la sociedad en su conjunto podemos decantar, en procesos de largo aliento, miradas esclarecedoras de los contextos y sus múltiples actores, identificar las causas que desencadenaron el conflicto armado colombiano, las que lo degradaron y mantuvieron vivo durante décadas y como las condiciones que siguen alentando hoy las distintas violencias organizadas.

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TEXTO COMPLETO EN :  CONVERSACIONES INÉDITAS ENTRE LA FUERZA PÚBLICA Y EL CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTÓRICA: Aprendizajes de una experiencia (2012-2017)   (ó   https://drive.google.com/open?id=1P_9oHKDgj21uxo7vOaAnS4gmL3qqorxS )

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RESUMEN: 

Los hilos comunes 

Aunque parezca increíble, la comprensión tanto de sectores críticos como de los militares se intersecta, a pesar de venir de orillas políticas muy distintas y perseguir objetivos muy diferentes (Memoria del seminario, 2015). 

Ese punto de intersección empieza a dibujarse cuando se transita de una lectura maniquea del conflicto a una interpretación más compleja, donde aparecen múltiples actores, más allá de quienes van uniformados y portan armas. “¿Dónde están los políticos, donde están los propietarios de los bienes que la FP defendía?”, se preguntaron varios. Si ellos actuaron en la legalidad, los oficiales de la FP seguían órdenes, órdenes de los civiles. Por eso, como bien lo reconoce un académico cercano a la Esdegue,

La interacción militar con la población del campo no fue uniforme. Los terratenientes tenían recursos económicos, canales sociales y poder político para acercarse a los comandantes, para demandar protección preferencial y para movilizar apoyos en ayuda de unas fuerzas no siempre bien provistas para movilizarse y mantenerse en operaciones.

Más aún, muchos de ellos reconocen que:

El conflicto en Colombia tiene unas causas objetivas que se resumen en el abandono en el que se encuentran ciertas regiones. Entre nosotros (miembros de la FP) decimos que hay dos Colombias. La que vemos acá en estas oficinas [mientras señala la sala en la que estamos reunidos] es una, la más pequeña. La que está afuera es grande y vive en condiciones de miseria, abandonada. Cuando nosotros llegamos (Ejército) a la otra Colombia estamos delante de miseria, de personas a las que no les ha quedado otra alternativa que vincularse a actividades ilícitas. Yo me pregunto: si hubiera nacido en una de esas regiones, ¿qué hubiera hecho? Sin duda hubiera sido guerrillero. Porque usted debe saber que en esas zonas es fácil creerle a la guerrilla que entra a engañar a la población (cita no textual de invitado al Seminario, 2015).

El reconocimiento de esas dos Colombias viene acompañado de la constatación de que a esas regiones abandonadas no llega “el Estado Integral”, sino la FP que “construye carreteras, vacuna niños, hace escuelas” pero luego debe marcharse. Cuando se marcha, no llega la otra institucionalidad responsable de la dimensión social del Estado (escuelas, salud, carreteras, servicios) minando la confianza construida por el quehacer de la FP. Toda esta lectura que permite leer los contextos, no desde los que portan el uniforme y las armas, sino desde las alianzas y los tomadores de decisiones sociales y políticas, se acompaña de la reiteración de que “lo importante es que no nos satanicen por la labor que cumplimos”. Por eso, esos hilos comunes que suelen parecernos tan imposibles de encontrar, pueden resultar de lecturas complejas de contextos regionales. Aquí entonces la complejidad hace referencia a los múltiples actores involucrados abierta o de manera subrepticia en la guerra, las alianzas fluctuantes que los unen y los desunen, sus miradas justificadoras de la guerra, y los diseños institucionales y recursos que cada alianza moviliza, y la innegable presencia diferenciada del Estado en los territorios. La comprensión compleja del rompecabezas de los contextos requiere de las distintas voces y miradas de los actores enfrentados, y del concurso de los archivos y saberes, todos ellos integrados.

Los puntos de desencuentro en las miradas del CNMH y la FP y los nudos y tensiones 

Si en las lecturas de contexto encontramos lugares de encuentro, también es posible identificar las zonas de controversia o abierta confrontación. En algunos casos esas confrontaciones tienen que ver con distintas maneras de llenar de contenido ciertos conceptos clave.

