domingo, noviembre 08, 2009

Claude Lévi-Strauss

OBITUARIO
de http://www.semana.com/noticias-cultura/quijote-del-siglo-xx/131013.aspx
La muerte del etnólogo francés Claude Lévi-Strauss es el final de una era de hombres que convirtieron el estudio sociocultural en la ciencia que es hoy.
Sábado 7 Noviembre 2009

Si hubiera que definir la vida de uno de los más grandes pensadores del siglo XX en tan solo unas líneas, habría que trazar un mapa del mundo y de sus pobladores, hacer un análisis de sus costumbres, de sus relaciones de parentesco, de lengua, y después de ese viaje encontrar que todas esas preocupaciones intelectuales se reunieron en la persona de Claude Lévi-Strauss, fallecido el domingo primero de noviembre en la pequeña población de Lignerolles, en la Borgoña francesa, antes de cumplir 101 años el próximo 28 de noviembre.
Lévi-Strauss es una institución para la antropología, la etnología, la lingüística y las ciencias sociales modernas. Y no es una frase: el suyo fue un empeño que comenzó siendo apenas un incómodo estudiante de derecho y filosofía que a los 26 años, después de haber leído con fruición a Sigmund Freud y a Karl Marx, y de haber sido militante socialista, descubrió que su verdadera vocación estaba muy lejos de la filosofía y muy cerca de la etnología. "La filosofía me molestaba porque estaba por fuera de la realidad, no actuaba en el presente". Con Marx, en cambio, encontró un modelo metodológico para el análisis de la historia desde las transformaciones sociales; y con Freud, algo similar, pero desde el inconsciente del ser humano.Nacido en Bruselas en 1908 debido a que su padre, un pintor académico de familia judía, se había trasladadó allí, muy pronto regresó a París para educarse en medio del clima de preguerra. A los 10 años descubrió tres aficiones que lo marcarían toda su vida: la lectura de Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes; una afición al coleccionismo de objetos extraños, y un profundo amor por la geología. El pequeño niño creció en un típico hogar burgués, con algunos aires bohemios, que le permitieron una educación humanística con la cual pudo defenderse en los avatares que le tenía preparada su larga vida. "El quijotismo, me parece, es, en lo esencial, un deseo obsesivo de reencontrar el pasado más allá del presente", dijo en su libro De cerca y de lejos, de 1984. Un quijotismo que se podía encontrar en cada una de sus expediciones no sólo a los recónditos territorios de la Amazonia y el Matto Grosso brasileños, sino en el frente de batalla en la Segunda Guerra Mundial, en Nueva York en el exilio forzoso debido a la persecución en contra de los judíos; en la lucha en contra de la academia francesa y, finalmente, en la defensa de sus teorías. En 1931 Lévi-Strauss era apenas un inquieto graduado que sabía que estaba buscando algo aún sin saber muy bien qué. Por eso, tras leer Aden Arabia, la crónica desesperada de Paul Nizan que narra la huida de un muchacho de 20 años a la periferia, aburrido de la monolítica cultura francesa, Lévi-Strauss sintió que algo lo invitaba también a alejarse de la comodidad y la rutina que entonces lo tenían como profesor en Laon, una ciudad al norte de Francia. "Tenía ganas de moverme, de ver el mundo", lo cita su biógrafo Denis Bertholet. Soñaba con las novelas de Joseph Conrad; soñaba con poder tocar, sentir: "el pensamiento para él necesitaba de lo concreto para no perderse", dice Bertholet. Y lo concreto llegaría gracias a la lectura de Primitive Society, de Robert H. Lowie, un libro que le descubrió la etnología angloamericana, el punto de partida de su verdadera vocación. Con esa lectura descubrió que el estudio de las costumbres sociales de los pueblos era la posibilidad que estaba esperando para poder unir lo que había aprendido de Marx y de Freud. Para entonces, en 1934, George Dumas, uno de sus profesores, había abierto el camino en la naciente Universidad de Sao Paulo, y lo invitó a que hiciera parte de la segunda camada de profesores de sociología que enseñaban a una elite brasileña que profesaba amor y devoción por Francia. Lévi-Strauss partió sin pensarlo mucho. Y en Brasil, cuando descubrió que podía dedicarse tanto a la enseñanza como al trabajo de campo, se embarcó en varias expediciones que definirían para siempre su acercamiento a la antropología, la etnología y las ciencias sociales. El encuentro con los Bororboro y los Caduveo, en la Amazonia, y después los Nambikwara, en el Matto Grosso, lo convencieron de que era posible sistematizar el conocimiento sobre las comunidades echando mano del método científico. Pero entonces estalló la guerra. Una guerra que se le antojaba lejana y que sólo pudo entender cuando, al regresar a Francia cuatro años después, fue enviado primero a la sección de comunicaciones del Ejército francés y después al frente de batalla, en la línea Maginot, en septiembre de 1939. Dos años después era un paria en su propio país. Su apellido y su cultura judíos lo hicieron exiliarse. ¿A dónde ir, se preguntó. Y encontró que en Nueva York, la fundación Rockefeller tenía un programa de protección a los intelectuales judíos. Tras un penoso viaje en barco, en donde conoció a André Bretón, recaló en Nueva York y desde allí completaría su tarea pendiente con la etnología. En esa ciudad, que bullía de intelectuales de todo el mundo, se hizo asiduo de los surrealistas primero, y después de dos personajes cruciales para su vida: el antropólogo alemán Franz Boas y el lingüista ruso Roman Jakobson. Con Boas discutió sus teorías sobre lo que había visto entre los indígenas brasileños y aprendió que no debía enfocarse al análisis de las razas: sólo el hombre existe. Y su organización, así parezca extraño, es la misma gracias, entre otras, a mitos y costumbres arraigados que han permitido su supervivencia. De Jakobson, a quien conoció en la Universidad de Columbia, aprendió la posibilidad de crear una etnología capaz de comprender que hay leyes, como en la lengua, que funcionan en el nivel inconsciente, fuera de control de los sujetos hablantes, y que por lo mismo se pueden estudiar como fenómenos objetivos. En Estados Unidos comenzó a estudiar y a leer todo cuanto se había escrito sobre etnología en las diferentes culturas humanas. Con esas bases, escribió una tesis doctoral que se convirtió en su primer libro y en el fundador del estructuralismo, como metodología de estudio y comprensión de la vida social, familiar y comportamental de los hombres: Las estructuras elementales del parentesco. El libro lo transformó en una institución en su país, al que regresó convencido de que era necesario reconstruir el estudio de las ciencias sociales arrasado por la guerra. En 1955 publicó Tristes Trópicos, un viaje a las entrañas de Brasil, y desde 1960 (hasta 1982), se hizo profesor del Collège de France. Lévi-Strauss revolucionó la manera de acercarse a la investigación social: demostró que era posible hacer un sistema que respondiera preguntas que hasta entonces no se habían hecho. Y esa, quizá, sea la razón de su importancia. Como lo señala Robert Maggiore, estudioso de su obra, "él no dio respuestas nuevas a las preguntas que estaban hechas, sino que cambió las preguntas, y descubrió otro continente, mediante una revolución copernicana que puso patas arriba a la antropología, la etnología, la lingüística, el sicoanálisis y la historiografía". Todo ello consignado en más de 20 libros, algunos complejos, como Antropología estructural; los cuatro tomos de las Mitologías, y otros de un enorme valor literario, como Tristes trópicos y De lejos y de cerca, que lo muestran como un Quijote buscando en el pasado las claves del presente.

