lunes, septiembre 12, 2005

(Notas para una...) HISTORIA DE LA HISTORIA EN EL SIGLO XX...



"El corto siglo XX acabó con problemas para los cuales nadie tenía, ni pretendía tener, una solución. Cuando los ciudadanos de fin de siglo emprendieron su camino hacia el tercer milenio, a través de la niebla que les rodeaba, lo único que sabían con certeza eran que una era de la historia había llegado a su final. No sabían mucho más." E. J. Hobsbawm, Munich, 1996.[i] (Foto Montaje: www.redvoltaire.net)
(NOTAS DEL IIo SEMESTRE DEL 2004)
INTRODUCCIÓN
Este texto se propone hacer un recuento de lo que ha sido la profusa y profunda evolución de la historia durante el siglo XX, para ello trataremos de hacer un recorrido lo más prolífico posible, partiendo, especial, más no únicamente; de las excelentes recopilaciones hechas por Ruiz-Domènec y Tosh, las cuales recorren los nombres de buena parte de las y los historiadores, por cierto, con contadas excepciones, provenientes únicamente de las metrópolis Europeas y Norteamericanas (¿Dominantes?) que han intervenido en este proceso el cual, más allá de ese geo centrismo desconocedor de lo que se hace en otros lados del planeta... definitivamente, hizo avanzar la historia como ciencia, así sea por el sólo hecho de hacerla pensarse a si misma: La Historia, pues, no escapo al ritmo revolucionario (y) de cambios del siglo XX.
I.
El siglo XX fue el siglo donde los historiadores replantearon en el concierto mundial el tema de la Historia y de la Historia Política en particular...Podríamos pensar que durante las primeras décadas del ese siglo, prácticamente hasta los 70’s u 80’s hubo un cierto menosprecio por la que había sido la forma de historia dominante durante, válgame Dios, más de 19 siglos...porque eso fue la historia hasta que comenzaron a revaluarla...la historia de la política...eso era: la historia de los personajes, de los personajes asociados a la política...eso era desde Hecateo de Abdera, desde Polibio, desde Herodoto, desde Tucìdides, más allá de que primaran las narraciones, que primara la narratividad, detrás de ella lo que estaban eran los personajes poderosos...Y era la historia entendida como el sometimiento de los hombres al destino: Heròdoto, Polibio; a las ambiciones del poder: Tucìdides, Maquiavelo, Lord Acton; al azar entendido como “fortuna”: Tácito, Voltaire; a las leyes de Dios San Agustín, Beda; y más recientemente a una idea: Herder, Ranke, Humboldt; a un poderoso impulso: Burckardt; a la economía Smith, Marx... Leopold Von Ranke, el gran historiador Alemán, desde su Weltgeschichte llevo la historia política a los más altos niveles en aquellos periodos...era la historia, donde se pretendía superar la narratividad de una manera u otra poco objetiva y se planteaba la necesidad de sustentarla sobre hechos, sobre documentos...pero de todos modos seguía siendo eso: la historia de los personajes. Llego el siglo XX y con su llegada, la abstracción en el arte, la atonalidad en la música, la relatividad en la física, el psico-análisis; en fin, llego barriendo el siglo XX y con el, también, todo un distanciamiento intelectual con esta historia...aparecían Meinecke en Alemania, Bloch y Febvre en Francia, Collingwood en Inglaterra, Sánchez Albornoz en España, Croce en Italia... Vino la valoración de la “historia de la calle”...del poder, pero del poder en todas sus manifestaciones no sólo el de los centros de gobierno: la historia “total”...vino Jaques Le Goff, abiertamente enfrentado a un S. Jhon Seeley, flamante historiador Británico quien planteaba que “La historia es la política del pasado; la política es la historia del presente”[ii] ; la historia desde abajo, del pueblo, enfrentada a la historia desde arriba, a esa historia de los grandes hombres; la historia del “actor” histórico, del individuo, enfrentada a la historia de lo colectivo; vino también la historia de los cambios económicos y sociales, de las estructuras, a largo plazo, la de Longue Durèe, enfrentada a la historia de los acontecimientos a la histoire èvènementielle; la historia que buscaba poner como preeminencia absoluta “lo objetivo” (que era el reto que le ponía Ranke a los historiadores) y esta “Nueva historia” –después habría otra “nueva” y seguramente luego vendrá otra “nueva”...¿dialéctica?...- donde se alentaba la quimera, la perspectiva particular...donde los procesos impersonales, las masas son las verdaderas protagonistas de la historia: a través de las tendencias que muestran la demografía, la economía, la etnología, desplazando los hechos, las batallas, los personajes... [iii]
II.
