Lo que empieza como una reflexión sobre la planeación y el desarrollo urbano de Pereira, se convierte en una interesante reflexión sobre la ciudad de hoy.
Jairo Arango Gaviria: Hay una controversia sobre la falta de planificación en el desarrollo de la ciudad. ¿Piensa usted que Pereira ha crecido con planeación?
Juan Guillermo Ángel: La ciudad es una estructura viviente y por lo tanto, si desea sobrevivir, debe acomodarse no solo a la topografía sino y muy particularmente a su razón de ser, al ciudadano que interactúa con ella y le comunica ese elemento maravilloso de la vida. Una parte de la ciudad ha crecido como resultado de un proceso planificado; como ejemplo se puede mencionar al Plan Vial de emergencia Pereira 1954 de Mendoza y Olarte, con el cual se planificaron las primeras vías que trataban de interconectar lo que aisladamente se había construido de manera espontánea y, por otro lado, está la parte que creció sin planificación, sin programación, de manera irregular y sin legislación, casi ilegalmente diría yo. Está por ejemplo, lo que se llama Parque Industrial, el cual debió haber sido el sector donde se asentaría la industria de Pereira pero, lamentablemente, quienes desarrollaron el proyecto nunca tuvieron la intención de montar el parque industrial, esto solo fue una manera de justificar un proyecto de vivienda realmente grande e importante de la ciudad de Pereira, pero que no cumplía con ninguno de los propósitos por los cuales fue diseñado.
J.A. ¿Qué opina sobre la renovación urbana con el proyecto de Ciudad Victoria?
J.G.A.:Fue el embellecimiento de un sector que no era muy bonito, aunque desde el punto de vista urbanístico no fue muy afortunado. La Galería era la bisagra en donde el campo y la ciudad se juntaban. Para el año 1984, se sostenía el concepto de reconocer la vocación de galería que tiene el centro de mercado de alimentos de la ciudad, ya que se entendía que era “el Unicentro de los campesinos”, donde se desarrollaba el más complejo nivel de intercambio, allá llegaban los campesinos y podían vender sus productos e, igualmente, comprar lo que necesitaban; ese mismo año se brindó el apoyo para la remodelación del lugar, invirtiendo en la ampliación que recuperara el espacio vital necesario sin perder las ventajas económicas que se desprendían de esa tradición. Lamentablemente, en los años posteriores se prefirió adoptar el concepto que refiere a la renovación urbana a partir de la reubicación y desalojo de la galería de la ciudad, para esconderla y así lograr que no se deteriore mas el espacio valioso del centro;por tal motivo la derrumbaron para reemplazarla por la plaza de Ciudad Victoria, la que actualmente no tiene mucha utilidad y que, por el contrario, se convierte en un desierto que da terror transitar en horas de la noche.
A pesar de que no compartí esa renovación, porque hubiera sido deseable mantener parte de ese espacio que necesitaban los 600 microempresarios – al igual que campesinos- de la región de todas las categorías y condiciones y no habérselo entregado a las grandes empresas, debo reconocer que fue un esfuerzo interesante, bien hecho y por lo menos honesto.
J.A. ¿Qué consecuencias produjo esta renovación?
J.G.A.: Mandaron la galería para un sitio inadecuado, y lo que antes era el mercado concentrado se convirtió en un desorden de carretas móviles de venta de productos de la canasta familiar por el resto de la ciudad.
J.A. ¿Cómo fue el proceso del traslado de los vendedores del Parque La Libertad hacia donde hoy están concentrados: llamado San Andresito?
J.G.A.:Ese proceso fue el rescate de un parque de la ciudad, porque los espacios públicos no se pueden entregar de esa manera, por lo tanto lo que hicimos fue cumplir con una de las cuatro reglas de los Totocanipáes: “Hacer lo más que se puede con lo que se tiene”.
