jueves, septiembre 22, 2016

¿Paz? todo está por hacerse #Paz #Colombia

A mí me parece que lo que ocurrió fue casi un milagro”


en http://lasillavacia.com/historia/mi-me-parece-que-lo-que-ocurrio-fue-casi-un-milagro-58056

por Por JUANITA LEÓN · 22 DE SEPTIEMBRE DE 2016 


Sergio Jaramillo fue el arquitecto del proceso de paz y uno de sus motores principales. En vísperas de la firma del Acuerdo de Paz y después de que se divulgaron las tesis de las Farc, La Silla lo entrevistó sobre lo pactado y lo que viene. Esta es la transcripción de la entrevista:
La Silla Vacía: ¿Qué se siente haber logrado firmar el Acuerdo de paz?
Sergio Jaramillo: Yo tengo un problema genético y es que veo más los problemas que se vienen que lo que hemos logrado hasta ahora. Todavía no he salido del fondo del mar.
LSV: ¿Y es un fondo oscuro?
SJ: No.
¿Entonces?
SJ: Siguiente pregunta.
El cambio más grande que tenemos que lograr para que todo lo demás sea posible es un cambio cultural.
¿Qué le dejó y qué le quitó esta negociación?
SJ: Me quitó mi vida privada y familiar con todo lo que eso implica. Me quitó casi totalmente mi vida privada y me dejó aparte de muchas canas, un aprendizaje grande y no siempre agradable sobre los seres humanos y sobre lo que es Colombia hoy.
¿Cómo definiría esa Colombia?
SJ: Yo creo que los gobiernos en general tienen una gran dificultad en entender el país y sobre todo a la gente que gobiernan. Cuando uno sale a los territorios, sobre todo los más marginados, se lleva la impresión que de verdad estamos divididos por capas. Pero también ve una fuerza increíble en la gente. Y esa es mi principal fuente de optimismo.
¿Las Farc representan una de esas capas?
SJ: No, no lo creo. Pero sí creo que con el fin de la guerra se cae ese velo que ha ocultado una parte de la realidad y eso es lo que vamos a enfrentar.
¿Qué parte es esa que no hemos visto?
SJ: La gran conflictividad que hay aún en la sociedad colombiana, la fragmentación, y las condiciones escandalosas en las que vive mucha gente en el país.
¿Cree que parte de la dificultad de entender ese país pasa por una incapacidad de entender por qué mucha gente dice que votará No? ¿Usted sí los entiende?
SJ: Yo entiendo a una persona que dice que vota No porque no les perdona a las Farc lo que le hicieron. Lo que tenemos que explicar mejor es que este proceso va mucho más allá de las Farc. Tiene la gran ambición de sentar las bases para una paz estable y duradera y por eso acordamos en el Acuerdo General de 2012 la agenda que acordamos y por eso llegamos ahora en la Habana a los acuerdos a los que llegamos.
El presidente Santos reiteró en Nueva York que se había acabado la guerra en Colombia. ¿Usted cree lo mismo?
SJ: Sí. Totalmente.
¿Y las bandas criminales y el Eln?
SJ: El fin del conflicto es un momento en la historia. No consiste simplemente en la dejación de las armas y la reincorporación a la vida civil en las Farc. Es darse una oportunidad para pasar a otra situación.
Ahora, como todas las oportunidades, o la cogemos, entendiendo que hay que hacer reformas y que hay que implementar los acuerdos o la dejamos pasar como sociedad pensando que solo se trata de quitarle unas armas a las Farc.
¿De qué se trata entonces?
SJ: En primer lugar, como ya dije, de llevar los acuerdos del papel a la realidad. Y eso realmente va a cambiar el país para bien. Pero creo que también hay que hacer una reflexión que va más allá de los acuerdos de la Habana sobre qué quiere decir la paz para cada persona y cada lugar.
¿A qué se refiere?
SJ: Le doy un ejemplo. Acabo de llegar de Medellín. Donde me contaron que en las comunas que aun siguen enfrentadas hay gente diciendo si el gobierno y las Farc fueron capaces de llegar a un acuerdo, cómo así que aquí nos seguimos matando. La paz no es solo un acuerdo, es una voluntad de tramitar los problemas por la vía del diálogo y la negociación.
Usted escribió el marco conceptual de la Seguridad Democrática y el del proceso de la Habana. ¿Supuso una ruptura o una continuidad?
SJ: Hay unas continuidades y hay unas diferencias. La continuidad está en que en ninguna sociedad logra vivir en paz si no tiene instituciones que regulen los conflictos de la sociedad y le respondan mínimamente a sus ciudadanos. Que les garanticen sus derechos. Pero también hay una gran diferencia. Antes estábamos actuando en contra de… Ahora tenemos que actuar con... Entender que para que esto funcione, incluyendo que para que estas instituciones puedan responder, hay que meter a todo el mundo y armar esto entre todos.
¿Implica un cambio de chip mental para lo que viene?