La segunda guerra mundial, con sus Personajes...sirvió para todo un debate: sobre el comportamiento social de los individuos...donde porque no decirlo, sus ecos todavía resuenan como El Tambor de Hojalata, cómo no iba a participar la historia en la discusión sobre la relación que existe y existió entre la sociedad alemana y un personaje como Hitler, o entre la rusa y Stalin... se cuestionaron diversas cosas, posteriormente, y además obviamente se dio el enfrentamiento entre quienes querían interpretar la historia desde abajo y quienes querían interpretarla desde arriba, desde estos personajes y quienes los rodeaban; quienes (historiadores estructurales) quisieron entender el movimiento social, las maquinas de gobierno, los procesos de toma de decisiones, los motivos conscientes o inconscientes (los sico-historiadores). Cabe anotar, que, durante la guerra, como era obvio, y dentro del esquema de la historia política, el tema de “la nación”, de la “historia nacional”, como parte del esfuerzo por levantar la moral –Inglaterra p.e- se fortaleció; en esta senda se encuentra The Englishman and his History de Hebert Buttefield, publicado en 1944[iv] 1948, y los años que siguieron, con el gesto moral del papel jugado por la Unión Soviética en la derrota del Nazi Fascismo, indudablemente, y por lo menos hasta 1956, fortalecieron el marxismo: Cristopher Hill, en Marxism and History escribía aquel año: During the century which has passed since the publications of The Communist Manifesto, the influence of Marxism has been more obvious in history than in any other branch of knowledge. We can list six main ways in which the ideas of the Marx and Engels have, directly or indirectly, transformed the study of history over the last hundred years (1) Of all development during this period, the recognition of the crucial importance of economic history has been the most striking (...). (2) Second only in significance to this great changes has been the growing recognition of the role of economic classes in historical development (...) (3) Historians during the last century have also come to recognize the social origins of human thinking, of ideology.(...) (4) Together with this has gone a new relativism in the approach of historians. The great nineteenth-century historians approaches history with moral standards which they believed to be absolute, although they were in fact the product of nineteenth-century capitalism. Most modern historians recognize that moral standards change as society changes (...) (5) During the past century there has been a revolution in the sources from which history is written. Where previously these sources were primarily literary - chronicles, memoirs, letters, diaries, newspapers- they are now primarily documentary: public records, parish registers, charters, inscriptions, etc., and even archaeological-actual old tools, machines, buildings and fields (...) (6) Finally, because Marx established the ultimate priority of economics facts, to which all political and cultural activities of man can in the last resort be related, it is to Marx that we must look back for the modern sense of the unity of the history. [v] Esta extensión hacia las Ciencias Sociales de diversos matices, y de la cual indudablemente, peso mucho en el concierto mundial la escuela de los Annales se vio reflejada no sòlo en Europa sino en EEUU, por ejemplo con Richard Hofstadter`s, en textos como History and the social sciences publicado en 1956 Empero no podemos olvidar que en 1955 se publicaba The King`s Peace, y en 1958 The King`s war, ambas obras que abrían el espacio hacia la utilización de la imaginación, The Historian’s Imaginative, cuyos exponentes destacados son C.V. Wedgwood y Richard Cobb. Para 1961-4 se publica el libro de E.H. Carr What is History?, en el se reflejan los hechos de la guerra, en la discusión sobre la historia política y especialmente sobre el progreso, Carr dice:Progress does not and cannot mean equal and simultaneous progress for all (el progreso ni significa, ni puede significar progreso igual y simultaneo para todos) y paginas más adelante asevera[vi]: Y por fin llego a la pregunta de cuál es el contenido esencial del progreso atendiendo a la acción histórica. Los que luchan pongamos por caso, por extender a todos los derechos civiles, o por reformar la práctica penal, o por allanar las desigualdades de raza o de riqueza, conscientemente se proponen el sólo alcance de esas metas; no tratan, de forma consciente de "progresar" de plasmar en la realidad alguna "ley" o "hipótesis" histórica