miércoles, octubre 07, 2009

Descubren en Australia la única foto de la primera expedición al Polo Sur

en http://espanol.news.yahoo.com/s/07102009/54/n-entertain-descubren-australia-unica-foto-expedicion.html
6 de octubre de 2009, 11:54 PM



Sídney (Australia), 7 oct (EFE).- La única fotografía conocida de la expedición que alcanzó por primera vez el Polo Sur fue hallada en los archivos de la Biblioteca Nacional de Australia, informó hoy la agencia oficial AAP.


Harald Ostgaard Lund, un historiador noruego, la descubrió tras analizar durante meses mas de 700.000 imágenes de la galería digital de la institución.


La fotografía, fechada en 1911, muestra al explorador Roald Amundsen, paisano de Lund, a su llegada al punto más septentrional del globo.


Fue tomada por el fotógrafo australiano Edward W. Searle e incluida en su álbum "Vistas de Tasmania".


El historiador viajó a Australia a principios de año en busca de los originales de las copias de las imágenes cedidas por la familia de Amundsen al Museo Nacional de Noruega.


"Con tantas fotos antiguas en nuestra colección, ha sido casi un milagro poder encontrar ésta tan valiosa", afirmó la directora de la Biblioteca Nacional de Australia, Linda Groom.


Amundsen llegó al Polo Sur el 14 de diciembre de 1911, ganándole la carrera por 34 días al aventurero británico Sir Robert Falcon, quien perdió la apuesta por emplear caballos mongoles en vez de perros para tirar sus trineos.


La fotografía será cedida en las próximas fechas a Noruega, que en 2011 celebrará el centenario de la proeza.

viernes, junio 06, 2008

EL JOVENCITO "TIROFIJO"...