Legalidad/legitimidad: 
Mientras para la FP no cabe la menor duda de que las FF. MM. y la Policía como instituciones han obrado en el marco de la legalidad y esa legalidad les otorga automáticamente legitimidad, para los investigadores del CNMH el vínculo entre legalidad y legitimidad no es automático. Desde una mirada netamente jurídica, legitimidad y legalidad efectivamente se acercan. La legitimidad de las normas se deriva de que ellas sean producto de procedimientos consignados “positivamente”, es decir, expresados de manera escrita en constituciones, códigos y protocolos. La reiteración de la FP de que ella es una fuerza legal mientras las guerrillas son ilegales traduce su necesidad de claramente separar unos y otros actores, trazar una línea moral que separa a los buenos (las fuerzas legales) de los malos (los ilegales), y una preocupación por el esclarecimiento de responsabilidades históricas y la identificación de los orígenes de la guerra en el país: ¿Quién tiró la primera piedra? La lógica detrás de su afirmación es que si las Fuerzas del Estado son legales –y por tanto jurídicamente legítimas– entonces los responsables de desencadenar la guerra colombiana son las guerrillas que, en su condición de ilegalidad y por tanto de ilegitimidad, atacaron las instituciones legítimamente constituidas. Pero desde los marcos de las ciencias sociales, la legitimidad no solo acoge sentidos jurídicos. Desde una acepción más sociológica e incluso antropológica, la legitimidad remite a observar la adhesión e incorporación de unas normas por parte de una ciudadanía y sus instituciones, y su traducción en un uso cotidiano. En Colombia la existencia de unas guerrillas, los patrones de corrupción, el desafío de organizaciones criminales y el uso generalizado de costumbres no acordes a las normas jurídicas, son señales empíricas que indican el bajo grado de apropiación de las normas jurídicamente establecidas, sobre todo en ciertos territorios y sectores. Otras normas distintas rigen en estos territorios dando origen a otro tipo de legitimidades. Por último, si admitimos el uso más frecuente de legitimidad que asocia el concepto a “lo justo” (acepción más filosófica), entonces el CNMH, adhiriendo al pluralismo que defiende nuestra constitución y nuestras leyes, admite que en una democracia, los distintos partidos y sectores sociales consienten distintas nociones de “lo justo” y que es precisamente la existencia de esa variedad de nociones de un “buen vivir juntos” y su exposición pública, lo que distingue una sociedad democrática pluralista de otras más autoritarias (Mouffe, 1992, página 2003)

En síntesis, mientras los oficiales de la FP admiten el sentido jurídico de legitimidad, los investigadores del CNMH acogen los significados más antropológicos, politológicos y sociológicos del concepto. Otra manera de exponer este desencuentro es señalar cómo, si se acoge la noción jurídica de legitimidad-legalidad, se cierra el debate sobre responsabilidades y orígenes, así como las controversias sobre los sentidos de la historia que, desde la mirada jurídica, adquiere una transparencia a partir del código y las leyes, y sus sentidos dejan de ser motivo de reflexión o controversia, y menos aún de reconstrucción explicativa de las decisiones que adoptan los diversos actores.

Actores del conflicto/la distinción de actores legales e ilegales del conflicto 

Si bien en términos de calificación jurídica, la FP es legal y las guerrillas son ilegales, en términos sociológicos, antropológicos o de ciencia política, todos ellos son actores del conflicto armado, organizados en torno a reglas y jerarquías que coordinan su accionar en el uso estratégico de la violencia. Cuando un investigador busca desentrañar las dinámicas de un conflicto armado, la distinción jurídica es solo una de las variables para tener en cuenta, que no permite comprender y explicar las dinámicas del conflicto armado, y sus variaciones temporales o espaciales. La pregunta sobre las guerras, desde las ciencias sociales, se centra en un análisis de los recursos, los repertorios de violencia, las alianzas que los actores en conflicto acumulan y la manera como se van modificando las dinámicas armadas. La mirada militar se funda en los preceptos jurídicos mientras el marco interpretativo del CNMH se rige por las miradas más sociológicas o politológicas de la investigación social.

Manzanas podridas/diseños institucionales e incentivos perversos/políticas de Estado 
¿Por qué agentes de la FP han infringido la ley y han delinquido? Según la mirada de la FP, estas desviaciones del mandato institucional se producen por la opción de individuos que, con sus comportamientos desviados, infringen los códigos del servicio. La FP no ve patrones sino el caso a caso y exige por eso mismo que cada imputación a un agente de la FP se haga de manera individual y fundada en un acervo probatorio judicial. Para los investigadores del CNMH, cuando se reiteran patrones, la explicación no puede ser individual pues un estudio caso a caso no permite desentrañar las condiciones institucionales y organizacionales o las mentalidades y las alianzas que sirven de marco a estas acciones y las propician. Desde una mirada sociológica o politológica, esas condiciones pueden referirse a:

1. La existencia de políticas establecidas pública y legalmente que se traducen en diseños institucionales y marcos orientadores que, en ocasiones de manera premeditada pero en otras de manera involuntaria, generan efectos perversos.