El parque de la Libertad era uno de los íconos de la ciudad, se planificó junto a los tres parques centrales. Había que rescatarlo porque estaba invadido de negocios informales y algunos ilegales, aún así eran actividades que ya se habían acomodado dentro de la estructura social y económica de la ciudad, por lo tanto lo que hicimos fue moverlos a un edificio donde no generaran el impacto que estaban produciendo.
J.A. ¿Cuáles fueron los logros y deficiencias generadas de esta reinstalación?
J.G.A.: Nos faltó haber construido mayores estacionamientos pero, para aquella época, la movilidad era distinta de la hoy en día, si acaso había un vehículo por familia. De manera que, a pesar de no acertar 100%, hubo avances importantes como la recuperación de un parque importante, la formalización de un comercio vinculándolo a la actividad económica de la ciudad que, de hecho, nos dejó utilidad, porque el municipio no gastó dinero, esos puestos se vendieron, de modo que no hubo que gastar para recuperar espacio público, fue un ejercicio afortunado.
J.A. ¿Cuál es el concepto de gestión financiera respecto a la valorización?
J.G.A.: La valorización es un instrumento válido y serio cuando se ejecuta con el propósito por el cual fue creado y cumpliendo con la normatividad del mismo.
Se entiende ésta como un instrumento por medio del cual el estado puede recuperar parte de la plusvalía que se genera como resultado de una obra, se debe ver como una contribución. Valorizar es construir un puente para que una tierra que estaba al otro lado de un río adquiera un precio, construir una vía que permita acercar un sector al otro o, inclusive, construir un parque que valorice las tierras de alrededor.
En la actualidad se inventaron las obras de beneficio general y las valorizaciones de servicio general, lo que ocasionan es que la valorización sea tomada como un impuesto más; el suelo urbano crece de precio por varias razones, primero porque la moneda se va depreciando, segundo porque el perímetro urbano va creciendo y en la medida que crece el perímetro urbano va incrementando el valor de ciertos sectores de la ciudad, pero en realidad eso no es la valorización.
J.A. ¿Recuerda obras exitosas hechas anteriormente por el sistema de valorización?
J.G.A.: Por valorización se han logrado hacer varias obras, como la pavimentación de muchos de los barrios de Pereira; por ejemplo, la pavimentación del barrio Alfonso López, que era un barrio prácticamente inaccesible, cuando llovía los carros se movían, era un desastre y un polvero imposible. Cuando la decretaron por valorización los vecinos se reunieron a oponerse pero, en ese tiempo, yo era el encargado y hablé con ellos llegando a acuerdos; se logró pavimentar las dos vías principales, aunque una de ellas fue una obra fracaso para los contratistas porque hubo un invierno terrible y perdieron dinero. Después de esto, el barrio adquirió valor mejorando la forma de vida. Como esa, hicimos muchas pavimentaciones, inclusive rescatando cobros de valorización que se habían hecho en el pasado pero que no hicieron la obra, devolviendo el prestigio a la valorización. Yo le puedo decir otras obras que se hicieron con ese mismo principio, pero lo más evidente fue haber logrado llevarle a los barrios que tenían capacidad de pago, la dignidad a través del proceso de valorización.
J.A. ¿Qué problema acarrea la valorización?
J.G.A. El principal problema de la valorización es cobrarle a la gente por su vivienda cuando es para habitarla únicamente. Ese cobro es correcto si se tiene negocio en la vivienda y se hace una obra, porque ese predio adquiere un mayor valor, pero es insólito cuando usted vive allí y no se tiene intención de vender. Nosotros inventamos un instrumento que era muy sencillo para las personas sin capacidad de pago, el cual consistía en no cobrarle valorización mientras que se estuviera viviendo allí, pero si se vendía, entonces pagaba la valorización. Así se convertía en una contribución justa porque no puede ser un instrumento para exprimir a la gente.
J.A. ¿Qué opina de las Alianzas Público-Privadas (APP)?