En Armenia, Quindío Hallamos a la tía y al primo de ‘Tirofijo’
Por: Miguel Ángel Rojas Arias/ Especial para El Espectador
Doña Ana Francisca, nacida en 1901, no termina de creer que su sobrino era Pedro Antonio Marín, el mejor jugador de trompo. Su primo recuerda que fue su estafeta, pero que se alejaron cuando las Farc se convirtieron en delincuentes.
La única vez que alias Manuel Marulanda Vélez, el recién fallecido jefe máximo de las Farc, estuvo tras las rejas, fue en la cárcel municipal de Génova, su pueblo natal, en el sur del departamento del Quindío. Apenas tenía diecinueve años y aún no había pensado en irse para el monte.
Su tía María del Rosario Marín le pagó al inspector una fianza de dos pesos para que lo dejara libre. Contra él cursaba, en el Juzgado Promiscuo Municipal de Calarcá, una denuncia por lesiones personales interpuesta por el ex soldado Críspolo Gallo, luego de una pelea a machete en una fonda de camino donde éste resultó herido.
Tenía tres entradas más a la misma cárcel por el “delito” de ser hijo de Pablo Marín y sobrino de Ángel y Manuel Marín, dirigentes liberales del corregimiento de Ceilán, municipio de Tulúa, centro del Valle, a donde habían emigrado a comienzos de la década de los años cuarenta.
De sus fincas de Ceilán los sacó corriendo León María Lozano, El Cóndor, después del nueve de abril de 1948. Dos años de persecuciones políticas vivió el joven Pedro Antonio en Génova, mientras trabajaba como peón en la finca de Pedro Nel Duque, en la vereda El Dorado, acogido los fines de semana por su tía, Ana Francisca Marín de Morales, en la vieja casa de la calle doce de la cabecera municipal.
Ella todavía vive en Armenia. En un barrio popular, sentada en una silla mecedora, con un tabaco en la boca y sus inocultables ciento siete años, desvaría. Es la única hija viva de dos de los fundadores de Génova: Ángel Marín y Virginia Quiceno, los abuelos del guerrillero más viejo del mundo, que vinieron de Neira, Caldas, a comienzos del siglo XX.
En la pequeña vivienda de la tía Matilde, prima hermana de Marulanda dice que su anciana madre “todavía no cree que Pedro Antonio Marín era el mismo Tirofijo”. “Cuando se lo mostrábamos en la televisión siempre contestaba: ‘ese que va a ser mi sobrino, si mi sobrino es un bobo’”.
Lo recuerda con un sombrero atascado hasta las cejas y una ruana larga que casi le cubría todo el cuerpo, como un muchacho trabajador que corría en el potrero en pos del ganado, se la pasaba sentado en los corredores de la casa o como el mejor jugador de trompo entre todos los muchachos del pueblo. “Desde que se largó con la Chusma de Modesto Ávila no lo he vuelto a ver”, le dijo hace poco más de seis años Ana Francisca al periodista Luis Fernando Franco del municipio de Génova.
La guerrilla de catorce primos
Cincuenta y ocho años después, sentado en una silla de concreto en un parque del centro de Armenia, su primo hermano Jorge Arenas Marín, jubilado del cuerpo de bomberos de esta ciudad, recuerda los detalles de la vida del adolescente Tirofijo en Génova mientras vivió en la casa de su madre María del Rosario, como si fuera uno más de sus nueve hermanos. “Yo le garitiaba cuando lo metían a la cárcel, por ser casi el menor de la casa. Cada rato lo traían de la finca de los Duque, donde trabajaba, a la cárcel del pueblo, por liberal”.
Los primos Marín no formaron nunca una guerrilla, sino un grupo del juego de la esgrima, o el machete. “Los tíos Ángel y Manuel nos enseñaron el arte. Ellos lo habían aprendido desde niños y recibieron instrucciones del Tuerto Felipe de Armenia, al que le asimilaron las 32 paradas del juego”, rememora Jorge Arenas, que relata con fluidez el enfrentamiento de la fonda en la vereda El Dorado donde Pedro Antonio hirió en una pierna al ex soldado Críspolo Gallo. “Unos días después, en un viaje que hicimos los primos a la finca Indostán, por la región de Cumbarco, con el propósito de jugar a la esgrima con amigos del campo, la Policía nos salió y a culatazos nos llevaron a la cárcel municipal. Todos quedamos libres al día siguiente, menos Pedro Antonio, hasta que mi madre consiguió prestados los dos pesos para pagar la fianza”.
La pista del magistrado
En tanto, en una antigua casa de concreto ubicada en una callecita ciega del barrio las Acacias de la capital quindiana, María Estela García le celebra los 78 años de edad a su esposo Hernando Franco Hernández, jubilado del poder judicial en el cargo de Magistrado del Tribunal Superior del Quindío, quien recuerda que nació en el mismo mes y año que Tirofijo y compartió con él pupitre en la pequeña escuela municipal de Génova. “Era un niño normal, pero mucho más tímido y retraído que todos nosotros. Cuando practicábamos fútbol con una pelota de trapo, Pedro Antonio sólo nos miraba desde una esquina, sin insinuarse jamás para el juego. Sólo cuando tirábamos trompo mostraba sus dotes de invencible”.
En la casa del ex magistrado Franco rueda la cinta de un casete con la voz de su tío Roberto Hernández, donde relata el episodio que vinculó a Pedro Antonio con el primer grupo armado ilegal. “Pasaba por el camino de un potrero, junto al río Gris, cuando oí una voz que salía desde el cafetal: era el hijo de Pablo Marín, el tímido muchacho campechano que habían tenido en la cárcel. Me le acerqué y me dijo: ‘Ayúdeme, Roberto, el alcalde Argemiro Prado mandó a matarme y yo llevó horas en este cafetal escondido’. Entonces le dije que se fuera para la vereda Riofrío y buscara por esos lados a Modesto Ávila, defensor de liberales, y se vinculara con su grupo de autodefensa. Y así lo hizo”.
La denominada “Chusma de Modesto Ávila” se había conformado a finales de 1948 con campesinos rasos, mayordomos y pequeños propietarios de tierras para defenderse del gobierno y la dirigencia conservadora. Modesto, como otros colonos, había venido de Santander huyéndole a la violencia al comenzar la Hegemonía Liberal en 1930.
Pertenecía al partido que tomó el gobierno, pero huyó hacia los límites de Tolima y Caldas, en la zona rural de Génova, para evitar la confrontación. Después de la muerte de Gaitán, y viéndose azuzado por la Chulavita, se alzó en armas para defenderse. Es a esta organización a la que se vincula Pedro Antonio Marín, después de haber sido amenazado de muerte por el alcalde.
“Unos meses después, subí con mi tío Roberto a la finca del abuelo, para instalar un mayordomo y aperarlo de mercado. En los canalones, en el patio, en el potrero y el cafetal yacían ciento veinte hombres armados que recién habían llegado del Tolima. Ya en la casa de la finca salió Modesto Ávila, nos saludó y dijo que el joven Pedro Antonio estaba en sus filas. Inmediatamente llamó a tres voluntarios, entre ellos al propio Marín, para cumplir una diligencia. Mi condiscípulo de escuela me pidió que cambiáramos de ruana y así lo hicimos. Salieron y luego oí unos disparos. Mataron al dirigente conservador Miguelache, Miguel A. Hincapié, al parecer la primera víctima de Tirofijo”, evoca con voz firme el ex magistrado Franco Hernández
“Desde entonces, mi familia huyó, camuflados en camiones salimos hacia Armenia o hacia el Valle. Yo advertí que debíamos organizarnos, pero mi abuelo me mandó para Buenos Aires, Argentina, para sacarme del conflicto, lo que ahora agradezco”.
Un viejo habitante de Génova, que pidió reserva de su nombre, recuerda que frente a su casa, en el casco urbano, funcionaba una lavandería a vapor, a donde llegó un día, como de costumbre, un saco leva del dirigente conservador Floro Yépez Gómez, de uno de cuyos bolsillos el lavandero extrajo una hoja de cuaderno donde había una lista titulada: “Liberales para matar”. Entre ellos, por supuesto, estaba Pedro Antonio Marín. Y señalados por una cruz los que ya habían asesinado.
Con la muerte de Miguelache y el intento de la “Chusma de Modesto Ávila” de tomarse el pueblo, la Policía se reforzó y dio de baja a una docena de los combatientes ilegales. Diezmado, el grupo sale hacia el famoso Cañón de las Garrapatas y se une a las recién creadas autodefensas campesinas liberales, organizadas por Gerardo Loaiza, el mayor de los dieciocho hijos de don Emiliano Loaiza, primos de Manuel Marulanda por línea materna.
Con esta fusión se origina la versión de la guerrilla de los catorce primos de Tirofijo. Es decir, el recién muerto comandante de las Farc no creó un grupo fundacional de autodefensas campesinas en Génova, sino que se vinculó a uno, primero, y luego a otro, ya organizados.
Arenas Marín, el primo más cercano a Marulanda lo vio por última vez en una finca en la zona de distensión de El Caguán en el año 2000. “Lo busqué a través de otro familiar. Estuvimos casi todo el día juntos, vimos televisión, conversamos de los amigos de Génova y me preguntó por Modesto Ávila. Estaba empecinado en tener allá, en su casa, a la tía Ana Francisca. Le prometí que se la iba a llevar, pero esta mujer —señala a Matilde, la hija con quien vive la tía Ana Francisca— se opuso rotundamente. Y luego vino el rompimiento de los diálogos y le perdí el rastro, hasta ahora que nos avisan que ha muerto”.
“Antes, continúa Arenas, en 1950, yo subía a Riogris a llevarles quesos y panela a la ‘Chusma de Modesto Ávila’”. “Armas y municiones”, lo contradice el ex magistrado Franco Hernández, que me muestra una foto de Marulanda, en el Caguán, junto a Jorge. Él deja en claro: “Yo soy uno de los primos de Tirofijo, le ayudé cuando pelao, fui su estafeta, pero en los últimos años no compartí su lucha porque del ideario liberal de reivindicaciones por la tierra y los pobres se cambió por un puñado de narcotraficantes y asesinos, y eso no va conmigo, que soy un hombre de paz”.

