Reconciliación Colombia recoge las coincidencias y las grandes diferencias de las visiones expuestas por siete de los 12 comisionados encargados de contarle al país qué fue lo que nos pasó y por qué la violencia nos desbordó.
18 de marzo de 2015
Foto: Foros Semana.
Siete de los 12 comisionados encargados de estudiar los orígenes, desarrollo y consecuencias del conflicto colombiano tuvieron cinco minutos para exponerle al público del auditorio Luis Carlos Galán de la Universidad Javeriana la tesis construida con ocasión a la delegación que la Mesa de La Habana les hizo.
Era, literalmente, una puesta en escena, donde los reflectores seguían los gestos, las expresiones corporales y los pasos del expositor que, tímidamente, se acercaba al centro del escenario cuando la conductora del foro ‘Conflicto colombiano: ¿cómo empezó todo?’ le cedía el uso de la palabra con el ademán de que le iba a contabilizar el tiempo.
Y tal cual como actores teatrales (más una actriz), los comisionados hicieron uso de la palabra eficiente e intencionalmente siguiendo su propio libreto para convencer al público de que su tesis tenía acervo histórico. Alguno de ellos (Renán Vega Cantor), comentó que lo suyo no era ni un acto de memoria, ni una versión, sino un aparte de la historia colombiana constatable en documentos públicos y privados que abarcan incluso archivos de la agencia estadounidense CÍA.
La iniciativa Reconciliación Colombia asistió a esta exposición magistral con el interés de hallar los puntos de encuentro y de desencuentro de estas visiones presentadas al país el 10 de febrero pasado cada uno por separado y recogidas en dos ponencias distintas, que tampoco lograron unidad de los comisionados frente a estos dos documentos finales.
Aceptaron la invitación de Foros Semana los miembros de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas Jairo Estrada, Jorge Giraldo, Sergio de Zubiría, Gustavo Duncan, Francisco Gutiérrez, Renán Vega Cantor y María Emma Wills.
Así que aquí nos arriesgamos a escribir lo que apreciamos de los cinco minutos concedidos a cada expositor para un total de 35 minutos:
Los cinco puntos de acuerdo
1. La multicausalidad del conflicto, con un trasfondo agrario en un país que nunca se ha comprometido con una reforma agraria real y seria, lo que también ha derivado en un profundo desprecio cultural al campo y al campesino. La tesis expuesta por Sergio de Zubiría, profesor del departamento de filosofía de la Universidad de los Andes, señala, además, que ese esquema de la propiedad sobre la tierra limitó el proceso de modernización colombiano a tal punto que asfixió cualquier intento de reformas mediante una reacción violenta incluso, y, por qué no, principalmente, del Estado.
2. La guerra en Colombia es un problema de la democracia, bien sea por déficit o por superávit, pues frente a esta última afirmación Francisco Gutiérrez, director del Observatorio de Restitución de Tierras, comenta que ese pincelazo (¿o brochazo?) de profunda democracia con la que se han revestido a las instituciones nacionales y locales ha impedido enfrentar el problema de fondo, como sí podría hacerse cuando hay una abierta dictadura. Frente al déficit, María Emma Wills, asesora de la dirección del Centro de Memoria Histórica, comenta que hay una incapacidad “de la sociedad” de aceptar la incertidumbre política de que el otro puede ganar el franca lid; de que el otro puede tener razón; de que puede haber una voz distinta a la de mi sector.
3. El ataque a las fuerzas alternativas existentes por vías legales (usando a la Fuerza Pública para defender intereses privados, incluido el statu quo) y por las vías ilegales (consolidando alianzas perversas de élites locales con extensión a las élites nacionales) y en las que se activan estructuras ilegales mafiosas o no. Esto se junta, o se explica, por el miedo al pueblo o “el miedo a la plebe y a sus manifestaciones”, dijo De Zuburía.
4. Los orígenes del conflicto armado pueden remontarse lejanamente incluso a los años de 1920 cuando se dieron los primeros intentos de reformas sociales que fueron violentamente reprimidos. En esto coincidieron varios de los expositores. Por ejemplo, Renán Vega Cantor, historiador y profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá, menciona aquí la explotación bananera, cuyos reclamos de los trabajadores terminaron en la matanza recreada por Gabriel García Márquez. Y Jairo Estrada, coordinador de la Maestría en Estudios Políticos Latinoamericanos de la Universidad Nacional, menciona que las élites consideraron subversión armada los reclamos sociales que se dieron entre los años 20 y 50 del siglo XX; luego los que se dieron entre los años 60 y 80 del mismo siglo; y, por último, ahí sí subversión, la que se conoce de los 90 hacia acá.