J.G.A.: Las APP son una estrategia del gobierno para que alguien haga lo que a él le corresponde y a cambio de eso se le da la posibilidad de que se enriquezca. En pocas palabras, es un instrumento de plusvalía injustificado de muchos sectores.
En lo referente a los servicios públicos, se están aplicando mucho las APP, que han tenido unos ciclos bien curiosos, no solo en Colombia o en Pereira sino en el mundo. Inicialmente, todos los servicios públicos (energía, acueducto, comunicaciones) los prestaba el sector privado; pero en la medida que las concesiones iban llegando al periodo pactado, el privado dejaba de hacer mantenimiento dejando de invertir, esto conllevó a volver todos los servicios al carácter de públicos, pero el estado también empieza a fracasar en el manejo y ahora estamos volviendo a entregárselos al sector privado.
J.A. ¿Cuándo es necesario aplicar las APP?
J.G.A.:En lo personal, no soy muy amigo de las APP, a no ser que sean obras que definitivamente se requieran con urgencia y el estado no pueda ejecutarlas. Por ejemplo, en el sector salud, la Liga Contra el Cáncer solicitó permiso para hacer una ampliación de las instalaciones para instalar una máquina de nueva tecnología que tenían y les respondieron que no la autorizaban porque debían construir 60 estacionamientos y no había cómo invertir. Es la misma necesidad del Hospital San Jorge, ya que no cuenta con estacionamientos. Es allí donde considero apropiada una alianza público-privada para construir unos parqueaderos subterráneos frente al Parque Gaitán y así no cometer la barbaridad de trasladar un servicio de salud a 10 o 15 kilómetros de distancia, que es lo que pretenden hacer ahora, a una vía que tiene solo un acceso y donde, en la eventualidad de un accidente, se bloquearía totalmente la entrada. Mejor sería construir los estacionamientos en el parque, permitiéndoles realizar ampliaciones y dejando centrado un hospital que es de uso de toda la población.
J.A. ¿Cómo era la integración de Risaralda con Caldas?
J.G.A.: Nosotros no participábamos de una integración, éramos súbditos, dependíamos de la capital de Caldas que desgraciadamente fue muy centralista, lo que destruyó la posibilidad de que Risaralda hubiera podido ser uno de los departamentos modelo del país, ya que teníamos una participación del Producto Interno Bruto de la nación por encima de los promedios, pero todo fue obstruido por culpa del centralismo. El discurso de mi padre, quien fue uno de los gestores del departamento de Risaralda, era separarnos para que después nos pudiéramos unir y hacer proyectos en conjunto, pero mientras dependiéramos de uno solo, eso sería un imposible.
J.A.: ¿Con quién considera que debería ser la integración de Risaralda?
J.G.A.:Teniendo en cuenta que el Plan de Ordenamiento Territorial está obsoleto, ya que aún referencia que Pereira solo llega hasta el Rio Otún sin contar con Dosquebradas, Santa Rosa de Cabal, La Virginia y Cartago, que solo se separan de Pereira por unos pocos metros, considero que deberíamos encaminar la integración mirando hacia el entorno completo, trabajando para que cada región pueda desarrollar sus potencialidades al máximo.
El inconveniente con el que nos encontramos es que la ecorregión es muy parecida, debido a las potencialidades de las tres áreas, las cuales en principio eran a partir de la economía del café pero además la del comercio. Hay que recordar que Pereira y Cartago Viejo fueron el núcleo de comunicación, fue la única parte en la que hubo congestión de tránsito entre los conquistadores, toda la gente se movió por aquí, ya que era un paso obligado entre la cordillera, los valles fértiles del Cauca y del Magdalena, de manera que es necesario ampliar el concepto de planificación teniendo presente que somos históricamente parte del Cauca y no de Antioquia, debido a que el límite estaba en el Rio Chinchiná, por lo que dependíamos de manera política, económica, eclesiástica y educativa, de Popayán. El centralismo manizaleño no permitió que Pereira tuviera colegios de bachillerato lo que generó que nos trasladáramos a Popayán o Santa Rosa, de manera que hicimos parte del Cauca Grande y, como tal, tenemos raíces históricas de esta parte sur del país. Igualmente, también tenemos herencia de sangre antioqueña, por lo tanto esa mezcla de la que hablaba Luis Carlos González, de paisas antioqueños, vallunos y tolimenses, es real y constituye una ecorregión mayor de la que estamos pensando, lo que conlleva a la necesidad de una planificación concordante con eso.