jueves, enero 11, 2007

“África, diáspora y afro América”,

fotomontaje de cristine dumbsky
-los textos sobre África son del primer semestre del 2006-

“AFRO AMÉRICA” HOY
“África, diáspora y afro América”, el titulo sugerido para éste texto parece una referencia gráfica con tres componentes: Una el Continente Africano, Dos unos lazos que salen de ese continente hacia América y tres una América entrelazada, entonces, desde África. De hecho dicho proceso continua con las migraciones africanas contemporáneas[1]

Tal vez ello resume la idea. Y seguramente, por ello mismo, me centraré más en el resultado, el entrelazamiento de África con América (Esa América Indo, Sino[2]…Europea).

I.
Una diáspora no sólo de personas sino una diáspora múltiple, extensa, resumida o simbolizada por esas personas, y una diáspora donde nunca se debe olvidar lo no olvidable (para no caer en un esquema soñador): La transformación de las culturas africanas al ritmo de la propia diáspora, de la trata atlántica, del asentamiento, las continuidades, los cambios, las rupturas que tendrían estas expresiones culturales.

Parece que lo primero que debemos resaltar es la conflictividad del resultado de tan complejo proceso, la existencia de negros Esclavizados, Libres, y de Esclavistas de todas las layas. Espacio que obviamente requirió esquemas de control y en el cual la normatividad jurídica “que aún pesa en nuestras sociedades con herencia hispana de la vieja estructura estamental”[3], donde los preceptos eclesiásticos, las visiones, los imaginarios, por ejemplo, el arquetipo de María que marcaba los roles y espacios de sociabilidad acorde con la procedencia, la categorización socio económica y en este caso: la Raza[4]

Lo anterior generaría diversas formas de resistencia, entre otras: La concensual (testamento, Manumisión, Ingenuidad) (con resultados oficiales y extraoficiales[5]) la del disenso (huida, solicitud de cambio de amo, la muerte). [6] U otras formas como las lenguas, las múltiples lenguas, como expresión de contactos y a su vez de conflictos bilingües, donde a pesar de la posición de subordinación (para éste caso Lingüística) se llega a expresiones de Multilingüismo[7] e incluso, algunos autores insinúan (me parece que hay que mirar dicha apreciación con más calma) que el propiciar las relaciones inter étnicas, y por ende el mestizaje[8], fue una forma de resistencia fracturando un orden social jerarquizado racialmente[9]…de todos modos, se demuestra que muchas de las mujeres (y seguramente de los hombres) esclavos eran “subordinados mas no sumisos”.[10]

II
Lentamente apareció Afro América (¿o Ame África?). Con múltiples expresiones, visibles siempre incluso hoy en las culturas populares y campesinas (y no sólo en estas) de las cuales solo resaltaré algunas:

Citando a Floreal Forni (Sociólogo Argentino), su compatriota Norberto Pablo Cirio (refiriéndose al Rey Mago (negro) Baltasar), nos recuerda que “el sincretismo es una tendencia constante en toda situación de contacto y que la religiosidad popular constituye el elemento básico para la comprensión del conjunto de valores, símbolos y legitimaciones e interpretaciones que la orientan dado su persistencia en las clases populares aún después de grandes procesos de cambio”[11] expresado en la religiosidad popular.

Las narrativas rítmicas negro africanas expresadas, no sólo musicalmente, por ejemplo con el Candombe, el Tango, y, cómo no: en el Jazz y el Rock[12].

Las Dietas alimentarias, partiendo de productos alimenticios y plantas medicinales (llegadas generalmente a través de las provisiones alimenticias de los barcos negreros) de origen africano[13].…

III

Todo ello nos lleva al presente, si se quiere a la modernidad, a los últimos decenios.

Si la identidad de un grupo, está marcada, según Edwards[14], por la étnicidad, el nacionalismo, y la relación entre ambos. La situación fue compleja, ha sido complejas y seguirá siendo compleja.

En la coyuntura de la independencia aquellos quienes han esclavizado a otros, dicen que son esclavos de una superpotencia…es claro, y en toda Latinoamérica existen ejemplos, sobre como la necesidad de contar con soldados en las guerras de independencia, llevó a los criollos a armar (sus¿?) esclavos. Un cambio abrupto (y ciertamente momentáneo) donde las élites pasaron de considerarlos “de los otros” a un (insisto, momentáneo) “de nosotros”…tanto así que buena parte de ellos eran colocados en “batallones segregados” o de “pardos y morenos”[15]

Así se fueron conformando –si es que se han conformado ya…- nuestros “Estado Nación”…Es de suponer que no sólo en Brasil y no sólo con las mujeres negras o esclavas, sucedió que “les fue negado una voz oficial en las esferas políticas y judiciales, (pero) sin embargo estaban asociados en un ambiente social y político a través del parentesco o de lazos ficticios (artificiales creo que puede ser más comprensivo n.m.) de parentesco a través de veladas, de los festivales religiosos y las caridades y a través de las instituciones educativas” [16] Y es de suponer que no sólo en México, Guanajuato: “el esclavo no fue un actor pasivo en su condición, sino que estuvo inserto en ella y que cuando alcanzó su estatuto de hombre libre intento cambiar su situación marginal, no solamente por la vía violenta sino que intentó su inserción a la élite a través de la vía legal” [17]. A ello agrego que la historiadora Liliana Crespi, nos recuerda algo que, nos devuelve al reciente destape del Katrina: “no fue sino en las colonias iberoamericanas que el esclavo fue acercándose más al status de persona sujeto de derechos que en las gobernadas por naciones protestantes”…”aunque no sin enfrentar los prejuicios de una sociedad apegada a prerrogativas estamentales del antiguo régimen”[18]…que además transformó el tema de las castas por el de los estratos sociales (¿clases?).