5. En esta guerra hemos perdido todos, por no decir fracasado todos: la clase dominante, la clase dirigente (que no son lo mismo), el Estado nación; el Estado central; el Estado local; los partidos políticos (con gran ausencia de representatividad de los intereses populares); la Fuerza Pública (que aunque es Estado, es necesario separarla para hacer énfasis en esta). Ha perdido también la sociedad porque la violencia ha permeado la vida cotidiana, se expresa en racismo (como la propuesta de dividir al Cauca en dos); en clasismo (como darles becas a los pilos para despreciarlos en las aulas de clase); en empobrecimiento del espíritu (como considerar que una cosa es la ética y otra el derecho).
Los cinco puntos de desacuerdo
1. La tesis de que el sistema capitalista colombiano intrínsecamente es violento y esa razón es la que desató y mantiene el conflicto armado hasta nuestros días. Solo el profesor Jairo Estrada defiende abiertamente esta tesis. Explica que esta ‘vocación’ socioeconómica necesita recurrir a la violencia para perpetuarse y para repeler el reformismo que planteen los excluidos y marginados, los que son una gran masa, pues el capitalismo, por naturaleza, concentra el poder económico y político.
2. La tesis de que hay terrorismo de Estado. María Emma Wills considera que esta expresión no puede considerarse porque excluye los esfuerzos estatales por diseñar políticas democráticas y reformistas y porque rotula en un ciento por ciento a todos los funcionarios, de todos los niveles y órdenes, de todas las ramas, en todos los tiempos, y los mete en la bolsa de quienes recurren a prácticas sistemáticas de violaciones a los derechos humanos. Vega Cantor es de la tesis de que lo que se busca en señalar tendencias por lo que acoge completamente esta tesis, y Francisco Gutiérrez, afirma que se quiere resaltar características que explican el conflicto, sin desconocer que el Estado ha adelantado el diseño de políticas referidas por Willis.
¿Por qué en Colombia la conflictividad social sí pasó a mayores (violencia)? El profesor Francisco Gutiérrez, director del Observatorio de Restitución de Tierras, sostiene que la expresión armada tomó forma en Colombia porque el Estado en Colombia ha apelado a la respuesta homicida contrainsurgente de forma recurrente. Varios expositores comentaron lo que le podría dar una explicación a esta situación, guardadas las proporciones, y es que el poder político y económico se hizo (¿se tomó?) al Estado y los portavoces de aquellos son quienes lo representan, principal e históricamente.
3. El conflicto actual está ligado principalmente al desarrollo del narcotráfico del país y data de la década de los 80, es decir 35 años atrás, cuando los carteles de la droga pusieron en ‘jaque’ la institucionalidad de dos formas: enfrentamiento violento al Estado por parte del cartel de Medellín y cooptación del Estado, hasta infiltrar las finanzas de la figura presidencial, por parte del cartel de Cali. Es la tesis de Jorge Giraldo, decano de la Escuela de Humanidades de la Universidad EAFIT, quien explica que esta encrucijada institucional, que la debilitó fuertemente, fue bien aprovechada por las Farc para potencializarse como actor político a través de un ejército con prácticas criminales.
4. La exclusión no es causa de violencia, sostiene Gustavo Duncan, investigador y profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de los Andes. Por tanto, las Farc no son producto necesariamente de esta. De hecho, la gran masa de hombres de las Farc no son tanto comunistas, como cocaleros. Están ahí, engrosando la tropa subversiva, porque la guerrilla regula las actividades donde ellos viven y donde el Estado ha cedido o delegado su papel.
5. Injerencia directa y definitiva de Estados Unidos en Colombia. Para el profesor Renán Vega Cantor, historiador y profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá, el DAS, por ejemplo, es fruto director de esta política estadounidense de etiquetar al contrario como enemigo interno y usar las estructuras del Estado para perseguirlo y eliminarlo, lo que, a su juicio, se mantiene desde “el robo de Panamá en 1903”, pasando por la explotación violenta del banano y del petróleo, hasta hoy.