2. La puesta en marcha de mecanismos de impunidad clandestinos que culminan en alianzas ilegales, y configuran de esta manera un entramado propicio para que las conductas se repitan sin ser sancionadas. Esta ausencia de sanción se convierte en una manera más de alentar la ocurrencia de estas conductas.

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TEXTO COMPLETO EN :  CONVERSACIONES INÉDITAS ENTRE LA FUERZA PÚBLICA Y EL CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTÓRICA: Aprendizajes de una experiencia (2012-2017)   (ó   https://drive.google.com/open?id=1P_9oHKDgj21uxo7vOaAnS4gmL3qqorxS )

jueves, febrero 07, 2019

Museo Casa de la Memoria de Medellín

Cathalina Sánchez MCM



En la zona centro oriental de la ciudad una gran casa se impone ante las demás, alberga recuerdos e historias de las victimas del conflicto armado en Colombia. Sus puertas están abiertas a la reflexión y al diálogo entre ciudadanos. La comunidad se conoce a través de sus ventanas. Se trata del Museo Casa de la Memoria (MCM) de Medellín.
Su historia comenzó en 2006, a raíz de una iniciativa del Programa de Atención de Víctimas de la alcaldía. Sin embargo, solo hasta 2011 se inauguró el espacio y, para 2015, se transformó en una entidad descentralizada de la administración municipal. Ahora, estará bajo las riendas de Cathalina Sánchez, su nueva directora.

La abogada e investigadora fue nombrada directora del Museo el pasado 28 de enero. Su carrera profesional se ha centrado en la investigación de temas relacionados con los derechos humanos y la sociología jurídica. También ha investigado temáticas relacionadas con los flujos migratorios de Colombia.

Es egresada de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) y realizó un doctorado en derecho en la Universidad de Aix-Marsella, en Francia. Sánchez habló con EL TIEMPO sobre los nuevos retos y proyectos.
¿Cuáles son los planes del Museo para 2019?
Nuestro reto más importante es aumentar el número de visitantes, no solo esperamos que las personas vengan al Museo, también queremos sacar contenidos del Museo porque hay personas que no pueden venir al lugar. Estamos pensando en participar en municipios por fuera del área metropolitana con exposiciones. 
Además, buscamos hacer publicaciones para crear una memoria y promocionar la biblioteca del Museo, que es el segundo centro de documentación especializado en conflicto armado del país.
De acuerdo con la visión del Museo, la memoria se concibe como una acción política, ¿por qué?
Somos sujetos políticos al tomar una postura y defenderla. Está relacionado con un hecho que genera un cambio en la sociedad. Cuando usted se reconoce como víctima o ha adoptado una posición frente al conflicto, a sus consecuencias o a las soluciones que se proponen, está haciendo política.
El Museo genera un espacio de convergencia en donde las víctimas se expresan, cuentan lo sucedido, crean sensibilidad en su comunidad e, incluso, crean respuestas políticas, participan de manera activa. 

El empoderamiento de las víctimas es importante porque pueden encontrarse con otras personas que han pasado por lo mismo, se unen, se organizan y empiezan a formular políticas públicas. Hablar de reconciliación es una acción política.
Colombia pasa por una serie conflictos sociales
Varios museos de memoria en el mundo, como el Museo del Apartheid, se enfocan en una época determinada. En el caso del MCM, ¿se centra más en el presente o el pasado?
Los museos de memoria pretenden impactar el presente y el futuro a partir de unos hechos acontecidos, es decir, generar una conciencia para evitar la repetición. En nuestro caso, no nos hemos detenido en una época específica porque el conflicto colombiano tiene particularidades, se prolongó por casi 60 años.
En principio, el museo hablaba de las víctimas, también damos miradas desde diferentes actores y analizamos cómo una sociedad evoluciona y se encuentra sumergida en distintas violencias.
¿Ahora es posible hablar de conflicto armado en Colombia?, si es así, ¿qué lo hace diferente al conflicto armado de hace 20 años?
El conflicto armado que referencian los violentólogos desde los años 50 era catalogado como interno. Si hablamos de grupos armados presentes como las bandas criminales o las Odín, no me atrevería a hablar de un conflicto armado según las características que establece el derecho internacional, pensaría que Colombia pasa por una serie conflictos sociales.
¿Qué necesitan los ciudadanos para superar el conflicto armado de Colombia?
Primero, un conocimiento de los hechos, un entendimiento de las razones que nos llevaron al conflicto, así, se pueden proponer soluciones para prevenir la repetición. Segundo, tolerancia y aceptación de las diferencia y tercero, generar unos espacios de convivencia.
MELISSA OROZCO DUQUE 
Para EL TIEMPO 
MEDELLÍN 
Twitter: @MelissaOrozcoD
Por: Melissa Orozco Duque 