Ligado a lo anterior, pienso que el proceso quedo a mitad (si es que realmente arrancó) por ello comparto la necesidad de examinar “cómo los discursos de poder estaban cargados de genero, así como racializados” de tal manera que podamos “entender la dinámica inclusión y exclusión en la construcción de la nación…”[19] , pues el resultado, casi para toda Latinoamérica ha SIDO…(en Mayúsculas) una posibilidad o una hipótesis interpretativa que aún persiste: ¿se puede suponer que los afro participaron en la construcción de una identidad nacional sin tener un verdadero acceso a ella quizá en una o varias formas de contra discurso? a lo que se agrega la construcción de un pasado y de una memoria nacional excluidora para latino y americanos de origen no-europeo.[20]…el que, por ejemplo, en nuestro país, tenga que existir, tantas décadas después, un espacio político como “minoría” es tal vez la prueba más fehaciente de que la exclusión continua.


[1] Díaz Rafael, en la introducción a el numero temático (que es la base de la presente reflexión) DIÁSPORAS AFRO AMERICANAS de la revista MEMORIA Y SOCIEDAD, Vol. 7, Nov 2003, Bogotá DC, (Díaz fue el Editor invitado) pps 6-7
[2] Porque hubo Chinos, hubo asiáticos, y hacen parte de ese “entrelazamiento” no sólo en Norteamérica sino en Sur América, tal cual se ha reseñado, por ejemplo, en Perú y, creo, en Brasil
[3] Pérez Munguia Juana Patricia, en MEMORIA Y SOCIEDAD op.cit, pps 193-204.
[4] Morales Villegas Inírida, En Ibíd. pps 53-
[5] Cowling Camillia (trad. Cogollos A Silvia). En Ibíd. pps 81-87.
[6] Morales Villegas, En Ibíd. pps 62-7
[7] Tal cual lo refleja el trabajo de Herfzeld Anita en Ibíd. pps 165-175.
[8] Navarrete Maria Cristina, En Ibíd pps 91-9 hace su aporte para el caso Colombiano.
[9] Pienso que no se puede olvidar que el mestizaje fue en todas las direcciones: el caso de los Seminales Negros en la Florida: Cimarrones Africanos, íntimamente ligados con indígenas americanos, contra los “blancos” estudiado por Landers Jane, en MEMORIA Y SOCIEDAD op.cit. pps 25-37 es un ejemplo.
[10] Naro Nancy Priscilla (trad de Cogollos Amaya Silvia) En Ibíd.. (OJO PIES) Pág. 77.
[11] Cirio Norberto Pablo, En Ibíd. 125-131.
[12] Picotti C, Diana V, En Ibíd. pps 145-163
[13] Carney Judith, Acevedo Marín Rosa, PLANTAS DE LA DIÁSPORA AFRICANA EN LA BOTÁNICA AMERICANA DE LA FASE COLONIA, en Ibíd. pps 9-25.
[14] Edwards Jhon, 1985, Language Society and Identity, Oxford, Blackwell, citado por Herfzeld Anita, En Ibíd. Pág. 165.
[15]Curiosamente, pasada la independencia, dicha segregación, para el caso argentino, no se mantuvo con los indígenas según Golberg Marta Beatriz, MILICIAS Y TROPAS NEGRAS EN BUENOS Aires, en Ibíd., pps 37-53.
[16] Naro Nancy P, en Ibíd. Pág. 78.
[17] Guevara Sanguinez Maria, En Ibíd. pps 101-109
[18] Crespi Liliana, En Ibíd. 133-143
[19] Cowling Camillia, En Ibíd. Pág. 87.
[20] Parafraseando a Windus Astrid en Ibíd. 207-217

En África, inventando el futuro

foto de nudesartgallery.com

Notas sobre
HISTORIOGRAFIA, SOCIEDADES Y CONCIENCIA HISTORICA EN AFRICA.
Yoro Fall.
En África, inventando el futuro, C. Aguero Dona Coord, Centro de estudios de Asia y África, El Colegio de México, 1992. (El texto de Fall es de 1990).

El objetivo del texto del profesor Fall, era mostrar las tendencias que se daban en la historiografía Africana al iniciar la última década del siglo pasado. Desde allí va a dar un repaso por la crítica al “eurocentrismo” que ya se había puesto en el pináculo desde los momentos de las luchas por la independencia africana.

Posteriormente, en el aparte, Historia, técnicas y fuentes, aborda la propuesta de “oralitura” enmarcada en las diversas modalidades de comunicación (que existen en el mundo entero), que se ve enfrentado a los diversos enfoques genealógicos y especialmente a que en la comunicación de diversas comunidades africanas se tenga separado lo implícito de lo explicito. Su concusión es diciente: “En la historia estamos obligados a ver en los textos muchas más las lógicas extrínsecas, es decir, la ligazón del texto con los acontecimientos, y prestar atención a la internalizaciòn del acontecimiento” (25), lo cual hace referencia también a la metodología y a las dificultades para mirar a la gente, de mirar otras culturas…

En Tiempo Histórico y espacios, concluye “Los sincronismos, las combinaciones y los encadenamientos de las tecnologías, de los símbolos, y de los materiales son más importantes que las rupturas” (34).[1]

Para el tema en sí de nuestro seminario el autor anota: “En el caso de la esclavitud”…”como la historia de las relaciones de poder, del estado y de la sociedad”…y algo que, no tengo argumentos para rebatir pero que parece complejo: “…dentro de las sociedades africanas no había esclavos”…luego el autor se contradice con el manejo de la relación siglo XIX-Esclavitud-Sociedades Africanas (35) lo cual aumenta mis dudas.