de progreso. Es el historiador quien aplica a sus acciones su hipótesis de progreso, quien interpreta sus acciones como progreso) [vii] ...En esa misma línea, la de Historia como progreso, dentro de la historia política, se publico The Death of The Past en 1969 de J.H. Plumb. Los 60’s fortalecieron la reacción contra la historia escrita por las elites (History-writing by elites) y se apunto a la historia escrita por el pueblo (The People) ello mostraba cierta impaciencia con las abstractas tendencias del marxismo en las aulas académicas, se buscaba el rescate de la experiencia del pueblo raso en el pasado, la obra màs influyente de esta tendencia fue The Making of The English Working Class , publicado en 1963 de E. P. Thompson’s; desde allí se marco una tendencia que se ha denominado The New Radicalism y en la que se destaca la History Workshop como movimiento de académicos e Historiadores de Trabajadores fundada hacia 1967 y de la cual es exponente Raphael Samuels (People`s History en People`s History and Socialist Theory del cual es editor y fue publicado en 1981); estas tendencias han tenido especial importancia para el Marxismo Británico. Hacia 1966, Emmanuel Le Roy Ladurie, va a dar un gran impulso, pioneril, a lo que podríamos llamar “La autoridad de los números”, ¿la cliometria?, en su análisis del estudio de caso socio económico denominado The Peasants of Languedoc En 1969, se publica un curioso libro, El pasado y el presente: Historia y Sociología de H: R: Trevor-Roper donde se plantea la historia (inglesa) desde una conditional prophecy [viii] Paul Veyne en su libro ¿Cómo se escribe la Historia? de 1971, si se quiere, inicia el ataque a la concepción aún predominante esos años (La marxista en alianza con los Annales), donde ser historiador se había convertido en ser militante político, en observar críticamente el pasado para construir un futuro revolucionario...Veyne decía NO, decía que “la historia es simplemente un relato verídico”... o más fuerte aún “la historia no es una ciencia y no tiene mucho que esperar de las ciencias; la historia no explica y no tiene método; mejor aun, la historia de la que tanto se habla desde hace dos siglos no existe” [ix]...era un ataque directo a los historiadores marxistas quienes se creían en posesión de leyes sociales...Eric J. Hosbawm -de los atacados- califico este período como de nebulosidad, como un momento de separación de fines y objetivos, de métodos y maneras de escribir la historia. Jaques Le Goff consideraba en estos momentos que la política ya no era la "columna vertebral" de la historia en el sentido de que la "política no puede aspirar a la autonomía"...[x] Ha decir de Burke, el retorno al tema político producido en la 3a generación de los Annales fue una reacción contra Braudel –“Capitalismo y Vida Material 1400-1800”, de 1973- y también contra otras formas de determinismo (especialmente el "economismo" marxista). Esa reacción, claramente está vinculada con un redescubrimiento de la importancia que tiene la acción frente a la estructura, así como con la percepción de la importancia de lo que los norteamericanos llaman "cultura política", la importancia de las ideas y de las mentalidades. En este escenario la obra de Theodore Zeldin sobre el estudio del pasado de las mentalidades France, 1848-1945 en dos volúmenes publicados en 1973 y 1977 abogaba por lo que el llamaba una personal o historia individual. Gracias a Foucault, esta corriente también se extiende en la dirección de la "micropolítica", es decir, la lucha por el poder en el seno de la familia, en las escuelas, en las fábricas, etc[xi].Como resultado de estos cambios, los Annalistes planteaban para 1975 que "la historia política se encuentra en un proceso de renovación".[xii] Foucault intento analizar a fondo la “genealogía del poder”...cuando llego Veyne entonces era “el poder en el amor”, el mundo del poder a través del amor (o del sexo) Los 70’s también sirvieron de escenario para la reivindicación del Gender: genero, del feminismo en la historia –en la escuela de The New Radicalism- una de cuyas exponentes es Carroll Smith Rosenberg la cual discutía el estatus de segunda clase dado a las mujeres en la historia (we turned to our history to trace the origins of women`s second-class status)[xiii] y lógicamente se planteaba la sexual opresión. Howard Zinn, especialmente en The Politic of History, de 1970, a decir de Jhon Tosh: makes fundamentally the same point with regard to national consensus. A consensus may minimise conflict, but it also reflects a