J.A. ¿Cuál es su percepción respecto a los proyectos de integración de Aeropalestina y Tribugá?
J.G.A.: Considero que son dos barbaridades sin ningún sentido; exponiendo el proyecto de Aeropalestina, lo asimilo como un sentimiento egoísta de 100 o 300 pasajeros de Caldas que viajan frecuentemente a la Capital de la República, y respecto de Tribugá, es un golpe muy fuerte para una ecorregión muy vulnerable, además de la inestabilidad de la cordillera, lo que ocasiona alto riesgo de derrumbes y, por otro lado, Tribugá se encuentra mucho más lejos de Pereira que Buenaventura.
J.A. Pereira fue creciendo con determinados íconos, el aeropuerto es ejemplo de ello, ¿Cree que el aeropuerto Matecaña está bien ubicado?
J.G.A: He sostenido toda la vida que podríamos haber tenido un aeropuerto de carácter regional en Cartago ya que está a muy pocos kilómetros de Pereira. Eso nos hubiera permitido tener vuelos mucho más fluidos y que se cerrara menos el aeropuerto, que ya lo tenemos en medio de la ciudad. Existen aeropuertos ubicados en la mitad de la urbe, por ejemplo el de Guatemala que queda a escasos metros de la embajada de Colombia, y otros casos de aeropuertos intraurbanos exitosos, pero siempre tendrán la característica de ser aeropuertos de corto vuelo. Lastimosamente, la administración decidió entregarle el aeropuerto al sector privado.
J.A. ¿Qué opina sobre los recientes macroproyectos que se plantean en la ciudad?
J.G.A.:Considero que el Parque Ukumarí será un desangre para la ciudad debido a los dineros que se perdieron en los movimientos de tierra y negocios mal hechos. Aún así nos quieren hacer creer que Ukumarí será el gran atractivo para Pereira, pero realmente no tengo fe en que alguna persona vaya a tomar un avión desde Londres a Pereira para ver un miniparque zoológico, cuando existen gigantescos parques zoológicos en el mundo, con los cuales nos tocaría competir.
J.A. ¿Cuáles son las propuestas que plantea para incentivar el atractivo turístico de la región?
J.G.A.:Explotar las ventajas que tenemos de carácter mundial como la biodiversidad, ya que esta zona tiene la mayor variedad en aves y flora del mundo, lo que generaría un alto tráfico turístico e inspiraría a que personas de varias partes del mundo, como Japón, Inglaterra, Estados Unidos, visitaran la región para el avistamiento de aves, inclusive actualmente se encuentran muchos extranjeros con cámara mirando aves en la región; lo anterior se podría lograr sin requerir una inversión gigantesca, solo facilitando el transporte, alojamiento, guías turísticos, entre otros puntos sencillos, se podría generar un proyecto de gran impacto para la región, con el valor agregado de gozar de un factor humano realmente especial/ excepcional ya que nuestra gente es amable y acogedora, las fincas campesinas son bellas en su autenticidad y el paisaje es realmente hermoso.
J.A. ¿Conoce alguno de los estudios de prospectiva que se han realizado en la ciudad?
J.G.A.:Recuerdo que el primer estudio de prospectiva que conocí referenciaba que el Ingenio Risaralda no podría producir caña de azúcar, pero en la práctica resultó que los rendimientos del Valle de Risaralda son 30 o 40% superiores a los del Valle del Cauca; posteriormente se han realizado varios, pero ninguno funciona.