En general, resalto del texto su esfuerzo por mostrar, en medio de la “crisis de la historia” que se vivía (vive?) en aquellos años, las peripecias que se tienen para crear una lectura africana propia de su historia.

Notas sobre
PACIENCIA DE LA FILOSOFIA.
V.Y. Mudimbe
En Idem…

A diferencia del anterior texto, este es en esencia un artículo (más que un breve ensayo)…

El autor comienza por acoger el cuestionamiento que se hizo a la antigua visión colonial sobre “los dos distintos tipos de mentalidad” y paulatinamente se dirige al centro de su texto que es un repaso de la historia del conocimiento en África y sobre África.

Ya entrado en materia, lo que se nota es que Mudimbe resalta el aporte del marxismo (¿Con el que simpatiza?), se acerca a los postulados estructuralistas así como aborda el funcionalismo de Malinovski y concluye “El nuevo conocimiento africano ha originado nuevas normas para la colectivización y la democratización de la razón histórica y ha reformulado cuestiones residuales concernientes al poder ideológico y la ortodoxia científica” (50).


[1] Me llama la atención que este autor plantea que, al igual que en las comunidades indígenas nuestras, “sabemos históricamente que los africanos si bien tenían recursos auríferos, no apetecían el oro”…pero sin embargo lo ve como producto de exportación (34) …es poco claro.

martes, noviembre 07, 2006

MASACRESSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

(Octubre 9, 2006)
Esa es una “s” extendida, pues ella simboliza dos cosas: uno, el plural infinito…y dos las “sss” también simbolizan el “dormido”, pero a su vez el “dormido” se puede asociar a “sueño”…
Esta imagen, tomada con sólo una búsqueda en la post moderna herramienta que es Google, al solicitarle en “imágenes”, el resultado de “Colombia+Masacre”, nos muestra varias cosas
1. El campo…la mayoría de las masacres ocurridas a lo largo de la historia en el territorio nacional –seguramente desde los indígenas mismos- han ocurrido en nuestro campo
2. Campesinos… trabajadores del campo han sido la mayor parte de las victimas…y generalmente son también los “victimarios”
3. Humildad…la foto muestra con dolor que las personas abatidas, dentro de una generalidad histórica son “los humildes” del campo.
4. La impunidad…(la cara tapada ante el olor nauseabundo de los cadáveres por el hombre de uniforme que los observa), muestra la recurrencia de estos crímenes por los cuales, sólo ahora, después de que a fines de los 80’s los actores armados descubrieran que “la guerra tiene limites”, parece que pueden, no tanto ser juzgados como “reparados”…
5. Los actores armados…frente a los actores desarmados…siendo los actores armados, cualquiera que haya tenido armas, mientras los otros no las tenían…
6. La sangre…esa roja sangre que nos enorgullecemos de tener en nuestras banderas…(patrañas!)
7. La inocencia perdida (la cara del muchacho “aindiado” que con un poderosamente mortal, o mortalmente poderoso, lanza granadas, observa desconsolado los cadáveres)…sin palabras.

Por ello no es de extrañar que el cuadro de Obregón, de 1962
sea otro símbolo nacional…

Lo aterrador es que la distancia entre una foto y otra pueden ser décadas…pero no sólo décadas hacia delante, sino décadas hacia atrás: pues como lo dije, la recurrencia del asesinato de civiles en nuestras guerras es constante…No sólo los españoles “masacraban” indígenas, estos los masacraban a ellos y lo hacían entre si. Y durante el período Colonia sucedió, y en la independencia, y en las guerras del comienzo de la república, y en el siglo XX y en el XXI…no hemos parado.

Pero hay esperanza…hay esperanza porque como dice Quino, asì nos desesperemos, es cierto que cada vez mas, en términos generales, somos mas humanos (y menos bestias fratricidas, porque no se puede decir que “menos animales”, pues la mayoría de ellos son pacíficos…); hay esperanza especialmente cuando nos comparamos con países, o mejor con estados nación europeos que pasaron por siglos de violencia, de esa tendencia a solucionar los conflictos violentamente, tales como los escandinavos, o los suizos mismos…y al cabo de las generaciones, lograron llegar a sus niveles de tranquilidad…suicida…pero tranquilidad. Hay, pues, esperanza.

PASAPORTE PARA CRUZAR LAS 3 BOGOTAS…

(Septiembre 11, 2006.)
Me encuentro parado entre tres mundos…dos consolidados y uno que se debate entre el uno y el otro. Me encuentro en una línea arquitectónica, pero a la vez simbólica, por la que en cuestión de minutos cruzamos tres mundos…el de la clase media, el de la clase alta y el de los desclazados…cruzados ellos de norte a sur por la carrera 7ª, por la Avenida Caracas, y de Oriente a Occidente, por la Avenida que conforma la Calle 53.

Todo se nota. Todo se ve si se mira con cuidado. La 7a es una frontera, una frontera que parte los cerros, que parte el antiguo Chapinero semi imperial - bien documentado por la única novela de López Michelsen, Los Elegidos- que la separa ya no de los sectores populares, en el lejano sur, pero si de la clase media; que los diferencia de ésta, y donde la frontera, el limite, la muralla, la conforma esa isla que forman las edificaciones entre la Caracas y la 7ª…un sector en disputa, un sector donde lo popular se disputa con lo elitesco, y lo elitesco, se disputa con lo popular…

El occidente, no es el hermoso caos, caos de vida abierta sin soterramientos del sur, pero tampoco es ese silencio sinuoso que encubre escándalos de cuellos blancos que abaten a buena parte de quienes viven en el oriente, hacia los cerros…pero si es el occidente un comienzo del desorden, un comienzo del bullicio, una relativamente agitada vida comercial se vive más allá de la Caracas cuando bajamos hacia Occidente, como prueba inexorable de que en Bogotá no necesariamente se baja hacia el sur, sino que se puede bajar hacia el occidente, pues la cordillera se inclina hacia la sabana…Y, nuevamente, en la mitad, la muralla de la isla citada, no sabe si hacer parte del comienzo del desorden, o ser parte de ese orden silencioso…se debate entre lo uno y lo otro…¿así se debatirán sus habitantes?...