passive acceptance of stereotypic ideas, which allows little room for a sense of positive alternatives and a readiness to entertain other values. Zinn –prosigue Tosh- advocates a history which opens our eyes to the experience of other, less privileged groups, and which discloses some of the possibilities that might lie before us –a history to `pull us out of lethargy’…[xiv]. A propósito de esto, exaltemos que la irrupción de los países recién descolonizados, retomo el escenario de la historia nacional, dentro de la historia política, destacándose el Historiador de Ghana: A. Adu Boahen quien publicaría en 1975: Clio and Nation-Building in Africa La historia cuantitativa, se hablaba de la Clio-metria (la diosa de la historia-medida) seguía su traslado a la historia política y tratando de entender esta historia a partir de las cuantificaciones de los resultados electorales, frente a ello se planteaba que si bien era fácil mal interpretar las estadísticas, también se podría decir lo mismo de la posibilidad de malinterpretar los textos, en parte de esta discusión estuvo la historia sobre los esclavos en el sur de los EEUU en Time on The Cross de Robert William Fogel y Stanley Engerman, publicada en 1974. De igual manera había una The revival of narrative (reflection on a new old history) tal cual como se denominaba el artículo de Lawrence Stone[xv]
III
Todo lo citado da pie para que se considere que en los años 60’s y 70’s los historiadores se alinearon con las ciencias sociales, pero al nacer los 80’s (y los 90s) cuando, especialmente, se profundiza todo un debate sobre los estudios de textos o estudios textuales y se empiezan a relativizar los mismos, se considera que progresivamente hace irrupción el “postmodernismo” en la historia. De igual manera las distancias con el marxismo, al iniciarse los 80`s., cada vez fueron más grandes...para sólo hablar de Francia, se consolidaran un Raymond Aron situando el azar en el centro del estudio histórico. Un Michel Foucault, al lado de Veyne recuperando la herencia de Nietzsche dando vida a un ambicioso proyecto sobre las relaciones del cuerpo y la sociedad. Y Georges Duby el cual apostó por el imaginario de la sociedad y por la dimensión narrativa de los textos ; pero tampoco se puede olvidar a Le Roy Ladurie con su aproximación a la antropología; o Philipe Ariès compañero de Duby en La Historia de la Vida Privada... Ricos en estos nuevos matices, los 80`s para 1981 -y para salirnos de Europa, así como antes citamos África- en el subcontinente Hindú, Ranajit Guha, se encarga de destacar el papel de las nuevas clases en la naciente nación, recién separada de Inglaterra, allí, dentro del citado The New radicalism que enfatiza la People`s History explora las “subalternas alternativas” que se enfrentan a la “elitist Historiography” y se funda para ese año la revista Subaltern Studies donde publicara On some aspects of the Historiography of Colonial India; estos años también van a mostrar dentro de esta escuela radical un reflejo de lo acaecido en los 50`s y los 60’s cuando alrededor del movimiento por los derechos civiles en los EEUU, se va a ir consolidando una black history, su ejemplo más difundido es el texto There is a River: the Black Struggle for Freedom in America que se publica en 1981, de Vincent Harding donde además se plantea que no sólo es un reconocimiento al pasado negroide de los EEUU, sino, fundamentalmente un enfrentamiento y una denuncia a las distorsiones de la tradicionalmente dominante historia construida a partir de una imagen blanca de los blancos americanos... Ese mismo año, Michel Howard, una autoridad en historia militar, rompe estereotipos (Beyond stereotypes) y plantea duras criticas al manejo de la política exterior británica en los años de la pre segunda guerra mundial, demostrando, históricamente como estos desaciertos alentaron a Hitler... [xvi] y el año siguiente aparece Historical Sociology, de Philip Abrams, donde se planteaba The History must draw closer to sociology...en la línea de la Historia como ciencia social.[xvii] Hayden V. White, frente a la pregunta respecto a dónde se debe ubicar la historia, ya que ni es un texto, ni es una “narrativa maestra”, dice “El texto ha de entenderse como una simbolización de tres marcos concéntricos que operan en horizontes semánticas diferenciados: 1. La historia política 2. El contexto social relevante 3. La historia de los modos de producción y la sucesión y destino de las diversas formaciones, desde la prehistoria a todo lo que tiene reservado para nosotros la historia futura por lejana que ésta sea”...