Cuando Álvaro Uribe pensaba distinto
NACIÓNNo son lejanos los tiempos en los que el entonces presidente creía que “los terroristas de las FARC” podrían llegar al Congreso de la República.
Foto: AP
Todo tiempo pasado fue mejor. Tiempos en los que, por ejemplo, el jefe natural del Centro Democrático, Álvaro Uribe Vélez, creía que los miembros de las FARC sí podían llegar al Congreso después de una negociación con el Estado.
En efecto, en 2006, el entonces presidente Uribe pro
puso, a través de un comunicado, reunirse con las FARC en un área desmilitarizada para hacer un acuerdo humanitario que permitiera la liberación de los secuestrados.
Tras la oferta fue más allá y sentenció: "Si hay buena fe, un proceso expedito de paz, no un engaño, y esa reunión confiere una contribución, no tendría inconveniente en hacerlo", dijo.
El acuerdo sería liberar a los secuestrados en poder de la guerrilla, a cambio de la excarcelación de guerrilleros en las cárceles. Por su parte, el Gobierno exigía un cese de hostilidades y limitaciones en el tiempo.
Uribe se mostró aún más generoso cómo lo recuerda un Confidencial de la revista SEMANA, en su edición actualmente en circulación, que destaca una frase que ahora llama la atención.
La dijo en medio del debate sobre si era conveniente despejar los municipios de Pradera y Florida en el Valle para hacer un acuerdo humanitario que permitiera liberar a los secuestrados, entre ellos Ingrid Betancourt y los tres norteamericanos.
Según los periódicos del 4 de octubre de 2006:“Hay que permitir que quienes han cometido delitos que no son considerados políticos, como es el caso del homicidio o el secuestro, entre otros, puedan llegar al Congreso de la República”.
El presidente decía públicamente en aquellos tiempos que si las FARC tenían voluntad de paz y si decidían dejar las armas, se reuniría con los líderes de la guerrilla y discutiría la posibilidad de que así tuvieran delitos que no fueran políticos, pudieran llegar al recinto parlamentario.
Pero incluso. Uribe fue más allá. El exmandatario mencionó que era necesaria una Asamblea Nacional Constituyente para llegar a futuros acuerdos con la guerrilla. “Si se da un proceso de paz, el país debe estar preparado para hacer unos cambios en el ordenamiento jurídico. Y eso crea la necesidad de una asamblea constitucional, previa dejación de armas", explicó.
El presidente basó su amplio ofrecimiento en los éxitos de la política de Seguridad Democrática que sería el punto límite hasta donde cedería en busca de la paz.
"Toda nuestra oferta de paz está enmarcada en nuestra política de Seguridad Democrática. Desde el 28 de mayo, día de la reelección procuré moderar el discurso para abrir un espacio a los acuerdos de paz, pero hacerlo no significa abandonar la bandera de la seguridad democrática, que es nuestra primera bandera", mencionó Uribe a los medios de comunicación.
La discusión quedó puesta sobre la mesa. Era el turno del alto comisionado para la paz, Luis Carlos Restrepo, quien debía buscar acercamientos con las FARC para reglamentar las condiciones de la mesa. “El Gobierno no se le anticipa a la liebre", finalizó el expresidente. Eran otros tiempos.
En efecto, en 2006, el entonces presidente Uribe pro
Tras la oferta fue más allá y sentenció: "Si hay buena fe, un proceso expedito de paz, no un engaño, y esa reunión confiere una contribución, no tendría inconveniente en hacerlo", dijo.
El acuerdo sería liberar a los secuestrados en poder de la guerrilla, a cambio de la excarcelación de guerrilleros en las cárceles. Por su parte, el Gobierno exigía un cese de hostilidades y limitaciones en el tiempo.
Uribe se mostró aún más generoso cómo lo recuerda un Confidencial de la revista SEMANA, en su edición actualmente en circulación, que destaca una frase que ahora llama la atención.
La dijo en medio del debate sobre si era conveniente despejar los municipios de Pradera y Florida en el Valle para hacer un acuerdo humanitario que permitiera liberar a los secuestrados, entre ellos Ingrid Betancourt y los tres norteamericanos.
Según los periódicos del 4 de octubre de 2006:“Hay que permitir que quienes han cometido delitos que no son considerados políticos, como es el caso del homicidio o el secuestro, entre otros, puedan llegar al Congreso de la República”.
El presidente decía públicamente en aquellos tiempos que si las FARC tenían voluntad de paz y si decidían dejar las armas, se reuniría con los líderes de la guerrilla y discutiría la posibilidad de que así tuvieran delitos que no fueran políticos, pudieran llegar al recinto parlamentario.
Pero incluso. Uribe fue más allá. El exmandatario mencionó que era necesaria una Asamblea Nacional Constituyente para llegar a futuros acuerdos con la guerrilla. “Si se da un proceso de paz, el país debe estar preparado para hacer unos cambios en el ordenamiento jurídico. Y eso crea la necesidad de una asamblea constitucional, previa dejación de armas", explicó.
El presidente basó su amplio ofrecimiento en los éxitos de la política de Seguridad Democrática que sería el punto límite hasta donde cedería en busca de la paz.
"Toda nuestra oferta de paz está enmarcada en nuestra política de Seguridad Democrática. Desde el 28 de mayo, día de la reelección procuré moderar el discurso para abrir un espacio a los acuerdos de paz, pero hacerlo no significa abandonar la bandera de la seguridad democrática, que es nuestra primera bandera", mencionó Uribe a los medios de comunicación.
La discusión quedó puesta sobre la mesa. Era el turno del alto comisionado para la paz, Luis Carlos Restrepo, quien debía buscar acercamientos con las FARC para reglamentar las condiciones de la mesa. “El Gobierno no se le anticipa a la liebre", finalizó el expresidente. Eran otros tiempos.
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