La frontera mayor, otrora fue todo un símbolo de la delincuencia Bogotana, ya no era sólo una frontera, era un mito: ¿quién se atrevía a cruzar la Caracas aún de día?...ello era estar loco…la frontera menor, la 7ª, era franqueable…pero la mayor, era un suicidio…y aún hoy siguió siéndolo, tal vez ya no tanto por la delincuencia que permanece, sino por la velocidad de “los gusanos gigantes” que la atraviesan a altas velocidades y que buenas vidas han cobrado.

Se ha domesticado la Caracas?...se he vuelto salvaje la 13, la 10, la 11?...es posible, la ciudad no es la misma, las fronteras siguen allí, pero ya no son las mismas que conocimos hace algunos lustros…la ciudad sigue dividida…dividida no sólo en la extendida versión sur-norte, en donde nadie tiene claro dónde comienza el sur, si lo hace en la 1ª, o lo hace desde la 19 norte; o dónde nadie sabe dónde comienza el norte, si lo hace en la 72, o lo hace en la 93…o quien sabe dónde, pero dónde todos recuerdan que la barrera se ha ido corriendo, antes el norte comenzaba en la 26, luego fue en la 45, luego en la 53…y un día será en la 530…todos viven pendientes de esa división sur norte, como si sólo hubiera pobres y ricos, y pobres pobres y ricos ricos, y no una sinuosa clase media que se debate entre la clase media alta y la baja…esa es la división oriente occidente…la división de la 7ª hacia arriba donde intentan vivir al lado de los ricos y ricos ricos, la clase media que se cree alta, así bostece pollo pero haya comido rila…luego viene la clase media con sus matices que se encuentra en esa isla entre la 7ª y la Caracas…una clase media cruzada por un comercio que la inunda, que la desbarata, por putas y travestís que la invaden desde la Caracas, y luego cruzando la frontera de la Caracas, las 50 variables de la Clase Media Baja…eh allí otra división…y eh allí una pregunta sin respuesta: hacia el sur y hacia el norte ¿dónde diablos termina el occidente?...o el Oriente?...

Cuando nos paramos en la 7ª con 53 estamos en un mundo limpio, ordenado, cruzado por dos hermosas avenidas, con un agitado ritmo automovilístico diurno y aún nocturno, frío, un edificio enorme a nuestras espaldas –donde un dueño de un aparta estudio me lo ofreció “con vista al norte”…¿porqué no “al sur” o “al occidente”?…no “al norte”…- …hacia arriba continua la 53 la cual se pierde en la distancia, seguramente al encontrarse con la avenida de circunvalación, lindos edificios residenciales se ubican a ambos lados, una universidad se anuncia con sus buses blancos que recogen sus estudiantes en la 7ª y los suben hacia sus sedes en el oriente (sedes de las cuales bajan ha ahogar sus angustias existenciales en los bares de la 51 donde las mujeres disparan …) ; hacia abajo se ve el desorden de la 13…el tamaño de los edificios comienza a reducirse; no fluyen los automotores como lo hacen en la 7ª, pues esta es más grande pero tiene menos buses colectivos y públicos que la 13, la 7ª es para los dueños de los autos, de varios, individuales; los que viven en el norte, o en el oriente, o, mejor, en el nor oriente; la gente se ve, se agita en la 13, la zona es mas comercial, hay mas movimiento, más agitación, la 7ª no lo es…tal vez haya tanta gente, pero el tamaño, las distancias de la misma no permite que se acumulen, la 13 si los arremolina; el ruido es mayor en la 13, en la 7ª hay ruido, sus 6 carriles los promueven, pero los 2-3 carriles de la 13 lo hacen mayor…definitivamente los civilizados viven hacia la 7ª, los incivilizados tienen su bautizo al llegar a la 13…porque la 14, la Caracas es un encuentro de lo civilizado…con lo semicivilizado…Transmilleno…Transmilleno es una mezcla de lo uno y de lo otro…es orden y es desorden; es la entrada al oriente, o al norte, pero también es la entrada al occidente o al sur…; es la velocidad, pero también puede ser la lentitud; es el calor, el sofoco, pero el frío de las miradas de quienes no conocemos y creen que podemos ir bien vestidos tras su celular; es el rojo de los buses, pero es el blanco de los autos que cruzan a su lado o el gris del pavimento; su separador, es el símbolo de la “separación”, cuando se cruza la Caracas, se esta “separando” un mundo del otro. Si la 7ª por cuadras y cuadras es continuidad ordenada, y la 13 por cuadras y cuadras es continuidad desordenada, la Caracas, se convirtió en el símbolo del orden…del tratar de ordenar…si la 7ª es lo individual, el auto individual, la 13 es la mezcla de lo individual con lo colectivo, la Caracas y en especial Transmilleno se convirtió en “lo colectivo a las malas”…

Y cruzo la Caracas…y me desvío de la 53, y bajo por la 51…y es otro mundo…¿dónde quedo el orden de la 7ª?,¿donde quedaron los apartamentos bonitos, el orden arquitectónico, el silencio de Chapinero Alto, sus calles vacías?…no, esto es otro mundo…no hay orden, hay vida, hay movimiento, hay vendedores callejeros estacionarios –¡ni de fundas se ven 300 metros mas arriba!- las casas, los edificios son vistosos, vistosos por su colorido, o por su feura: pero vistosos; y especialmente hay ruido…no hay silencio…hay gente en las calles, no hay calles vacías…definitivamente, pasé dos murallas, la alta, la baja y llegue a otro mundo…donde tal vez me pidan pasaporte…

Conociendo el lavamanos.

(Sept 4, 2006)

Lo primero que recuerdo es que no había lavamanos. En el inquilinato donde nací había un sólo inodoro (de niño creí que quería decir “in-oloro”, pero ello era, olfativamente falso) el cual compartíamos seis familias. Unas latas encerradas con un feo y deteriorado inodoro en su centro, ubicadas en el patio que conectaba las 6 piezas con la parte trasera de la casa de mi abuela materna: la propietaria del inquilinato. Por cierto era un inodoro en medio de dos cocinas. La comunitaria que compartían –previo pago de algo adicional- algunas familias del inquilinato y la cocina de mi abuela que estaba ubicada en la parte trasera de su casa de bahareque: Sala, dos piezas y cocina.