[xviii] A pesar de esto, hoy se reconoce que White hizo esfuerzos por acercar los estudios de Levi Strauss y Roman Jakobson con el Marxismo... 1984, E. J. Hobsbawm, en Marx and History (que luego seria publicado recientemente, hacia 1997 en On History); se cuestiona irónicamente lo que sucedìa en sus años de formación: Among the young Communist s there we used to joke: the communist philosophers were Wittgensteinians, the communist economists were Keynesians, the communist students of literature were disciples of FR Leavis. And The Historians? They were Marxists, because there was no historian that we knew of a Cambridge or elsewhere -and we did hear and know of some great ones, such as Marc Bloch – who could compete with Marx, as a master and inspiration. Paginas màs adelante se plantea: How, then, can we summarize Marx`s impact on the writing of history a hundred years after his death? We may make four essential points. (1) Marx’s influence in non –socialist countries is undoubtedly greater among historians today than ever in my own lifetime –and my memory goes back fifty years- and probably than ever before since his death. (…) This needs to be said, because at this moment there is a fairly widespread move away from Marx among intellectuals, particularly in France and Italy. (…) (2) As it is written and discussed today, at least in the most countries. Marxist history takes Marx as its starting –point and not as its point of arrival. I do not mean that is necessarily disagrees with Marx’s texts, although it is prepared to do so where the4s are factually wrong or obsolete. (…) (3) Marxist history is today plural. A single ‘correct’ interpretation of history is not legacy that Marx left us: it became part of the heritages of Marxism, particularly from 1930 or thereabouts, but this is not longer accepted or acceptable, at least where people have a choice in the matter (…) (4)[xix] La historia marxista no está hoy, y no puede, aislarse del resto del pensamiento histórico e investigación. Esto una declaración del doble-lado. En una mano, los marxistas no tienen un gran rechazo - excepto como fuente de la materia prima para su trabajo - las escrituras de los historiadores que no demandan ser marxistas, o de hecho quiénes son contra-Marxistas. Si son buena historia, tienen que ser tenidos en cuenta. Esto no nos para sin embargo, de criticar y de emprender una batalla ideológica contra incluso un buen historiador que actúa como ideologizador. En la otra mano, el marxismo transformó las principales corrientes de la historia, de tal manera que es hoy a menudo imposible decir si un trabajo particular ha sido escrito por un marxista o un no-Marxista, a menos que el autor anuncie su posición ideológica (Traducción Propia).…)[xx] En 1985, Norman O Brown publicará Life against Death. The Psicoanalytical Mening of history y allí, en la introducción, acuña esta frase “La humanidad no tiene ninguna idea de lo que desea verdaderamente. En eso Freud tenía razón: nuestros verdaderos deseos son inconscientes”...[xxi] 1986 con el artículo de la historiadora Joan Wallach Scott, si bien no sale de The New Radicalism, que planteamos con la Smith-Rosenberg, si plantea that gender was not only a crucial dimension of social stratification, but a form of identity and a culturally powerful means of signifying other forms of power; En esa misma re-mirada de el Gender en la historia, la historiadora Gisela Bock sale un poco del camino explorando una reinterpretación de la historia de la masculinidad... [xxii] A finales de esta década, el Aleman, Reinhart Koselleck desarrolla su tesis de la experiencia como mediadora del método histórico: *la historia notación (Aufschreiben), que esta construida a partir de la experiencia original, donde basta ser un curioso para registrar a través de anotaciones *la historia acumulativa (Fortschreiben): la experiencia distanciada por una o dos generaciones, es aquí donde la critica ulterior separa a los buenos observadores de los simples panfletarios: una historia que desarrolla los datos, los textos son desconfiables pero es necesario conferirles sentido. *y la historia reescritura (Umschreiben). La experiencia de los procesos de larga duración que permiten esa reescritura y situar los acontecimientos donde aparece la personalidad del historiador, si se quiere el "enfoque subjetivo" del mismo.