SJ: Total. El cambio más grande que tenemos que lograr para que todo lo demás sea posible es un cambio cultural. Es sentirse ciudadanos de un mismo país, mas dispuestos por una parte a solidarizarse con los que han vivido completamente al margen de la vida nacional en las regiones de Colombia y a expulsar la violencia de nuestras costumbres política. Eso nos va a tomar una generación.
Las Farc, en las tesis de la X Conferencia, reivindican su lucha armada. ¿Usted reivindica los años de confrontación militar?
SJ: Si la pregunta es ¿hubiera sido posible llegar a este acuerdo sin los ocho años de seguridad democrática? La respuesta es no. Pero esa no fue la única razón po r la cual llegamos a este acuerdo.
¿Qué tanto el éxito de la negociación se debió al Presidente?
SJ: A la gente Juan Manuel Santos le puede caer bien, mal o regular. El hecho es que él fue el que vio la oportunidad histórica de la paz que no había visto nadie más, puso todo su capital político en este proceso y se lo jugó hasta el final. La paz se la debemos a él.
Bueno, y a ustedes que le dedicaron cuatro años de vida. ¿Qué tal el aporte de la gente de su Oficina?
SJ: Fue un aporte gigante. Tan o más grande como el de todos los plenipotenciarios.
En varios momentos, la negociación se topó con unos nudos gordianos. ¿Cómo superaban esas concepciones irreconciliables?
SJ: A mí me parece que lo que ocurrió fue casi un milagro. Si uno considera que en todos los procesos anteriores no hubo prácticamente ningún acuerdo o acuerdos muy escuetos como el de la Uribe, se tiene que maravillar que haya sido posible que entre el gobierno y las Farc, sin mediación alguna, se hayan escrito esas 297 páginas. Y eso fue gracias también, además de la metodología, a la seriedad con las que las Farc abordaron la negociación.
¿En qué se reflejaba esa seriedad?
SJ: En que como nosotros, trabajaban desde que abrían el ojo hasta que lo cerraban y hacían propuestas concretas.
Pasando específicamente al acuerdo logrado, hay cosas que aún no se saben. Por ejemplo, ¿dónde van a ser los Pdets?
SJ: Acordamos en el punto uno que los Pdets se pondrán en marcha en los municipios más afectados por el conflicto, con mayores niveles de pobreza, mayor presencia de cultivos ilícitos y donde el Estado ha sido débil. Son criterios objetivos y ya tenemos una idea bastante clara de donde van a estar pero no se ha cerrado la discusión.
¿Coinciden con las circunscripciones de paz?
SJ: Si. Porque los criterios para su selección son los mismos.
¿Quién lo va a decidir?
SJ: En el marco de la Comisión de Seguimiento e Implementación.
¿Quién va a formar parte de esa Comisión?
SJ: Los que designe el Presidente de la República.
¿Y usted es uno de los tres?
SJ: Eso lo decide el Presidente.
Ya existe una secretaría técnica de la JEP, ¿cuándo van a nombrar a los magistrados?
SJ: Es muy urgente que eso se haga pronto.
¿Ya existen los delegados que escogerán a los magistrados?
SJ: No todos.
Las Farc tienen una idea diferente, a juzgar por sus tesis, sobre el día D para comenzar a concentrarse. Al final es ¿después de la firma o después de la aprobación de la amnistía?
SJ: Hay un cronograma con unos pasos que ya está acordado y que es público. En ninguna parte existe una condición de que el gobierno pase una ley para que las Farc se muevan. Otra cosa es que mientras se van moviendo hacia las zonas nosotros vamos haciendo lo que nos corresponde y eso incluye por supuesto pasar proyectos de ley incluyendo la ley de amnistía.
¿Los milicianos se van a concentrar también?
SJ: Por supuesto. Me da la impresión de que la gente no ha leído el capítulo sobre tránsito a la legalidad del acuerdo de reincoporación. Las Farc tiene que entregar un listado con la totalidad de sus miembros incluyendo a sus milicianos.
¿En el acuerdo quedaron muchas garantías para el disenso. Existe algún mecanismo para el consenso?
SJ: No estoy de acuerdo. Yo lo veo al revés. Yo creo que en Colombia hay una gran conflictividad social que cada vez se está expresando más y que está haciendo extremadamente difícil el oficio de gobernar. Los mecanismos de participación que acordamos, por el contrario, permiten crear escenarios en una sociedad tan fragmentada y tan llena de odios y temores para armar consensos sobre qué es lo que hay que hacer en cada región para construir la paz. Esa es la esencia de lo que hemos llamado la paz territorial.
¿Cuál sería un ejemplo de esos espacios?
SJ: Cojamos un ejemplo. Escasamente ha habido una región en Colombia con tanta violencia histórica y tanta conflictividad como el Urabá. Yo estoy convencido de que para construir paz en Urabá no basta con poner en marcha unos programas de desarrollo rural. Hay que primero sentar en una misma mesa a los bananeros, a los ganaderos, a los sindicatos, a las víctimas, a los campesinos y decir ‘señores, ¿ahora cómo vamos a hacer’? Si no se crean unas mínimas bases de convivencia va a ser muy difícil sacar adelante la implementación de los acuerdos.