Las familias también compartían un lavadero de ropas y el baño, que en realidad era un cuarto con “revoque” nunca pintado y lleno de lama, sin techo, en cuyo centro en la parte superior había un tubo del cual salían chorros de agua semi controlables con una llave que realmente era una puntilla oxidada. A su lado había un lavadero secundario que nadie utilizaba: tal vez por la lama que lo cubría al lado de su primo. Pero en ninguna parte había un lavamanos. Ni nada que se le pareciera. Quienes se lavaban las manos, cuando la suciedad o la tierra los desbordaba, lo hacían en los lavaderos. Que –imagino- son los padres de los demás “lava”…”platos”, “manos”, etc…

El lavamanos no estaba ni siquiera en la casa de mi abuela. Al lado de la cocina, que todavía conservaba características de cocina de finca (seguramente el patio que habían convertido en inquilinato algún día lo asociaron culturalmente a una finca de una corta parcela), se encontraba el inodoro de mi abuela y de mis tíos. Era tan deslucido como el de los inquilinos. Pero era independiente y si estaba lloviendo o era de noche podías dirigirte a él sin mojarte y sin miedo. Tampoco había lavamanos. Mi abuela tenía que compartir el lavadero con sus inquilinos: ella no tenía uno propio, seguramente era el lavadero original antes de construir el inquilinato. Al lado de su cocina, había un lava-múltiple ese sitio de lo vi. utilizar como lavaplatos, como ocasional lavadero de ropas e imagino que se utilizo como lavamanos: pero no era el lavamanos que conocemos en los últimos lustros, aquel lavamanos hermanado directamente al inodoro y al que se le asignó la función higiénica exacta de lavarse las manos después de “dar del cuerpo” como decía la mama del desafortunado protagonista del monologo comedia “Pelota de letras”.

En fin, aquellos 70`s en esa Pereira que nacía a la independencia política liberal de la Caldas y Manizales conservadora…conservadora más cultural que políticamente; no tenía, al menos en sus estratos populares una clara relación con el “lavamanos”, así como siglos atrás muchos no la tuvieron con ningún tipo de “lava”…de “lavar”.

En la cuadra siguiente, al doblar la esquina, se encontraba la casa de mi otra abuela, la paterna. Era una casa descomunal comparada con la otra, creo que doblaba o triplicaba en espacio la propiedad de la abuela materna, con la cual, por cierto colindaban en una esquina común. En esa casa creo haber visto un lavamanos. Pero haberlo visto perdido en el espacio de un corredor, y por ningún lado asociado al baño o al inodoro; no, era un objeto que estaba en esa casa, pero que estaba en un no-sitio, como si alguien hubiera dicho que era moderno tener un lavamanos y mis abuelos paternos le hubieran dado gusto a regañadientes.

A dos cuadras de allì, en ese sector que años atrás fuera “la galeria” o “la plaza de mercados” de Pereira, lo cual se reflejaba aún por la presencia de cantinas y bares en ciertas esquinas, o por la existencia del inquilinato relatado; se encontraba la casa de un tío materno, con nombre de prócer conservador Laureano Gómez. Curiosamente, de no ser por el patio que tenía su madre, la casa hubiera sido igual: un corredor con habitaciones a los lados que conducían en su ante final a la cocina, en su pre final al lavadero y al baño, y al final, al fondo, a un patio. Pero, otra vez, no encuentro el lavamanos. No hay lavamanos. Nuevamente coinciden Cocina-puerta-lavadero-inodoro-patio…pero el lavamanos no está. Empero había una diferencia clara, tal vez por la formación en ciernes de uno de mis primos quien hoy es medico, en esa casa si, lentamente, se instituyó la tarea de lavarse las manos al salir del inodoro en el lavadero de ropas que le quedaba contiguo. Con el paso de los tiempos y de las afugias materiales, ese mensaje simbólico se plasmo materialmente en un lavamanos colocado, tal cual lo mandaban las normas visibles establecidas en los estratos altos, al lado del inodoro.

Creo que entendí el tema de los lavamanos al acompañar a mis padres a cuidar casas de habitantes del sector quienes, conociéndolos, les confiaban sus casas cuando salían a vacacionar. No estaban extendidas las alarmas pero si los vecinos cuidanderos. Ellos eran clase media, nosotros baja…no se cuán baja, pero “pobres”. En una casa encontré que al lado de la entrada a un minúsculo inodoro, creo que con un baño como hermano gemelo (en todo este relato la cercanía de estos sitios es clara…podríamos preguntarnos si ¿viene de la asociación río/baño – campo abierto/inodoro?) se encontraba un lavamanos, pero todavía distanciado levemente del inodoro. Fue mi primer lavamanos y el primero donde al ver que mi padre se afeitaba frente al espejo intente hacer lo mismo.

El segundo, fue realizando exactamente la misma labor de seguridad, en otra casa, distanciada tal vez media cuadra de la primera, donde entendí que el lavamanos tenía un sitio exacto: dentro del baño, al lado del inodoro. Yo seguía viviendo en la mejor pieza del inquilinato. Pero no tenía una casa, y menos, un lavamanos.

Por años no volví a encontrarlo, pues al llegar los 80´s mis padres se vincularon a un plan de autoconstrucción. En aquellos sitios, de “mangas” otrora cafetales, donde no había alcantarillado, pues sólo había letrinas; no había electricidad, pues sólo había velas; no había agua, pues lo que había era “porrones” que cargar en tanques aprovisionados con mangueras; no había lavaderos, lo que había eran unos “pozos” donde se extraía el agua y se lavaba en lavaderos de madera; donde no había, no había y no había…creo que lo que menos les importaba era si había o no lavamanos…cuando se trata de sobrevivir, la higiene, la puntual; se vuelve secundaria y si se quiere “un lujo”, en un ciclo donde al ponerla de secundaria retroalimenta las dificultades de la sobrevivencia.

Al mirar en retrospectiva entiendo algo: la institucionalidad (estatal, Jerárquica, De Dominancia) del lava-mano. Pues durante esos años solamente el sistema educativo me recordaba su existencia. Había lavamanos –al lado de los inodoros- en las escuelas y en los colegios…la vida siguió y los lavamanos con ella.