[xxiii] En la revista de los Annales de 1989 con el titulo Lànnèe 1789 Francoise Furet decía algo que debió haber desconcertado a más de uno: que unos meses, esta bien escrito: “meses”, de ese año fueron decisivos en el cambio histórico denominado Revolución Francesa. Pero en verdad la Glasnost, la transparencia había impulsado valiosas reflexiones aún al interior de la Unión Soviética, por ejemplo, para 1987, B.G. Mogilnitsky había publicado un ensayo donde miraba el marxismo con profunda desconfianza.[xxiv] La caída del Muro de Berlín, desde mi parecer, es un punto alto, pero parte del proceso que rompía el estudio de las leyes de la regularidad, que había sido la principal ocupación de los historiadores...especialmente de los historiadores políticos...de una manera u otra la posición que venía desde Voltaire, de las tinieblas a la luz se caía definitivamente... El nuevo líder de lo que se ha denominado la 4ª generación de los Annales, Roger Chartier planteo en Cultural History: Between Practices and Representations una edición de la Universidad de Cornell, su idea central, que era moverse “de la historia social de la cultura a la historia cultural de la sociedad”... Así el nuevo historicismo es un análisis material de la cultura (pero) alejado del marxismo, bajo el nuevo historicismo subyace una concepción posmoderna de la historia basada en el postestructuralismo, lo que le conecta directamente con Michel Foucault. Para 1991, Brook Thomas en Renaissance self-fashioning planteo que, por ejemplo, para esta corriente el estudio de los textos literarios era (o es) la manera más adecuada para comprender el pasado europeo...en este camino, Stephen J Greenblat está convencido de que lo literario y lo histórico forman una constructed intertextually...Lawrence Stone, al otro lado del mundo, en los EEUU advertía sobre los peligros de las nuevas metodologías: el uso de la lingüística , la antropología cultural y el nuevo historicismo...en un artículo denominado: History and post modernism...el ritmo de renovación, según Ruiz-Domeneq disminuyo... Para principios de los 90’s el semiólogo (¿?) Estonio (¿soviético?) Yuri M. Lotman escribe Cultura y explosión , y allí, sin deleznar la propuesta de la escuela de la Longue Durèe plantea que si bien esta escuela proporciona los resultados mas convincentes en el estudio de los procesos lentos y graduales, escapa a ella “la imprevisibilidad de los procesos explosivos”...”la casualidad en la irrupción de los acontecimientos” y partiendo de la hipótesis de excluir a Pushkin de la literatura, o de preguntarse qué hubiera pasado si el Golpe Comunista contra Gorbachov hubiera tenido éxito, llega a una paradoja: Qué aspectos del pasado tienen mayor incidencia en el proceso histórico, los que afectan la gradualidad o los explosivos? Y concluye “ambos son las dos ruedas de la bicicleta de la historia”... Richard Tuck en el capitulo 9 de la recopilación denominada Formas de Hacer Historia (cuyo primer y ultimo capitulo redacta Peter Burke) escribe el texto denominado Historia del Pensamiento Político, en la línea en la que se vienen desarrollando los hechos, dice que la filosofía política sólo puede leerse sobre un telón de fondo de práctica lingüística, pues las sociedades y los textos que de ellas emanan están mediados por los estereotipos, por los lenguajes, por los paradigmas. Recoge los planteamientos o el Teorema (político) de Keneth Arrow el cual probaba la inexistencia de un método de procedimiento neutral para integrar los valores individuales en un conjunto de principios sociales que no infringieran algunos supuestos absolutamente obvios y fundamentales que se plantearían probablemente casi todos los ciudadanos, así salta una pregunta: ¿los valores (políticos) tienen carácter social o son tradicionales?; el autor también abordaba la necesidad de entender la explicación de por qué un agente histórico hizo algo, y con frecuencia no había un método claro y único para determinar lo que quería como prueba penetrante...además de la característica de que los planteamientos de un autor, son diferentes, a veces substancialmente, al comparar escritos de diferentes momentos de su vida [xxv]. En ese mismo Libro Burke plantea que las tendencias culturales y sociales no pueden analizarse de la misma manera que los acontecimientos políticos que requieren una presentación más estructural. Y plantea un dilema: Si explicamos las diferencias de comportamientos social en diversos periodos mediante discrepancias en las actitudes conscientes o las convenciones sociales, corremos el riesgo de la superficialidad, en tanto si –los y las historiadores- explicamos las diferencias de comportamiento por la diversidad de la estructura profunda del carácter social, corremos el riesgo de negar la libertad y la flexibilidad de los agentes individuales en el pasado. A este dilema se respondió con la concepción de “Habito” cultural, de Pierre Bordieu, que ha diferencia de “la regla” ofrece una combinación de presiones con libertades.