07 de febrero 2019 , 08:28 a.m. https://www.eltiempo.com/colombia/medellin/entrevista-con-cathalina-sanchez-nueva-directora-mcm-323990

Día Internacional del Derecho a la Verdad


Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, 24 de marzo

Antecedentes

 Momentos después de que Monseñor Romero fue
asesinado en el altar. (Cortesía de la Fundación
Monseñor Romero)

En el estudio realizado en 2006 la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH) concluye que el derecho a conocer la verdad acerca de las violaciones manifiestas de los derechos humanos y las infracciones graves de las normas de derechos humanos es un derecho autónomo e inalienable, vinculado a la obligación y el deber del Estado de proteger y garantizar los derechos humanos, realizar investigaciones eficaces y velar por que haya recursos efectivos y se obtenga reparación.
En el estudio se afirma que el derecho a la verdad entraña tener un conocimiento pleno y completo de los actos que se produjeron, las personas que participaron en ellos y las circunstancias específicas, en particular de las violaciones perpetradas y su motivación.
En el informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, de 2009, sobre «El derecho a la verdad» Documento PDF, incluye un estudio sobre las prácticas óptimas para el ejercicio efectivo del derecho a la verdad, en particular las prácticas relacionadas con los archivos y los expedientes de violaciones manifiestas de los derechos humanos, así como los programas de protección de los testigos y otras personas que tomen parte en juicios por tales violaciones.
La Comisión de la Verdad para El Salvador se estableció de conformidad con los Acuerdos de México de 27 de abril de 1991 para investigar los graves hechos de violencia ocurridos desde 1980 y cuyo impacto sobre la sociedad reclamara con mayor urgencia el conocimiento de la verdad. En su informe de 15 de marzo de 1993 Documento PDF, la Comisión documentó los hechos del asesinato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero por las fuerzas pro gubernamentales, los llamados «escuadrones de la muerte». Él fue asesinado a tiros por un francotirador mientras celebraba una misa el 24 de marzo de 1980.


El derecho a la verdad se invoca a menudo en el contexto de las violaciones manifiestas de los derechos humanos y las infracciones graves del derecho humanitario. Las víctimas y los parientes de víctimas de ejecuciones sumarias, desapariciones forzadas, desapariciones, secuestro de menores o torturas exigen saber qué sucedió. El derecho a la verdad entraña tener un conocimiento pleno y completo de los actos que se produjeron, las personas que participaron en ellos y las circunstancias específicas, en particular de las violaciones perpetradas y su motivación.
El 21 de diciembre de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó Documento PDF el 24 de marzo como Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas.
Con la observancia de este día rendimos homenaje cada año a la memoria de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980. Monseñor Romero denunció activamente las violaciones de los derechos humanos de las personas más vulnerables de El Salvador.
El propósito del Día es el siguiente:
  • Promover la memoria de las víctimas de violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos y la importancia del derecho a la verdad y la justicia;
  • Rendir tributo a quienes han dedicado su vida a la lucha por promover y proteger los derechos humanos de todos y a quienes la han perdido en ese empeño;
  • Reconocer en particular la importante y valiosa labor y los valores de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, de El Salvador, quien se consagró activamente a la promoción y protección de los derechos humanos en su país, labor que fue reconocida internacionalmente a través de sus mensajes, en los que denunció violaciones de los derechos humanos de las poblaciones más vulnerables y su dedicación al servicio de la humanidad, en el contexto de conflictos armados, como humanista consagrado a la defensa de los derechos humanos, la protección de vidas humanas y la promoción de la dignidad del ser humano, sus llamamientos constantes al diálogo y su oposición a toda forma de violencia para evitar el enfrentamiento armado, que en definitiva le costaron la vida el 24 de marzo de 1980.