18 de marzo de 2015
Foto: Foros Semana.
Siete de los 12 comisionados encargados de estudiar los orígenes, desarrollo y consecuencias del conflicto colombiano tuvieron cinco minutos para exponerle al público del auditorio Luis Carlos Galán de la Universidad Javeriana la tesis construida con ocasión a la delegación que la Mesa de La Habana les hizo.
Era, literalmente, una puesta en escena, donde los reflectores seguían los gestos, las expresiones corporales y los pasos del expositor que, tímidamente, se acercaba al centro del escenario cuando la conductora del foro ‘Conflicto colombiano: ¿cómo empezó todo?’ le cedía el uso de la palabra con el ademán de que le iba a contabilizar el tiempo.
Y tal cual como actores teatrales (más una actriz), los comisionados hicieron uso de la palabra eficiente e intencionalmente siguiendo su propio libreto para convencer al público de que su tesis tenía acervo histórico. Alguno de ellos (Renán Vega Cantor), comentó que lo suyo no era ni un acto de memoria, ni una versión, sino un aparte de la historia colombiana constatable en documentos públicos y privados que abarcan incluso archivos de la agencia estadounidense CÍA.
La iniciativa Reconciliación Colombia asistió a esta exposición magistral con el interés de hallar los puntos de encuentro y de desencuentro de estas visiones presentadas al país el 10 de febrero pasado cada uno por separado y recogidas en dos ponencias distintas, que tampoco lograron unidad de los comisionados frente a estos dos documentos finales.
Aceptaron la invitación de Foros Semana los miembros de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas Jairo Estrada, Jorge Giraldo, Sergio de Zubiría, Gustavo Duncan, Francisco Gutiérrez, Renán Vega Cantor y María Emma Wills.
Así que aquí nos arriesgamos a escribir lo que apreciamos de los cinco minutos concedidos a cada expositor para un total de 35 minutos:
Los cinco puntos de acuerdo
1. La multicausalidad del conflicto, con un trasfondo agrario en un país que nunca se ha comprometido con una reforma agraria real y seria, lo que también ha derivado en un profundo desprecio cultural al campo y al campesino. La tesis expuesta por Sergio de Zubiría, profesor del departamento de filosofía de la Universidad de los Andes, señala, además, que ese esquema de la propiedad sobre la tierra limitó el proceso de modernización colombiano a tal punto que asfixió cualquier intento de reformas mediante una reacción violenta incluso, y, por qué no, principalmente, del Estado.
2. La guerra en Colombia es un problema de la democracia, bien sea por déficit o por superávit, pues frente a esta última afirmación Francisco Gutiérrez, director del Observatorio de Restitución de Tierras, comenta que ese pincelazo (¿o brochazo?) de profunda democracia con la que se han revestido a las instituciones nacionales y locales ha impedido enfrentar el problema de fondo, como sí podría hacerse cuando hay una abierta dictadura. Frente al déficit, María Emma Wills, asesora de la dirección del Centro de Memoria Histórica, comenta que hay una incapacidad “de la sociedad” de aceptar la incertidumbre política de que el otro puede ganar el franca lid; de que el otro puede tener razón; de que puede haber una voz distinta a la de mi sector.
3. El ataque a las fuerzas alternativas existentes por vías legales (usando a la Fuerza Pública para defender intereses privados, incluido el statu quo) y por las vías ilegales (consolidando alianzas perversas de élites locales con extensión a las élites nacionales) y en las que se activan estructuras ilegales mafiosas o no. Esto se junta, o se explica, por el miedo al pueblo o “el miedo a la plebe y a sus manifestaciones”, dijo De Zuburía.
4. Los orígenes del conflicto armado pueden remontarse lejanamente incluso a los años de 1920 cuando se dieron los primeros intentos de reformas sociales que fueron violentamente reprimidos. En esto coincidieron varios de los expositores. Por ejemplo, Renán Vega Cantor, historiador y profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá, menciona aquí la explotación bananera, cuyos reclamos de los trabajadores terminaron en la matanza recreada por Gabriel García Márquez. Y Jairo Estrada, coordinador de la Maestría en Estudios Políticos Latinoamericanos de la Universidad Nacional, menciona que las élites consideraron subversión armada los reclamos sociales que se dieron entre los años 20 y 50 del siglo XX; luego los que se dieron entre los años 60 y 80 del mismo siglo; y, por último, ahí sí subversión, la que se conoce de los 90 hacia acá.