[xxvi] En 1993 por los ambientes de la británica Oxford se decía que la historia tal y como se había elaborado en el siglo XIX y XX no era más que un esoteric intellectual game . Pero era precisamente en Inglaterra donde Catherine Hall realizaría para esos años una durísima critica, típica de The New Radicalism al desconocimiento que habían hecho los historiadores británicos del aporte de sus colonias negras a su historia como imperio; la necesidad de que se reconociera la complejidad de la relación entre la metrópoli y la periferia, y especialmente denunciaba the confident identification of `british’ with ‘white’...[xxvii] . He incluso el cinismo ingles parecía realzarse con la obra de Allan Bullock, quien en Has History ceased by relevant?, publicado en The Historian 43 de 1994, según Tosh, recogía la línea de el curioso Trevor-Roper que citáramos, y volvía a la historia como Qualified predictions ... [xxviii](perdóneseme: aún se creía que la historia era predecible?...por Dios!). Atravesando esa misma época, hace menos de una década, 1995, Furet, (comunista militante hasta la invasión rusa a Hungria en 1956) escribe: “La energía interior del militante comunista proviene de la sensación de realizar la historia como si ésta fuera el bien soberano, así como de emplear los medios de la fuerza al servicio de un buen fin. Lejos de parecer un disfraz de cinismo esa mezcla de géneros se considera como un imperativo categórico contra el “idealismo”..."...y da para justificar históricamente las masacres de Stalin...[xxix] El año anterior, en 1994, se publicará en EEUU Democratic Subjects de Patrick Joyce, un exponente de lo que venimos llamando una concepción postmoderna en la historia, nuestro editor citado, dice que Joyce advocated a `history of the social` in which `the social´ is taken to be not a material reality, but a discursive construct[xxx] Tres años antes, la feminista marxista de los 70s Joan Scott -¿también- daba su salto al postmodernismo pasando de estudiar las estructuras patriarcales las cuales fomentaban la desigualdad sexual en las sociedades industriales a darle mayor significado a los procesos de respuesta y contrarespuesta en los cuales prioriza la utilización del psicoanálisis y la lingüística...[xxxi] Obviamente esta tendencia postmoderna ha tenido duros críticos, por ejemplo, Gertrude Himmelfarb que defiende el estatus de los hechos en la interpretación de la historia, los acusa de relativismo epistemológico, de ser una historia con una identidad sectaria y plantea que esta historia es una necesidad política, en tanto, Arthur Marwick concluye su defensa planteando que Postmodernism is really a throwback to outdated nineteenth-century notions of methaphysics[xxxii]
IV.
Cuando llego –otra vez- “El Fin de la Historia”...cuando paso...quedo un Balance el que hace Ruiz-Domènec, y que aquí utilizamos para concluir, cuando nos plantea que desde 1998 los historiadores regresaron sobre tres principios: - (de nuevo) la investigación de las fuentes primarias - la lectura interpretativa de los significados sociales, culturales y políticos de los textos analizados (pasados) - la presentación narrativa de los resultados: por encima de la investigación y el análisis: la historia es una narración... [xxxiii]
Citas y Pies
[i] Ruiz-Domènec José Enrique, Rostros de la Historia, Veintiún Historiadores para el siglo XXI, Atalaya, Barcelona España, 2000, Pág. 77. [ii] Peter Burke y otros, Formas de Hacer Historia, Alianza Universidad, Madrid, 1993, Pág. 14 [iii] Es necesario notar la escuela conductista, que en esas primeras décadas planteaba encontrar las leyes cuasi científicas del comportamiento humano y con el, no sólo de las sociedades, sino de los personajes mismos (Collingwood investiga las pruebas y desde allí trata de interpretar lo que hacían las personas estudiadas). Hay que decir algo: al comenzar esta renovación, historiadores como Febvre y Braudel pueden no haber ignorado la historia política, pero tampoco la hicieron objeto de su máxima prioridad... [iv] Ya durante la Guerra fría, se publicaría en Chicago The Genius of American Politics, de Daniel Boorstin, que prolongaba esta línea “nation” [v] Hill Christopher, Marxism and History, Modern Quarterly 3 (1948), pps 