RECURSOS

Sitios sobre Monseñor Romero*

Biografía de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Arquidiócesis de El Salvador (Español)

*La Organización de las Naciones Unidas no se hace responsable del contenido de los mensajes ni del contenido de los sitios enlazados desde esta página. Los mensajes publicados no representan necesariamente la opinión de la Organización.

Documentos

Instrumentos internacionales

Proclamación del Día Internacional

·         A/RES/65/196 Documento PDF Resolución aprobada por la Asamblea General
Proclamación del 24 de marzo como Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas
·         A/HRC/RES/14/7 Documento PDF Resolución aprobada por el Consejo de Derechos Humanos
Proclamación del 24 de marzo como Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas

El derecho a la verdad

·         A/HRC/15/33 Documento PDF Informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre el derecho a la verdad (2010)
·         A/HRC/12/19 Documento PDF Informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre el derecho a la verdad(2009)
·         A/HRC/5/7 Documento PDF Informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre el derecho a la verdad (2007)

Resoluciones relativas al derecho a la verdad

  • A/RES/68/165 Documento PDF Resolución aprobada por la Asamblea General. El derecho a la verdad
·         A/HRC/RES/12/12 Documento PDF Resolución aprobada por el Consejo de Derechos Humanos «El derecho a la verdad» (2009)
  • A/RES/60/147 Documento PDF Resolución aprobada por la Asamblea General. Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del derecho internacional humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones

Otros documentos

·         E/CN.4/2006/91 Documento PDF Estudio sobre el derecho a la verdad
Informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (2006)
·         S/25500 Documento PDF, Informe presentado el 15 de marzo de 1993 por la Comisión de la Verdad para El Salvador

En la ordenación de Romero como obispo en 1970
(Cortesía de la Fundación Monseñor Romero)

TODA LA INFORMACIÓN VIENE DE 



jueves, enero 31, 2019

UN RELATO, NECESITAMOS CONSTRUIR UN RELATO COMÚN #Colombia #PostConflicto

Entre las muchas cosas para las que sirve la literatura es para armarnos un relato de nación. Malcom Deas, uno de los historiadores más importantes que ha estudiado Colombia, hizo ese libro maravilloso Del poder y la gramática, donde muestra que somos un país de gramáticos. Muchos de los presidentes tuvieron ese delirio de escritores, poetas o trovadores, como el mismo Uribe. ¿Usted cree que hace falta que la literatura nos cuente más de nuestro país por fuera de esa historia oficial? ¿Cree que sí sirve para esto?
Sí, claro. Toda sociedad es un tejido de historias. Ricardo Piglia tiene en alguna entrevista un pasaje muy bueno en el que dice que si en algún momento uno descubriera la capacidad mágica de enterarse de todas las historias que la gente se está contando, ahí tendría una comprensión de lo que es un país de forma mucho más intensa y mucho más profunda que cualquier número de estadísticas o análisis político o electoral. ¿Qué pasa con esto en el caso colombiano? Yo creo que la historia que nos hemos contado ha estado llena de vacíos, llena de mentiras, llena de medias verdades, llena de distorsiones. El hecho de que hoy en día estemos debatiendo todavía cuántos muertos hubo en la masacre de las bananeras y el hecho de que una congresista diga que eso es un mito de la narrativa comunista, significa que todavía estamos dando la pelea por el relato, por el relato que es nuestra historia, y la literatura tiene mucho que hacer ahí. En gran parte lo que mis novelas han tratado de hacer siempre es iluminar partes de nuestro relato que para mí han quedado a oscuras o han sido distorsionadas. He dicho muchas veces, en estos últimos meses, que una de las cosas que se estaban negociando en La Habana era un relato, y esto es muy importante porque creo que eso forma parte de lo que llamamos reconciliación y forma parte de cualquier escenario de posconflicto que queramos imaginar, que es la idea de que el relato de nuestra guerra no es el mismo dependiendo de quien lo cuente. El retrato es uno si lo cuenta una víctima de la guerrilla, es otro si lo cuenta una víctima del paramilitarismo, si lo cuenta un habitante de las ciudades es uno, si lo cuenta un habitante de las zonas rurales más golpeadas por la violencia es otro, y creo que es una responsabilidad de la literatura, del periodismo, de la historiografía contar todo esto. Tenemos que encontrar espacios donde todas las historias quepan. La única manera de contar la gran historia de un país es abrir un espacio donde todas las historias valgan, donde las personas tengan una idea de que su historia, su narrativa, lo que ha pasado, es válida y tiene derecho a existir. Y parte de eso es la novela. Por eso, yo admiro tanto Los ejércitos, la novela de Evelio Rosero, porque es un intento por contar esas historias de nuestra guerra, que no se han contado, desde la ficción y darles un derecho a existir que no han tenido antes o que han tenido difícilmente.