J.A. ¿Cuál cree que deba ser la vocación de Pereira respecto al Plan de Ordenamiento Territorial?
J.G.A: Por estar situado en el centro del país, se puede tomar como un centro de logística. Y exaltar el paisaje cultural cafetero ya que podemos ser un centro turístico que valga la pena.
Igualmente, hay una fuente importante en la parte comercial, ya que contamos con una mano de obra eficiente, como lo están demostrando Roberto Gálvez con su ensambladora de carrocerías y Marcial Navarro con su electrónica; es una ventaja que nos encontremos ubicados en el centro del país, en un cruce de caminos, que nos puede permitir ser un centro de distribución interesante.
J.A. ¿Qué opina sobre el Paisaje Cultural Cafetero el cual hoy parece que no pasó del enunciado existiendo posibilidades de que se retire la marca?
J.G.A.:Es posible que se retire la marca porque aunque es perfecta no le hemos brindado el cuidado suficiente. La exigencia es prestarle atención, defenderlo, establecer normatividades, implementar estrategias para que sea apreciado por el turista, por ejemplo implementar hospedajes en las fincas, que le permitan al viajero alojarse de una manera digna y bien atendido por los propios dueños de la casa, pequeños refugios para una o dos noches y, que así, los turistas tengan la posibilidad de disfrutar del paisaje y del ambiente de manera tranquila.
J.A. ¿Cree que existe doliente del Paisaje Cultural?
J.G.A.:Tanto en el sector privado como en el público estamos adoleciendo de gente como los que hicieron esta región, a los dirigentes de hoy “les falta mucho pelo pa’l moño”.
J.A.¿Cuál es su lectura en relación con la planeación en el campo?
J.G.A.: Estamos obligando al cambio del uso del suelo, los prediales hacen que usted no pueda tener una finca, porque el costo de los impuestos sobre la tierra hace que mantener una producción agrícola sea imposible, por lo tanto la única forma es hacer casas, por cuenta de un sistema impositivo retardatario en contra del agricultor y del pequeño campesino. Antes Álvaro Gómez decía que “una finca cafetera era tan productiva como una finca de tulipanes en Holanda”.
Destruimos el café, no le dimos los impulsos que requería, tuvimos una burocracia apoltronada aprovechándose de los recursos que se ganaba el campesino y no le hemos devuelto nada al campo. En cierta ocasión frente al presidente Santos, le manifesté la importancia de subsidiar al campesino, no comprándole la cosecha por más de lo que vale sino generándole posibilidades de tener acceso a fertilizantes, tecnología, para que pueda aumentar su productividad, pero si la ayuda es pagar por el producto más de lo que vale lo que estaría propiciando es el contrabando.
Es notoria la necesidad de planificar el campo e integrarlo al sector urbano; si un campesino tiene una granja con seis u ocho árboles de naranjas, nadie le va a comprar medio bulto de naranjas. Cuando yo fui alcalde tomé la decisión de comprar dos camiones para que salieran por las veredas a comprar esa pequeña producción, que no tenía forma de llegar a los centros de consumo.
J.A. El uso de suelo trae inmerso un conflicto de intereses; citando un ejemplo, hay zonas en Cerritos con escasez de servicios, inclusive no existe planta de tratamiento de aguas residuales, ¿cuál es su opinión frente a esto?
J.G.A.:Es verdad que no tienen alcantarillado, ya que es muy costoso llevar el agua y mantener un sistema de transporte eficiente pero, paralelamente, se está obligando al dueño de la tierra a que la vuelva casas porque de otra manera se la estamos expropiando; entonces, aparentemente, se quiere que todo sea urbano, porque la administración no colabora para que haya zona agrícola, además es necesaria la construcción de una planta de tratamiento para toda la ciudad, que esté incluida en los planes de desarrollo.
