sábado, marzo 02, 2019

Los debates de La Habana

Laura Gil comenta “Los debates de La Habana”

Con base en entrevistas a más de cuarenta asesores gubernamentales, el libro aborda cuáles fueron las posiciones iniciales de las partes, cómo estas se fueron acercando hasta lograr un pacto y hasta dónde se modificaron para satisfacer al No en el plebiscito.

2019/01/28

POR LAURA GIL

"Lo perfecto es enemigo de lo bueno”, dicen. Ese adagio de sabiduría popular no deja de dar vueltas en mi cabeza desde que cerré Los debates de La Habana: una mirada desde adentro, publicado por el Institute for Integrated Transitions, un centro de pensamiento que asesoró al gobierno durante la negociación con las Farc.
Con base en entrevistas a más de cuarenta asesores gubernamentales, el libro aborda cuáles fueron las posiciones iniciales de las partes, cómo estas se fueron acercando hasta lograr un pacto y hasta dónde se modificaron para satisfacer al No en el plebiscito. En el orden de los capítulos del Acuerdo de Paz, cubre los grandes debates, formulados en forma de 51 interrogantes, cuyas respuestas delinean el alcance de las conversaciones y permiten desbancar las teorías de conspiración.
Nunca estuvimos en manos de unos irresponsables, ni ad portas de entregar el país a las Farc. Las líneas rojas siempre estuvieron claras y la firmeza del gobierno se hizo sentir en la discusión. El equipo negociador supo decir no: no a la ampliación de la agenda, no a la Asamblea Constituyente, no a la denuncia de los tratados de libre comercio, no a la prohibición de la aspersión, no a una amnistía general y no a muchas cosas más, grandes y pequeñas. Mucho no que el No no quiso apreciar.

Nada fue improvisado. El gobierno llegó a Cuba con una hoja de ruta elaborada con cuidado y, bajo el brazo, tuvo las lecciones aprendidas de los procesos del mundo entero. Encargó cientos de documentos y, a lo largo de los años, contó con asesores nacionales e internacionales de renombre. Casi la lista entera del quién es quién del mundo de la paz tuvo algo que ver con los diálogos de Colombia.
Y, aun así, la lectura de este texto deja el sabor amargo de la paradoja trágica. Tanto esfuerzo para conseguir el mejor de los acuerdos posibles se convirtió en un obstáculo para avanzar a buen ritmo, produjo un documento tan largo y complicado que solo los especialistas lo logran entender, resultó en tanta creatividad jurídica que alimentó el escepticismo y, al final, terminó poniendo una carga exagerada sobre un Estado débil.
El Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame le advirtió al gobierno que existe un menor riesgo de regreso a la violencia cuando los acuerdos integran un mayor número de categorías, van más allá de la seguridad, aseguran la participación ciudadana, surgen de una negociación larga, reconocen a las víctimas, incorporan reformas políticas, tienen un alto nivel de detalle y dan garantías para la implementación. Todo se tuvo en cuenta. El Acuerdo de Paz, que requirió cinco años de negociación, hizo historia. Fue el primero del mundo en introducir la consulta a las víctimas del conflicto y en incluir un enfoque de género, y lidera la lista en nivel de detalle y cantidad de garantías.
Cuando apenas se comenzaba a redactar el tema rural, un asesor planteó: “¿No estamos entrando en un nivel muy alto de detalle? A este ritmo nos va a salir un acuerdo de doscientos páginas. ¿A quién se le ocurriría? ”. El Acuerdo del Teatro Colón resultó con 310.
Nada tiene de sorprendente que una negociación de la complejidad y duración de la de La Habana produzca un cuerpo documental extenso. Faltan ríos de tinta aún para dimensionar lo que sucedió y, en consecuencia, cada libro, cada paper, cada crónica, adquiere un valor histórico. Si quiere saber qué se dijo en la mesa de La Habana, este escrito está hecho para usted. Quizás, cuando lo finalice, usted, como yo, se pregunte si la causa de la paz no hubiese requerido un acuerdo más temprano, sencillo y terrenal.
En: https://www.revistaarcadia.com/impresa/libros/articulo/laura-gil-comenta-los-debates-de-la-habana/72602

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