Sin embargo, la figura del escritor ha cambiado mucho en los últimos años. ¿Cuál cree que es la figura del escritor hoy?
Nunca he pensado que un escritor tenga obligaciones, pero eso no quiere decir que no las sienta como ciudadano. Por eso hago una separación muy clara entre el novelista y el ciudadano que quiere participar por interés, por curiosidad y por pasión en el debate público. Siempre he respetado a los escritores que se esconden, de tiempo completo, en la creación literaria y renuncian o se niegan a ensuciarse con el barro de la vida política de todos los días, pero yo no soy capaz de ser ese escritor. Yo sigo teniendo una noción de compromiso, que la muestro es en mi faceta como periodista y cuando asumo esa máscara, lo que estoy haciendo es tratar de convencer, tratando de dar respuestas, tratando de darles voz a ciertas certidumbres y todo eso es una ética muy distinta a la ética del novelista, porque el novelista escribe justamente porque nada tiene sentido, porque no tiene certezas, porque se hace preguntas, no porque tiene las respuestas y por esta razón es que al mismo tiempo mis novelas se meten con ese barro de la política, con las oscuridades, las complejidades, la suciedad de nuestra relación con el mundo público, con el mundo político. Así es la única manera en que yo entiendo este oficio.

POR DIEGO FELIPE GONZÁLEZ GÓMEZ.
FOTOGRAFÍA RICARDO PINZÓN 
REVISTA BOCAS

completa en  https://www.eltiempo.com/bocas/juan-gabriel-vasquez-entrevista-biografia-revista-bocas-306638

lunes, enero 14, 2019

Corte de cuentas a Diciembre 2018 del acuerdo de paz con las Farc (Victimas, Verdad, Desaparecidos, JEP)


COMPONENTE VICTIMAS
Comisión de verdad
  • Qué dice el AcuerdoEl Acuerdo crea esta Comisión, que tiene la función de investigar qué pasó en Colombia en todas estas décadas de guerra y convocar audiencias públicas para oír a todas las partes involucradas, para construir un informe que le cuente al país cuál es la verdad detrás de lo sucedido.
  • Qué ha hecho el Gobierno Duque para modificarlo: Se lo dejó a UribeHasta ahora el Presidente no ha intentado cambiar este punto. Días antes de llegar a la Presidencia Duque se reunió con Pacho de Roux, el presidente de la Comisión y le dijo que el Gobierno apoyaría su trabajo. En el presupuesto del 2019 quedó con 81.480 millones de pesos.
  • Qué ha dicho Duque sobre modificarloAunque Duque no ha hablado de cambiar este punto, desde su partido, el Centro Democrático, sí intentaron cambiarlo. Como lo contamos, el año pasado el representante antioqueño del uribismo, Óscar Darío Pérez, presentó un proyecto de acto legislativo para que la Comisión de la Verdad, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas y la JEP no pudieran pedirle a las entidades públicas información sobre operaciones militares, estatales, de inteligencia y de contrainteligencia. Eso bajo el argumento de que hacerlo ponía en riesgo la seguridad nacional.Impedirlo podría quitarle herramientas al sistema que creó el Acuerdo para conocer la verdad de lo que pasó en el conflicto, especialmente en lo que tiene que ver con la actuación de los militares.El Gobierno dijo que no conocía el proyecto y a finales de octubre el representante Pérez lo retiró.
  • Qué se hizo en 2018: Este año la Comisión de la Verdad hizo reuniones en nueve regiones del país con víctimas, organizaciones sociales, empresarios, ex combatientes de las Farc y de otros grupos armados, entre otros sectores, y tuvo su lanzamiento oficial en noviembre. A partir de entonces arrancaron a correr los tres años que tiene para presentar un informe que intente explicarle al país lo que pasó en 50 años de conflicto.
  • Qué falta: Falta toda la etapa de construcción del informe, que dura tres años. Para eso, los once comisionados se repartirán en nueve regiones y en dos áreas temáticas (exilio y grupos étnicos) así: Ángela Salazar, el Pacífico; Alfredo Molano, la Orinoquía y Amazonía; Saúl Franco, el Nororiente; Marta Ruiz, el Caribe e Insular; Alejandra Miller, la región Surandina; Lucía González, el Magdalena Medio y Alejandro Valencia, Antioquia y Eje Cafetero. Carlos Beristain será el encargado del exilio y Patricia Tobón de territorios étnicos.
  • Quién se encargaLa Comisión de la Verdad