55-8; en Jhon Tosh (Edited by), Historians on History: an anthology, Pearson education Limited, Essex-England, 2000, [vi] Lastly, I come to the question what is the essential content of progress in terms of historical action. The people who struggle, say, to extend civil rights to all, or to reform penal practice, or to remove inequalities of race or wealth are consciously seeking to "progress", to realize some historical "law" or "hypothesis" of progress. It is the historian who applies to their actions his hypothesis of progress and interprets their actions as progress … [vii] What is History?, Penguin, 1964 [viii] Tosh Jhon, opus cit, pàg 195 [ix] Veyne Paul, Comment on écril l`histoire,Paris, Seuil, 1971 (trad. Madrid, Fragua, 1972) citado por Ruiz-Domènec en Opus Cit pps 95-96 [x] Le Goff J. “Is politics still the backbone of history?” en Historical Studies Today. Camps F Gilbert y S Graubard, 1972, New York en Burke Peter, La Revolución Historiográfica Francesa, Gedisa, Barcelona, 1996, Pág. 88. [xi] Le Roy Ladurie: Montaillou Village Occitan de 1975 en Burke Peter, La Revolución , Opus Cit, Pág. 89 [xii] Julliard J., "La politique" en Faire de l´histoire, Volumen II, 1974 , Le Goff y Nora, 1974 (Traducido al ingles como Construncting the past: Cambridge, 1985, Incompleta pues sòlo se tradujeron 10 ensayos ), Citado en Ibid. Pág. 89. [xiii] En Jhon Tosh, Opus Cit p. 127 [xiv] Tosh Jhon, Ibid, pàg 179. (apartes del texto de Zinn en las páginas 188-194) [xv] Past and Present 85, 1979, pp 3-24, Tosh Jhon Opus Cit pps 254-264 [xvi] The Lessons of History, Oxford University Press, 1989, pp 12-30,Tosh Jhon, opus cit, pps 179, 180-7 [xvii] En Tosh Jhon, Ibid, pps 224-230. [xviii] Citado –sin clarificar la fuente previa- por Ruiz-Domènec en Opus Cit Pág. 131 [xix] (4) Marxist history today is not, and cannot be, isolated form the remainder of historical thinking and research. This a double-side statement. On the one hand, Marxists no longer reject –except as the source of raw material for their work – the writings of historians who do not claim to be Marxists, or indeed who are anti-Marxist. If they are good history, they have to be taken account off. This does not stop us. However, from criticizing and waging ideological battle against even good historian who act as ideologists. On the other hand, Marxism has so transformed the mainstreams of history that is today often impossible to tell whether a particular work has been written by a Marxist or a non-Marxist, unless the author advertises his or her ideological position [xx] Marx and History, (primera publicación en New Left Review 143 en Febrero de 1984) reimpreso en On History, Weidenfield and Nicolson, 1997, pp 207, 221-5, Tosh Jhon Opus Cit. [xxi] Norman o. Brown, Life Against Death. The Psychoanalytical Meaning of History (195), Middletown, Wesleyan University Press, 1985, p. 18. citado por Ruiz-Domènec en Opus Cit Pág 134. [xxii] Joan W. Scott, Gender: a useful category of historical analysis en Her Gender and the political of History, Columbia University Press, 1988, pp 28-31, 41-6; Tosh Jhon Opus Cit pps 128, 135-143 [xxiii] En Ruiz-Domènec, Opus Cit pps 220-221 [xxiv] B. G. Mogilnitsky, Some tendencies in the Development of Contemporary Bourgeois Historical Thougtht, en Western and Russian Historiography, (Ed, Henry Kozicki), Londres 1992, pp 45-70 [xxv] Tuck Richard, Historia del Pensamiento Político, Capitulo 9 en Peter Burke y otros, Formas de Hacer Historia, Alianza Universidad, Madrid, 1993, pps 241-53 [xxvi] Burke Peter, en Ibid, pps 34-36 [xxvii] Histories, empires and the post-colonial moment en Iain Chambers and Lidia Curtis (eds) The Post Colonial Question: Common Skies, Divided Horizons Rout ledge, 1996, pp 65-70, 76; Tosh Jhon, Opus Cit pps 151, 159-166. [xxviii] Tosh Jhon, Ibid, Pág. 195, se encuentra además un aparte del texto de Bullock en las páginas 203-211. [xxix] Le passé d’une illusion, Paris , Laffont, 1995 (trad. FCE). [xxx] Tosh Jhon, Ibid. Pág. 273. aparecen apartes de un artículo de Joyce llamado The End of social history? Publicado en Social History en 1995. [xxxi] Tosh Jhon, Opus Cit. pàg 273, se publican apartes del artículo Women`s History (por cierto editado por Burke en New perspectives on historical writing… [xxxii] Two approaches to historical study: the metaphysical (including “postmodernism” ) and the historical, en Journal of Contemporary history 30 (1995); Tosh Jhon Ibid pps 299-305 [xxxiii] Ruiz-Domènec José Enrique, Opus Cit, Pág. 19.

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