5. En esta guerra hemos perdido todos, por no decir fracasado todos: la clase dominante, la clase dirigente (que no son lo mismo), el Estado nación; el Estado central; el Estado local; los partidos políticos (con gran ausencia de representatividad de los intereses populares); la Fuerza Pública (que aunque es Estado, es necesario separarla para hacer énfasis en esta). Ha perdido también la sociedad porque la violencia ha permeado la vida cotidiana, se expresa en racismo (como la propuesta de dividir al Cauca en dos); en clasismo (como darles becas a los pilos para despreciarlos en las aulas de clase); en empobrecimiento del espíritu (como considerar que una cosa es la ética y otra el derecho).
Los cinco puntos de desacuerdo
1. La tesis de que el sistema capitalista colombiano intrínsecamente es violento y esa razón es la que desató y mantiene el conflicto armado hasta nuestros días. Solo el profesor Jairo Estrada defiende abiertamente esta tesis. Explica que esta ‘vocación’ socioeconómica necesita recurrir a la violencia para perpetuarse y para repeler el reformismo que planteen los excluidos y marginados, los que son una gran masa, pues el capitalismo, por naturaleza, concentra el poder económico y político.
2. La tesis de que hay terrorismo de Estado. María Emma Wills considera que esta expresión no puede considerarse porque excluye los esfuerzos estatales por diseñar políticas democráticas y reformistas y porque rotula en un ciento por ciento a todos los funcionarios, de todos los niveles y órdenes, de todas las ramas, en todos los tiempos, y los mete en la bolsa de quienes recurren a prácticas sistemáticas de violaciones a los derechos humanos. Vega Cantor es de la tesis de que lo que se busca en señalar tendencias por lo que acoge completamente esta tesis, y Francisco Gutiérrez, afirma que se quiere resaltar características que explican el conflicto, sin desconocer que el Estado ha adelantado el diseño de políticas referidas por Willis.
¿Por qué en Colombia la conflictividad social sí pasó a mayores (violencia)? El profesor Francisco Gutiérrez, director del Observatorio de Restitución de Tierras, sostiene que la expresión armada tomó forma en Colombia porque el Estado en Colombia ha apelado a la respuesta homicida contrainsurgente de forma recurrente. Varios expositores comentaron lo que le podría dar una explicación a esta situación, guardadas las proporciones, y es que el poder político y económico se hizo (¿se tomó?) al Estado y los portavoces de aquellos son quienes lo representan, principal e históricamente.
3. El conflicto actual está ligado principalmente al desarrollo del narcotráfico del país y data de la década de los 80, es decir 35 años atrás, cuando los carteles de la droga pusieron en ‘jaque’ la institucionalidad de dos formas: enfrentamiento violento al Estado por parte del cartel de Medellín y cooptación del Estado, hasta infiltrar las finanzas de la figura presidencial, por parte del cartel de Cali. Es la tesis de Jorge Giraldo, decano de la Escuela de Humanidades de la Universidad EAFIT, quien explica que esta encrucijada institucional, que la debilitó fuertemente, fue bien aprovechada por las Farc para potencializarse como actor político a través de un ejército con prácticas criminales.
4. La exclusión no es causa de violencia, sostiene Gustavo Duncan, investigador y profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de los Andes. Por tanto, las Farc no son producto necesariamente de esta. De hecho, la gran masa de hombres de las Farc no son tanto comunistas, como cocaleros. Están ahí, engrosando la tropa subversiva, porque la guerrilla regula las actividades donde ellos viven y donde el Estado ha cedido o delegado su papel.
5. Injerencia directa y definitiva de Estados Unidos en Colombia. Para el profesor Renán Vega Cantor, historiador y profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá, el DAS, por ejemplo, es fruto director de esta política estadounidense de etiquetar al contrario como enemigo interno y usar las estructuras del Estado para perseguirlo y eliminarlo, lo que, a su juicio, se mantiene desde “el robo de Panamá en 1903”, pasando por la explotación violenta del banano y del petróleo, hasta hoy.
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