¿Quién los sienta en esa mesa?
SJ: Yo creo que cada región de Colombia debe coger las riendas de su propia paz y los líderes naturales que uno ve cuando viaja por el país deben asumir esa responsabilidad. Que se trate de partidos políticos, empresarios o líderes sociales. Nosotros también podemos ayudar como gobierno y como Oficina del Comisionado de paz. Es algo a lo que nos queremos dedicar.
¿Cómo se imagina ese pacto político que menciona el Acuerdo?
SJ: Es imposible sacar adelante una verdadera transición si no se hacen una serie de pactos políticos más allá de los acuerdos de la Habana. En primer lugar, como dice el Acuerdo de garantías de seguridad, hay que reunir a los representantes de los diferentes sectores de la sociedad en el nivel nacional, y sobre todo, pienso yo, en las regiones y acordar que se va a respetar el proceso de dejación de armas y reincorporación a la vida civil de las Farc y que nos vamos a comprometer a dejar de promover cualquier forma de justicia privada. Y las Farc, por supuesto, tendrán que cumplir su parte. Es un acuerdo esencial y posible.
Pero también es necesario, y por eso quedó ese compromiso, mirar qué tipo de ajustes es necesario poner en marcha más allá de los acuerdos para facilitar su implementación y consolidar la construcción de una paz estable y duradera.
¿Ajustes constitucionales? ¿Está hablando de la Asamblea Constituyente?
SJ: No. Siempre estuvimos en contra de acordar una constituyente en la Habana y consideramos que sería un gran error meter al país en un proceso constituyente en este momento cuando enfrentamos la tarea tan extraordinariamente exigente de implementar los acuerdos y de sacar adelante transformaciones reales.
¿Entonces es un pacto en el Congreso?
SJ: Puede comenzar una discusión alrededor de temas sobre los que no nos hemos podido poner de acuerdo. Le doy un par de ejemplos. El uso mas adecuado de la tierra. O el grado de descentralización necesaria para sacar adelante la transición.
¿Cree que se viene una lucha por la interpretación del acuerdo?
SJ: Es imposible, incluso con todo el detalle que tiene este acuerdo, lograr una redacción que no se preste a diferentes lecturas. Por supuesto que habrá mucha discusión.
Ya para cerrar, qué viene para usted ahora?
SJ: Yo sigo haciendo mi trabajo mientras le sirva al Presidente de la República.
La guerra se acaba porque hay un acuerdo al que nos costó mucho trabajo llegar.
¿Ha sido difícil pasar de ser una persona muy tímida y privada a ser un personaje público?
SJ: Sí.
¿Le ha gustado?
SJ: No mucho.
¿Se ve en el futuro como negociador en conflictos internacionales?
SJ: El único lema que tengo en la vida es nunca hacer planes para el futuro, sino simplemente tratar de hacer bien lo que hay que hacer hoy. Y lo pienso seguir practicando.
¿Qué de toda su experiencia pasada fue lo que más le sirvió para la negociación?
SJ: Haberme salido de la búrbuja en la que uno crece cuando crece en el norte de Bogotá.
¿Está tranquilo con el plebiscito?
SJ: No. Cuando a la gente le preguntan si está de acuerdo con el acuerdo, la mayoría dice que sí. Otra cosa es que el 2 de octubre salgan a votar. Yo creo que los colombianos aún no hemos entendido la dimensión de lo que está en juego el 2 de octubre. Es sencillamente en qué país vamos a vivir y si nos vamos a dar una oportunidad.
¿Cómo se prepara el gobierno para la eventualidad de que gane el No?
SJ: Aquí hay un problema que me parece que no se ha enfrentado con suficiente honestidad. La guerra se acaba porque hay un acuerdo al que nos costó mucho trabajo llegar. Si la gente vota que No y rechaza el acuerdo eso significa que fracasó la negociación, que se derrumbó el proceso de paz. ¿Qué hacemos en ese escenario? No sé. Lo que sí creo es que la gente que está a favor del No debe asumir las consecuencias de su propia decisión.
Si lo que se viene es tan difícil, ¿qué le da optimismo?
SJ: Los jóvenes. Porque los jóvenes de hoy son distintos. Tienen más conciencia de en qué país viven. Uno se encuentra hoy gente de 25 años que lo único que quiere hacer es trabajar en una ong ambiental o irse al África a trabajar con las Naciones Unidas. Lo que necesitamos ahora es que trabajen en su propio país porque es mucho lo que hay que hacer.
La última pregunta: ¿Que le ayudaría a salir del fondo del mar?
SJ: Cambiar de personalidad.
SERGIO JARAMILLO

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