J.A. Existen actualmente dos conceptos de ciudad: una para el ser humano y la otra para el automóvil, ¿Qué opina al respecto?
J.G.A.:Existen muchas ciudades en el mundo que ya son para los seres humanos y no para los vehículos. Se transformaron para caminar o si acaso montar en bicicleta, ciudades que no pueden adecuarse para los automóviles, por ejemplo usted no puede coger el centro histórico de Ámsterdam o de cualquier pequeña ciudad de Francia, Italia o Suiza y construir allí grandes autopistas. De manera que podríamos ir pensando en la adecuación de zonas peatonales dentro de la ciudad.
J.A. ¿Qué concepto tiene de la Renovación Urbana?
J.G.A.: La renovación urbana es el conjunto de acciones que le permiten a la ciudad ponerse en concordancia con las necesidades que le plantean las relaciones de los hombres; por lo tanto, la renovación no necesariamente se debe dedicar a transformar galerías de plátanos y pescado en galerías de arte, aromatizando así los mugrosos muñones de una época cuando la plaza de mercado era suficiente y adecuada para la tarea de intercambio que se le había encomendado.
La renovación debe englobar toda una estrategia para comprender el funcionamiento de la ciudad, lo neurálgico de las relaciones con el campo y sus vecinos, las modificaciones e intervenciones sobre el espacio; entonces se han de consultar autóctonos usos y costumbres, aunque modifiquen sustancialmente la estructura misma de la utilización del suelo tradicional.
J.A. ¿Qué opina sobre los proyectos de renovación para la ciudad que actualmente se están implementando?
J.G.A:Voy a referirme a dos proyectos de renovación urbana: el primero fue a partir de la política del traslado del zoológico y los planes para utilizar ese terreno, la cual fue diseñada para volverlo edificios y, entonces, considero que es un golpe mortal a los espacios públicos de Pereira; cuando la Sociedad de Mejoras tuvo el control de ese sector era un parque público y es un crimen para la ciudad volverlo un sector de edificios; el segundo se refiere al terreno donde hoy se encuentra el Batallón San Mateo, a ése también le están apuntando para volverlo dinero, cuando podría ser un gran pulmón verde de la ciudad.
J.A.¿Como fue la adjudicación del terreno del Batallón San Mateo?
J.G.A.: Es imperioso proteger los espacios verdes y los pocos bienes que tiene la ciudad que son rentables para que continúen siendo propiedad de la ciudad y no entregárselo al sector privado
Fue una operación de carácter comercial que tenía una cláusula restrictiva y resolutoria, no sé qué tanto valor tenga eso desde el punto de vista jurídico, legal, pero quien lo cedió lo hizo para ese propósito. Esa fue una idea de Leonor Botero y unas familias de la ciudad.
De esta manera, se forja una ciudad más humana para la gente, que no sea todo para el gran negocio, para el gran empresario, para las grandes superficies, hay que defender al microempresario, al talabartero, al zapatero, y no entregarle la ciudad a los 4 o 5 grandes capitales los cuales están devorando todo lo que hay en el intermedio y, así, les va a pasar lo que le pasó a Hitler cuando invadió la Unión Soviética, que sus tanques caminaron tan rápido que la infantería se quedó atrás y en ese espacio de la mitad se le metieron los adversarios.
J.A.: ¿Cual creería que sería el nombre de la persona que más aportes ha hecho a la planeación en la ciudad?
J.G.A.: Se deben mencionar algunas personas, tales como Rod Borgues, un profesor inglés que hizo su proyecto de doctorado aquí, él estudió bastante lo que estaba pasando desde el punto de vista urbanístico y político de la ciudad; Francisco Londoño, Julio Mendoza, Gustavo Orozco y yo también hemos tenido una participación importante en lo que tuvo que ver con el desarrollo de ciertos conceptos de ciudad.