Unidad para la búsqueda de personas desaparecidas

  • Qué dice el Acuerdo:En este punto el Acuerdo crea esta Unidad de búsqueda y dice que se encargará de “dirigir, coordinar y contribuir a la implementación de acciones humanitarias de búsqueda e identificación de todas las personas dadas por desaparecidas en el marco del conflicto que se encuentren con vida, y en los casos de fallecimiento, cuando sea posible, la localización y entre digna de los restos”.
  • Qué ha hecho el Gobierno Duque para modificarlo: Se lo dejó a Uribe.Hasta ahora el gobierno Duque ha mantenido la dinámica que venía con la Unidad.
  • Qué ha dicho Duque sobre modificarlo:Aunque el Presidente no ha hablado de cambiar este punto y de hecho su alto consejero para los Derechos Humanos, Francisco Barbosa, dijo en agosto que el Gobierno está comprometido con impulsar el trabajo de la Unidad, desde la bancada del Centro Democrático sí intentaron cambiarlo. Como lo contamos, el año pasado el representante antioqueño del uribismo, Óscar Darío Pérez,presentó un proyecto de acto legislativo para que la Comisión de la Verdad, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas y la JEP no pudieran pedirle a las entidades públicas información sobre operaciones militares, estatales, de inteligencia y de contrainteligencia. Eso bajo el argumento de que hacerlo ponía en riesgo la seguridad nacional.Impedirlo podría quitarle herramientas al sistema que creó el Acuerdo para conocer la verdad de lo que pasó en el conflicto, especialmente en lo que tiene que ver con la actuación de los militares.El Gobierno dijo que no conocía el proyecto y a finales de octubre el representante Pérez lo retiró.
  • Qué se hizo en 2018: Luz Marina Monzón se posesionó como directora de la Unidad en febrero. En el primer semestre del año la Unidad tenía diez funcionarios que inicialmente ayudaron a conseguir oficina, a buscar personas que entraran a trabajar y en general, a armar la estructura de la entidad. El 2 de agosto, cinco días antes de terminar su mandato, el entonces presidente Juan Manuel Santos dejó firmado decreto que creó la estructura interna de la Unidad de Búsqueda y las funciones de cada una de sus dependencias. Un mes después, el ministerio de Hacienda ya bajo Duque comenzó a darles la plata para que entrara formalmente en operación. En total, según cifras que la Unidad le pasó a La Silla, fueron 10.300 millones de pesos que les fueron entrando hasta diciembre. Paralelo a eso, la Unidad comenzó a acercarse a las familias de desaparecidos. En total lo hicieron con 500 familias en 13 departamentos. Esos encuentros sirvieron para hacer acercamientos como antesala para el Plan Nacional de Búsqueda, que es el que debe abordar cómo será el paso a paso para buscar personas dadas por desaparecidas en el conflicto. De esas reuniones salieron sugerencias cómo, por ejemplo, que la lógica de búsqueda no debería ser por departamentos sino por regiones que pueden incluir más de dos departamentos; o que las intervenciones en territorios sagrados (por ejemplo, exhumaciones) deben hacerse teniendo en cuenta las cosmovisiones de los indígenas, etc. Paralelamente, también se han sentado con representantes de la Farc que viven en los Espacios de Capacitación para que ellos ayuden a recopilar la información de los desaparecidos con los ex combatientes; lo mismo han hecho con el Centro de Memoria Histórica, Medicina Legal, Fiscalía y Unidad de Víctimas. Con estas últimas entidades han firmado convenios para que puedan acceder a la información sobre desaparecidos.
  • Qué falta: En este momento hay 95 personas de planta trabajando para la Unidad, pero la idea es que sean 522, según cifras que nos pasó esa entidad. Todo ese personal es necesario para empezar el trabajo en terreno, para terminar de armar el Plan Nacional de Búsqueda y arrancar a aterrizarlo.
  • Quién se encarga:La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas

Jurisdicción Especial de Paz

  • Qué dice el Acuerdo:El Acuerdo crea esta Jurisdicción y dice que “estará constituida por una serie de salas de justicia, entre las que se incluye una Sala de Amnistía e Indulto, y un Tribunal para la Paz, para administrar justicia e investigar, esclarecer, perseguir y sancionar las graves violaciones a los derechos humanos y las graves infracciones al Derecho Internacional Humanitario”.
  • Qué ha hecho el Gobierno Duque: Se lo dejó a Uribe.Aunque el Gobierno no le ha hecho cambios a este punto, su partido sí intentó hacerlo. La senadora uribista Paloma Valencia presentó en septiembre una reforma constitucional que buscaba crear nuevas salas y secciones en la JEP para procesar a militares, un ajuste grande al Acuerdo y un caramelo para los militares en líos penales. Sin embargo, como lo contamos en La Silla en noviembre, un pacto que se selló en la Comisión Primera de Senado entre las bancadas pro paz y de oposición (salvo el Polo que votó en contra y la Farc que no votó porque estaba impedida), logró evitar que se crearan esas nuevas salas y en su lugar acordaron dos cosas, aunque aún le quedan más debates. Primero, que a las salas que ya existen puedan entrar 14 magistrados nuevos seleccionados por un nuevo mecanismo (aunque el uribismo dejó la constancia de que pueden pedir que sean más); segundo, que la sola confesión de una persona ante la JEP no puede ser la única prueba para que se condene a otro que no acepte su responsabilidad ante ella, como puede pasar con muchos militares. Frente a este debate, el gobierno de Duque o se metió ni se pronunció. Se lo dejó a Uribe.
  • Qué ha dicho Duque sobre modificarlo:Duque ha tenido un discurso duro frente a la JEP, en lo que tiene que ver con los ex comandantes de las Farc que no se han presentado personalmente como “El Paisa” e Iván Márquez. Frente al caso Santrich, que también toca a la JEP porque están por definir si le aplica la garantía de no extradición, Duque ya dijo que estaría dispuesto a firmar su extradición.
  • Qué se hizo en 2018:El año pasado, de acuerdo con cifras a diciembre que le pasó la JEP a La Silla, en total suscribieron actas de compromiso para acogerse al sistema 9.676 ex combatientes de la Farc, 1927 de la Fuerza Pública y 35 agentes del Estado. La JEP recibió 148 informes escritos de organizaciones sociales, víctimas e instituciones del Estado y un informe oral, además de los de la Fiscalía.El año pasado fue clave además porque por primera vez el país oyó los testimonios en audiencias de varios ex secuestrados como Ingrid Betancourt, Alan Jara, el excongresista Luis Eladio Pérez y el general (r) de la Policía Luis Herlindo Mendieta, entre otros. También asumió casos claves en los que se juega su legitimidad como la presentación ante la JEP del general Mario Montoya, ex comandante del Ejército del ex presidente Álvaro Uribe y la pieza clave para entender el escándalo de los falsos positivos. Aunque Montoya dijo que no tenía ninguna responsabilidad en ese caso. Al mismo tiempo, fue el año en el que las Farc comparecieron por primera vez ante este sistema de justicia en una audiencia que abrió formalmente el primer macro caso de la JEP, sobre secuestros. A esa sesión fueron Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, Antonio Lozada y Pablo Catatumbo. Los otros 28 exguerrilleros llamados a comparecer presentaron poderes con sus abogados.
  • Qué faltaEste año la JEP tendrá en sus manos una decisión que puede golpear el futuro del Acuerdo y es el caso Santrich. El 28 de enero se vence el plazo que la JEP se puso a sí misma para que la Fiscalía de Estados Unidos les responda la carta rogatoria que le enviaron pidiéndole las pruebas que sustentan el ‘indicment’ con el que la justicia norteamericana acusó a Santrich de narcotráfico. Si la justicia de ese país decide no contestarles nada para esa fecha, la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP puede decretar pruebas por su cuenta, y tendría que pedirle a las partes involucradas en este caso (Santrich y su defensa y a la Procuraduría) que presenten sus alegatos. No quedó un plazo establecido para que la JEP decida si a Santrich le aplica la garantía de no extradición, pero si llegara a decidir que no le aplica, eso le daría una excusa a los ex comandantes ausentes como Iván Márquez y ‘El Paisa’ para decir que no tienen garantías y retirarse definitivamente del Acuerdo (que solo prohíbe la extradición para delitos previos a la firma).Sumado a ese caso, la JEP deberá tomar las primeras decisiones frente a militares, ex combatientes y agentes del Estado, lo cual seguramente hará que siga siendo protagonista como lo fue el año pasado.
  • Quién se encarga:La Jurisdicción Especial de Paz
De: https://lasillavacia.com/duque-no-hizo-trizas-el-acuerdo-en-2018-pero-tampoco-le-dio-protagonismo-69526 

los demás componentes están allí: