jueves, junio 06, 2019

La #memoria ... en juego, en la Colombia del 2019

"El olvido no es una opción en el caso colombiano"


Por NATALIA ARBELÁEZ JARAMILLO ANDRÉS FELIPE POSSO · 02 DE JUNIO DE 2019

Esta semana La Universidad de los Andes lanzó el informe que elaboró el Centro Nacional de Memoria Histórica con las memorias de los trabajadores, ex trabajadores y sindicalistas de la industria de palma en el César. Es el primero que se centra en los trabajadores como víctimas del conflicto armado en el país y Darío Acevedo, director del Centro nombrado por el presidente Iván Duque, se negó a divulgarlo.
Esa negativa pone de presente nuevamente la reticencia que hay entre quienes votaron por el No en el plebiscito, a se discuta la participación indirecta de los terceros en el conflicto armado colombiano, tanto en la Jurisdicción Especial para la Paz como en la Comisión de la Verdad.
Para hablar sobre la lucha de poder que hay detrás de la memoria en Colombia, La Silla Académica habló con Catalina Muñoz, profesora del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes y co-organizadora del lanzamiento del informe, quien ha publicado varios artículos sobre los usos públicos de la historia para contribuir a la construcción de paz, y con Jefferson Jaramillo, director del doctorado en Ciencias Sociales y Humanasde la Universidad Javeriana, coautor del artículo "Los Trabajos de y con la(s) memoria(s) en Colombia (2005-2016)".
La Silla Académica: Catalina habla sobre “narrativas compartidas” y Jefferson habla de “memorias integradoras, dialogantes”, lo que supondría varias versiones sobre lo sucedido. Dado qué solo hubo una forma en que se dio una masacre o un secuestro, ¿por qué se acepta que no hay una verdad única sobre estos hechos?
Catalina Muñoz: Uno puede pensar que los hechos son los mismos. Ahora mismo podríamos ponernos de acuerdo en algunas cosas, la hora en que empezó esta entrevista, por ejemplo, pero la percepción puede variar porque una llegó afanada y la otra no. Siempre es difícil hablar de una única verdad cuando hay varios seres humanos involucrados. Interpretamos los hechos y los narramos desde donde los miramos.
El riesgo es caer en un relativismo, que cada quien mire desde su orilla y sea perfectamente válido. Es riesgoso porque los puntos en que hay desacuerdo entre las versiones tienen importancia para la vida de las personas: las disputas por las versiones de los hechos pueden ser muy contenciosas y significativas. Esos desacuerdos no se dan en un plano neutro, hay de por medio relaciones de poder. No son solamente historias lo que está en juego, detrás de la forma como interpretamos los hechos, hay un orden social que cada quien favorece.
Detrás de la forma como interpretamos los hechos, hay orden social que cada quien favorece.
CATALINA MUÑOZ
Jefferson Jaramillo Marín:  No hay una verdad única porque hay interpretaciones de los hechos, puntos de vista desde de los que se construye, que están atravesados, además, como dice Catalina, por unas relaciones de poder. Es importante reconocer los múltiples ángulos pero cuando se abre demasiado el espectro de las memorias, se puede dar lugar a relatos negacionistas, a justificaciones heroicas. Por eso hay que mantener un monitoreo reflexivo ético y político sobre lo narrado.
LSA: Catalina, usted dice, aunque no está de acuerdo, que algunos historiadores piensan que pueden servir de mediadores para salir de la polarización en la que está el país, dada su rigurosidad que se traduce en imparcialidad. ¿Qué tan imparcial está siendo a su juicio Darío Acevedo, que es historiador?
C.M.: Me parece que lo que sucedió esta semana muestra que no es imparcial.
El Centro Nacional de Memoria Histórica por ley debe recuperar la memoria de las víctimas y difundirla, así como, investigar para poderla explicar. Sin embargo, lo que ocurrió con el informe que se lanzó en La Universidad de los Andes, fue que Darío Acevedo, el director del Centro, le dijo a los sindicatos que participaron en su elaboración que la divulgación del mismo no era una prioridad.
Esto ocurrió en el contexto de que Acevedo había recibido una carta de Fedepalma en la que reclamaba que su punto de vista no fue tenido en cuenta en el informe. Su respuesta fue que no solo estaba de acuerdo en eso con el gremio, sino que además considera que “el tema no es de víctimas sino laboral”, algo que ni siquiera Fedepalma había puesto en cuestión en su carta.
Sin embargo, por tratarse de un informe ya publicado, Acevedo manifestó que no podía cambiarlo pero sí complementar las visiones que ofrece el informe, una postura mucho más considerada que la que tuvo con los sindicatos.
LSA: ¿No era importante tener en cuenta la visión de Fedepalma?
C.M.:  No hay duda de que es importante incluir las distintas visiones. Pero el conflicto en Colombia como en muchas partes no ha golpeado de la misma forma a todo el mundo.
 Hay una desigualdad en la forma como las poblaciones se ven afectadas por la violencia. Algunas poblaciones han sido más vulnerables por su condición: por la región en la que viven, su origen étnico, su género, o su condición socioeconómica. Además de esto, no todas las víctimas han tenido el mismo acceso a contar su versión de los hechos ni han podido hacerlo con un megáfono como son los medios de comunicación.
Por supuesto es importante escuchar a las empresas, pero tenemos una deuda enorme con las víctimas más vulnerables que por mucho tiempo no escuchamos. Anteriormente, venían a Bogotá a contar lo que les pasaba en las regiones, y la respuesta era “por algo les pasaría”, “algún vínculo tendrán con los grupos guerrilleros”.
El Centro se concentró por mucho tiempo en las memorias de los más vulnerables, con justa causa, y este es el primer informe sobre la experiencia de los trabajadores como víctimas. Eso es importante en Colombia, donde hay una gran estigmatización de los sindicalistas que han sido objeto muchas veces de violencia por defender sus derechos laborales.
Aquí me parece importante mencionar que Fedepalma le pidió a la Universidad que su voz fuera escuchada en el lanzamiento. Lo consultamos con los sindicatos, que al fin y al cabo fueron quiénes nos buscaron, y su respuesta fue que querían mantener el lanzamiento como un momento de dignificación de sus memorias, pero que estaban abiertos a tener un espacio de diálogo después con el gremio. Ahora estamos trabajando en que ese encuentro se dé.
Si este tipo de informes no existieran pienso que difícilmente Fedepalma o cualquier otro gremio habría estado interesado en hablar del tema. 
LSA: Acevedo dijo en una columna en octubre pasado que la iniciativa de investigar la complicidad empresarial se alineaba con “la narrativa guerrillera de estigmatizar finqueros, hacendados, ganaderos como promotores del paramilitarismo” ¿Qué contiene el informe que puede resultar tan incómodo y dar luces sobre la oposición que ha habido a que se conozca la responsabilidad de los terceros en el conflicto?
C.M.: Lo incómodo del informe es que los trabajadores denuncian violaciones a los derechos humanos como asesinatos, torturas y desplazamientos por parte de grupos paramilitares, que en muchos casos ocurrieron dentro de los terrenos de la industria o en estrecha relación con su condición de trabajadores o sindicalistas. Relatan que mientras estaban haciendo su labor, los paramilitares llegaban con lista en mano a asesinarlos.
En uno de los apartes se habla de una base militar que había en uno de los terrenos de la industria y el Ejército no hizo nada frente a esos hechos, ocurrieron en la total impunidad.
Para ellos hay una conexión entre las acciones violentas de las que han sido objeto y su condición como trabajadores de la industria de la palma. El informe, sin ser una investigación que pretenda llegar a conclusiones definitivas, contiene sus experiencias, sus memorias, en tanto grupo victimizado por su condición de trabajadores y de sindicalistas.
Eso apunta a una verdad incómoda en nuestro país y a algo que está tratando de resolver el sistema de justicia transicional actual: que quienes hayan participado en el conflicto armado indirectamente, como es el caso de financiadores y colaboradores, también son responsables.
LSA: Catalina, usted habla de la importancia de reconocer quién posiciona las narrativas. De otra forma, Jefferson habla de agendas que pueden estar detrás de las narrativas ¿Cómo podemos los ciudadanos del común rastrear eso que hay detrás?
C.M.:  Es importantísimo que vayamos más allá de las memorias. El Centro ha hecho un trabajo indispensable para que podamos reconocer en las voces de los más vulnerables qué fue lo que les ocurrió. Pero tenemos también que trabajar en fomentar una ciudadanía que lea críticamente esas memorias. Si yo leo una noticia en la prensa como la verdad absoluta, mi ciudadanía es muy limitada, pues no estoy siendo crítico.
Necesitamos ciudadanos que se cuestionen qué hay detrás de los relatos que oyen, quién les habla, desde dónde, con qué intereses. Una narrativa nunca es neutra, lo que contamos sobre el pasado está profundamente relacionado con quiénes somos, de dónde venimos, con nuestro contexto socioeconómico y las posiciones políticas que tenemos. Si no desempacamos las memorias no sabremos el trasfondo de poder que hay detrás. Y pasa lo que dice Jefferson, que proliferan los relatos triunfalistas porque todos nos justificamos al final.
Sino desempacamos las memorias no sabremos el trasfondo de poder que hay detrás de ellas.
CATALINA MUÑOZ
En la Universidad de los Andes se volvió obligatorio desde el año pasado un curso sobre Colombia para todos los estudiantes y trabajamos con ellos sobre todo el análisis de fuentes, la del indígena, la de la mujer desplazada, la del empresariola del gobernante: ¿cuáles son las posturas de los diferentes grupos sociales y por qué son diferentes? ¿A quién benefician ? Tenemos que aprender a hacernos estas preguntas para poder entender las intenciones que están detrás de toda perspectiva.
J.J.M.:  En la línea de Catalina, mi interés es entender cómo se han ido posicionado unas agendas desde distintos actores que tienen posturas e intereses políticos diversos, en medio del boom de las memorias, de las víctimas y de la justicia transicional que ha habido en las últimas dos décadas en el país.
No estamos frente a un boom homogéneo.
Hablo por ejemplo de una agenda pública de la memoria que se comenzó a movilizar a través de la creación de centros y casas de la memoria, de museos, de normas (Ley de Justicia y Paz, Ley de Víctimas). La memoria cobró vida y hace parte del debate público.
La agenda mediática, por su parte, está compuesta por una serie de programas, de series de televisión que buscan mostrar lo que ha sucedido en el país. Me refiero a producciones como Escobar, el patrón del mal o Los tres caínes. Estas formas de memoria están atravesadas, en algunos casos, por intereses de grupos económicos con vínculos con los medios de comunicación y que intentan posicionar cierta narrativa de lo sucedido.
También están las memorias de los artistas que narran lo que ha pasado desde su ángulo, es el caso de Juan Manuel Echevarría, Clemencia Echeverri, Erika Diettes o Jesús Abad.
LSA: ¿A juzgar por la negativa a lanzar el informe, cuál es la narrativa qué usted cree que está impulsando Acevedo desde el Centro y para qué cree que lo hace?
C.M.:  Es necesario tener presente que Darío Acevedo tiene una relación estrecha con el uribismo, ha negado la existencia de un conflicto armado y fue puesto ahí por el Presidente Duque, que es un gobierno anti Acuerdos de Paz. Desde esa postura en la que él está ubicado no hay interés en memorias como las de los sindicatos del informe que se presentó esta semana.
No podemos olvidar que la Ley de Víctimas fue producto de las críticas a la ley de Justicia y Paz del Gobierno Uribe, porque no tuvo en cuenta a las víctimas y no reconoció su derecho a la verdad.
Adicionalmente, Acevedo ha sido crítico del trabajo del Centro y, ha dicho que fue parcializado y que él sí va a rescatar las memorias que no se han escuchado, principalmente, las de la Fuerza Pública y las de las víctimas de las Farc.
Esto por supuesto es importante, pero sin dejar de prestarle atención a las memorias de las víctimas de otros grupos armados, que son la mayoría en Colombia. Según cifras del informe ¡Basta Ya! del Grupo de Memoria Histórica, el 17 por ciento de las masacres en Colombia fueron perpetradas por grupos guerrilleros y las demás por otros grupos armados.
LSA: ¿Cómo se puede evitar que después de un espacio de “diálogo” las personas queden con su “verdad” intacta, como dice Catalina, o evitar caer en la relativización o en la exoneración de responsabilidades, como dice Jefferson ¿Cuáles son límites o las condiciones?
J.J.M.:  En Colombia ha venido haciendo carrera el relato justificatorio, heróico y dilatorio especialmente de los militares. Pienso en particular en un libro que acabo de reseñar: “La vida me dio otra oportunidad”. Es un trabajo conjunto entre el Grupo Poseidón de la Armada y un grupo de investigación de la Universidad Santo Tomás.
En Colombia ha venido haciendo carrera el relato justificatorio, heróico y dilatorio de los militares.
JEFFERSON JARAMILLO MARÍN
En esta investigación, que quiere dar cuenta del conflicto armado interno que se vivió en los Montes de María  hasta que terminaron los dos gobiernos de la seguridad democrática, uno encuentra que se va entretejiendo un relato justificatorio del accionar de la Armada en esa zona, en función de la consolidación de la seguridad y de la institucionalidad, que, dice, transformó los indicadores de bienestar social y económico de sus pobladores.
Lo hace, sin embargo, sin detenerse con suficiente profundidad en los costos sociales, humanos y territoriales que esas operaciones dejaron, y de la participación de la Infantería de Marina en el conflicto armado. Las responsabilidades se van disolviendo, volviendo brumosas a lo largo del texto.
Esto no es un problema sólo de esta investigación sino que tiene que ver con lo que los militares y policías denominan “memoria histórica institucional”, que incluso sitúa a las a las víctimas de los militares en el mismo lugar de las víctimas civiles, sin que haya una discusión al respecto.
Los militares deben propiciar espacios o aprovechar los que se abran en la Comisión para que los hechos no sean contados sólo por ellos y tengan otros filtros, y de esa forma evitar el riesgo de justificar lo injustificable.
C.M.:  Es difícil pero no imposible abrir espacios de diálogo en el marco de nuestro conflicto que sigue vigente. El conflicto laboral entre los sindicalistas del informe y empresas como Indupalma está vivo, por ejemplo.
No buscan solamente legitimar lo que ocurrió desde los 50 sino que eso está directamente relacionado con sus luchas actuales, pues todavía se sienten amenazados por su liderazgo sindical.
Pero las conversaciones difíciles han demostrado ser posibles y útiles. Cierta transformación de las Farc en La Habana ilustra lo que digo. Cuando comenzaron las negociaciones estaban muy convencidos de su postura y tras muchas conversaciones difíciles varios líderes empezaron a reconocer públicamente sus errores y a pedir perdón a las víctimas. Tenemos que escucharnos y esto es precisamente a lo que le está apostando la Comisión de la Verdad.
LSA: En teoría la Farc no tiene mucho que perder con la reconstrucción de lo que pasó, porque la mayoría de la sociedad las rechaza. Pero sí tienen que perder las Fuerzas Militares y los empresarios cómplices. Con el triunfo del No y de su candidato, ¿es deseable que suceda en un país que mayoritariamente pareciera estar en contra de eso?
C.M.:  Es deseable y vale la pena insistir. No va a ser fácil porque al fin y al cabo las Farc firmaron un Acuerdo de Paz y tienen mucho que ganar con el intercambio de verdad, se están incorporando, están en el Congreso. El caso de terceros que hayan financiado grupos armados es diferente: no tienen el mismo incentivo para aportar la verdad.  Pero en últimas sí hay un incentivo común para todos: la paz.
El peligro más grande es que vivamos en una sociedad en la que nos parece que las violaciones de derechos humanos son normales. Tenemos que promover una cultura democrática donde recurrir a la violencia no sea una opción.
J.J.M.:  A los militares les convendría acogerse al sistema de justicia transicional y cada vez son más los generales y coroneles que acuden, principalmente, a la JEP, porque tiene una serie de beneficios con respecto a la justicia ordinaria. El caso más ejemplar es el del general Rito Alejo del Río.
Ese sistema está diseñado para entender la sistematicidad de cómo operaron las Fuerzas Armadas en el conflicto armado y no necesariamente para culpabilizarlos.
Por eso no creo que los grandes opositores sean los militares sino otros poderes, terceros que han apalancado económicamente la guerra en Colombia y que no quieren que se conozca la verdad de las zonas grises que aún subsisten.
LSA: ¿Cómo se puede hacer para que hablen y se pueda saber lo ocurrido?
J.J.M.:  Hay que abrir espacios para que tengan lugar las conversaciones difíciles en torno a lo ocurrido y en clave de entender por qué nos pasó lo que nos pasó y avanzar en la construcción de imaginar futuros.
Un escenario interesante es el de la Comisión de la Verdad. Para eso es importante no actuar ingenuamente y partir del reconocimiento de los poderes diferenciales que tienen los actores.
Me parece clave que la Comisión no se quede en lo políticamente correcto, toque llagas y propicie cierta presión social para hacer comparecer a los terceros.
JEFFERSON JARAMILLO MARÍN
Me parece clave que la Comisión no se quede en lo políticamente correcto, toque llagas y propicie cierta presión social de forma que sea la ciudadanía la que tenga el poder de hacer comparecer a los terceros a estos escenarios, por ejemplo, por un tema de vergüenza pública.
LSA: ¿Ustedes están de acuerdo con la idea de que con la creación de la Comisión de la Verdad lo que pase con el Centro Nacional de Memoria Histórica ya no es tan importante?
J.J.M.:  El Centro y el Grupo de Memoria Histórica hicieron durante 12 años un trabajo que es rotundamente importante. Son más de 140 publicaciones, 80 informes de esclarecimiento, 13 mil testimonios de desmovilizados, más de 300 archivos de derechos humanos y se creó el Observatorio de Memoria y Conflicto con unas bases de datos muy robustas.
La Comisión no puede empezar de cero sino que debe aprovechar ese trabajo, de hecho en 2017 el Centro le entregó una síntesis de sus informes y de la temática que abordó. Y hay muchas zonas grises como las de la participación indirecta de los empresarios donde todavía hay mucho trabajo por hacer.
Las memorias deben ser unas aliadas de la JEP y de la Comisión de la Verdad, como lo han venido siendo de los procesos de reparación, de justicia, de negociación del Acuerdo de la Habana y de su implementación.
En teoría la Comisión y el Centro tendrían que dialogar muchísimo más. Sin embargo, lo que estamos viendo es una reconfiguración de las instancias de memoria que podría hacernos caer en el “revisionismo histórico”. Las personas que se han ido nombrando como fichas en espacios como el Centro de Memoria o el Archivo General de la Nación resultan menos molestas para el sistema.
Y la campaña de desprestigio que hay contra de la justicia transicional tiene que ver con que no se quiere profundizar en lo que ha sido el accionar del Estado a través del Ejército y la Policía en ciertas zonas del país, y también el de los empresarios en el conflicto.
C.M.:  Estoy de acuerdo con que se ha hecho un trabajo enorme desde el Centro y antes con el Grupo de Memoria Histórica. Pero hay que seguir adelante con la labor porque el conflicto sigue vigente y porque aún hay muchas memorias que contar y muchas injusticias por visibilizar y reconocer. La Comisión de la Verdad tiene una vigencia corta de tres años. No podemos pretender que con ésta, el Centro sea ahora irrelevante.
Por otra lado sí es muy diciente de la polarización actual que tengamos una Comisión producto del Acuerdo de Paz y del lado del Centro un director como Darío Acevedo que no está de acuerdo con el proceso. El resultado son dos entidades enfrentadas que deberían estar trabajando por un mismo ideal.
Es muy grave que las asociaciones de víctimas estén retirando sus archivos del Centro porque ese archivo se dispersa. Esa documentación es muy valiosa para ellos porque es la prueba de lo que les ocurrió, y con la llegada de Acevedo ya no confían en que el Centro vele por sus documentos.
A veces no somos muy conscientes de lo que hemos ganado en el camino. Tener un archivo de los derechos humanos, en un país donde el conflicto está vigente, era un logro enorme porque permitía que dejáramos de ver los casos como si fueran aislados y que se pudiera entender lo que pasó en cada uno de ellos como parte del conflicto armado.
LSA: ¿Dado el grado de polarización que tenemos, no sería mejor optar por las memorias transformadoras de las que habla Jefferson, que permitan imaginar escenarios de futuro, o sencillamente por el olvido como lo han hecho otras sociedades como China o España?
J.J.M.:  Para esta sociedad no sería conveniente porque hemos ido pasando la página en diferentes coyunturas.
Lo hicimos a comienzos del Frente Nacional respecto a la época de la violencia. Lo hicimos nuevamente durante los 80’s y 90’s con respecto al narcotráfico y el asesinato sistemático de la oposición. Posteriormente, al finalizar los dos períodos de la Seguridad Democrática.
En todos los casos se han difuminado las responsabilidades y se ha optado por el silencio. No creo en ese tipo de pactos de borrón y cuenta nueva porque muchas veces lo que buscan es aquietar políticamente a la sociedad.
Creo más en los disensos creativos, en la generación de escenarios de conversaciones difíciles.
C.M.:  Como lo menciona Jefferson, el olvido no es una opción en el caso colombiano. Estaríamos asumiendo que con desmovilizar a las Farc es suficiente para que haya paz en Colombia y eso es ingenuo. Las Farc no solo no han sido el único actor armado del conflicto colombiano, sino que son el resultado de unas desigualdades socio económicas que las anteceden, que fueron la base de la creación no solamente de esa guerrilla sino de muchas otras. Si queremos que haya paz, es imperativo enfrentar las causas del conflicto, para que deje de repetirse.
La violencia sexual es muy diciente en ese sentido.
Cuando uno habla con víctimas es muy común que relaten que su primera experiencia de agresión sexual no fue en el contexto del conflicto armado sino en contextos familiares, por parte del papá, el abuelo, el vecino. Sabemos que, en el marco del conflicto, la violencia sexual se vuelve una herramienta más de poder y por lo tanto se acentúa. Pero si no reconocemos que hay unas estructuras patriarcales que anteceden al conflicto y que hacen posible este tipo de violencia, aún si lo removemos, la violencia sexual se va a mantener.
LSA: Catalina, usted dice que la paz necesita historia, es decir, reconocer las causas del conflicto para poderlas enfrentar de manera responsable. ¿Usted cree que es ahí donde estamos atascados? Lo pregunto porque muchas personas reconocen el origen revolucionario de la guerrilla pero consideran que después su única motivación era el narcotráfico y otros negocios ilegales.
C.M.:  El narcotráfico no sale de la nada. El país se convierte en el principal exportador de cocaína no porque tengamos las mentes más perversas. Ese negocio, que implica tantas actividades ilegales desde la siembra de la coca, hasta la producción de la cocaína y su comercialización, no es viable en otros lugares donde haya más presencia del Estado en el territorio: vías, justicia, educación, salud.
Decir que las Farc dejaron de tener ideales políticos y se convirtieron en unos narcotraficantes y que ambas cosas están desligadas no es correcto.
Decir que las Farc dejaron de tener ideales políticos y se convirtieron en unos narcotraficantes y que ambas cosas están desligadas no es correcto.
CATALINA MUÑOZ
Las regiones donde están los corredores de narcotráfico tienen unas condiciones socioeconómicas y políticas que lo hacen posible. Mientras haya narcotráfico no va haber paz.
Lo interesante de los Acuerdos de Paz es que por primera vez nos sentamos a pensar, más allá de la desmovilización de un grupo armado, qué había que hacer para que hubiera paz e identificamos puntos claves: acceso a tierra, participación política, narcotráfico. Es una oportunidad histórica para hacerle frente a las causas reales e ir más allá de las narrativas facilistas que reducen el conflicto a víctimas y perpetradores. La guerra y la paz nos conciernen a todos como sociedad, y sin historia no podemos explicarlas ni enfrentar el reto.
LSA: Catalina usted dice que la memoria no es suficiente para que haya paz, que se necesita de un contexto que ayude a comprender, que es el aporte de la historia. Jefferson por su parte dice que hay que superar el modelo de la memoria histórica ¿Cuál es y cuál debe ser la relación entre memoria e historia en la construcción de paz?
C.M.:  Para enriquecer el debate público son fundamentales tanto la historia como la memoria.
La memoria permite generar empatía hacia quienes más han sufrido por parte de quienes vivieron el conflicto de lejos. El testimonio es en ese sentido poderoso porque nos permite vincularnos emocionalmente.
Pero si te quedas en la memoria, te quedas en “pobrecita la víctima, allá lejos de mí, que le pasó eso”. La memoria ayuda a que como sociedad nos indignemos frente a la violencia, y eso es importante pero no es suficiente.
Es ahí donde entra la explicación histórica que permite comprender por qué a esa persona le pasó lo que le pasó, que no fue algo excepcional, casualidad o mala suerte, sino que hay unas causas, unas estructuras sociales que hacen posible la violencia y que nos compete a todos transformar.
J.J.M.: En otras palabras, la memoria es necesaria para pluralizar la historia y la historia para contextualizar más la memoria.
Mi problema con el concepto de “memoria histórica” es que termina restringiendo la memoria a un ejercicio reconstructivo. En los ocho años de trabajo del Centro y en los cuatro previos del Grupo de Memoria Histórica, nos concentramos en hacer un inventario de hechos, daños, impactos, costos de la guerra, que ha sido supremamente valioso pero fuimos quedando presos de una memoria que hace inventario del dolor del otro. La memoria es más que eso, aunque por supuesto es importante para dignificar y generar reacción en la sociedad.
La memoria también tiene que ver con la vida, con los proyectos políticos, comunitarios, saberes que fueron fracturados por la guerra. La memoria en ese sentido puede tener que ver más con la transformación que con la reconstrucción, en cuanto da cuenta de una manera más completa de quiénes son aquellos que han padecido la guerra.
Para citar:
Muñoz, C. (2018). “Colombian historians and the public”. The Public Historian. 40 (4) pp. 28-32
Jaramillo, J. & Salamanca, C. (2019). Políticas, espacios y prácticas de memoria. Disputas y tránsitos actuales en Colombia y América Latina. Pontificia Universidad Javeriana. pp. 328
Jaramillo, J. & Parrado, E. & Torres, J.P.(2017). “Los trabajos de y con la(s) memoria (s) en Colombia (2005-2016)”. En Las ciencias Sociales en sus desplazamientos. Nuevas epistemes y nuevos desafíos. Alvarado, S.V. & Rueda. E. & Orozco, G. (edt). CLASCO. pp. 119-146


sábado, mayo 25, 2019

2019: ALARMA mundial por el persistente ataque en el proceso de paz en Colombia ...





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CreditHayden Maynard
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Cuando el gobierno de Colombia firmó el acuerdo de paz en 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), una guerrilla de inspiración marxista, parecía un milagro poder finalizar el conflicto de medio siglo que mató al menos a 220.000 personas y devastó las zonas rurales.
El expresidente Juan Manuel Santos recibió un Premio Nobel de la Paz por negociar el complejo acuerdo con las Farc. Sin embargo, desde antes de que se firmara muchos ya se oponían al pacto, furiosos ante la perspectiva de que rebeldes o militares fueran a quedar impunes o escépticos de que el gobierno pudiera darle seguimiento a sus promesas de ayuda al campo.
Ahora, casi tres años después, el país es liderado por políticos que se opusieron al acuerdo y la paz pareciera estar en crisis, lo cual sería un desastre para el país, para la región y para la causa de la democracia.
Los integrantes de las Farc dejaron las armas y muchos han vuelto a la vida civil, pero el gobierno ha ignorado en gran medida las promesas de ayuda y desarrollo rural que eran cruciales para el acuerdo: educación universal desde preescolar hasta la secundaria, acceso a agua potable y desarrollo de electricidad, vías de comunicación, puentes y empleos.
Unos 3000 exguerrilleros se han rearmado. El ejército ha incrementado sus ataques contra ellos y contra otros supuestos criminales o rebeldes, lo que ha causado preocupación entre algunos oficiales ante la posibilidad de que esas tácticas agresivas ocasionen muertes civiles.
Al mismo tiempo, se ha reportado que grupos paramilitares han matado al menos a quinientos activistas y líderes comunitarios desde que se logró el acuerdo de paz. Más de 210.000 personas han sido desplazadas de sus hogares desde 2016 debido a la lucha renovada.
El presidente actual, Iván Duque, y sus aliados en la derecha han saboteado parte del progreso pacífico del pacto, que establecía que el gobierno debía trabajar con los rebeldes para promover la sustitución de cultivos de coca. Ha recortado los fondos para esa iniciativa y el año pasado la tierra usada para el cultivo de coca alcanzó un nuevo récord, mientras que paramilitares y grupos criminales, también atraídos por las ganancias de la cocaína, tomaron el control en regiones que fueron dominadas por las Farc.
Un elemento crucial y más controversial del acuerdo involucraba crear un proceso de reconciliación en donde los rebeldes y los soldados del gobierno —acogidos por una amplia inmunidad— testificaran ante tribunales especiales sobre los horrores de la larga guerra. Se repartirían las culpas sin la posibilidad de condenas de cárcel excepto para ciertos delitos específicos. Duque ahora está presionando para reformar ese sistema transicional de tribunales de tal modo que los antiguos rebeldes enfrenten castigos más duros.
Solo eso podría poner fin al acuerdo. Además, en un acto que aumentó las tensiones para la implementación, dos exlíderes de las Farc —entre ellos el negociador principal de la paz, Iván Márquez— se rehusaron a acudir ante el tribuna especial en abril. El lunes 20 de mayo, Márquez dijo en sus redes sociales que fue un grave error haber entregado las armas.
Estados Unidos ha gastado más de 10.000 millones de dólares en los últimos dieciocho años para capacitar y equipar a las fuerzas de seguridad que estuvieron involucradas en el conflicto, además de participar en la construcción y reforzamiento de instituciones legales y de otros programas para el mantenimiento de la paz.
En este momento clave, Estados Unidos debe comprometerse a ayudar en la consolidación de los acuerdos de paz de Colombia.
Sin embargo, los especialistas ven poca evidencia de que el gobierno de Donald Trump esté siquiera interesado. Desde 2017, el presidente Trump ha amenazado con quitarle la certificación a Colombia con la que se establece la ayuda financiera estadounidense debido al aumento en la producción cocalera. Durante dos años seguidos propuso reducciones importantes en la asistencia financiera a Colombia, las cuales fueron rechazadas por el Congreso.
El momento tan frágil por el que pasa el proceso de paz podría ser idóneo para que Trump haga uso del enfoque empresarial que ha favorecido: puede trabajar con países destacados a nivel regional para asegurarse de que Duque se atenga a los acuerdos, incluyendo el sistema de justicia transicional, lo cual además incentivaría las inversiones internacionales en las áreas rurales marginadas de Colombia. Ese tipo de desarrollo es vital para que pueda pensarse en una paz duradera.
“Hace veinte años, Colombia estaba a punto de convertirse en un Estado fallido, pero Estados Unidos ha sido un actor relevante en ayudar a prevenir eso”, dijo a The New York Times Bernard Aronson, el enviado estadounidense que participó en el proceso de paz. “Si nos retiramos ahora, especialmente con Venezuela haciendo implosión, sería como dispararnos en la cabeza”.
https://www.nytimes.com/es/2019/05/24/colombia-paz-militares/

La política ...descarnada... desde la 2a decada del siglo XX ... #FakeNewsViral



Por: Yohir Akerman

Asesoría secreta

Christopher Wylie es un joven de 28 años que ha hecho explotar una bomba mediática en el mundo de la política. Wylie confesó cómo la empresa para la que trabajaba, Cambridge Analytica (CA), construyó una herramienta, en la que Facebook jugó un papel fundamental, que sirvió para manipular diferentes campañas políticas.
Más de 50 millones de cuentas de esa red social fueron recolectadas para configurar perfiles psicológicos que luego fueron utilizados para manejar las campañas políticas con mensajes específicamente diseñados para cada audiencia con el fin de influir en el voto final. (Ver Datos para cambiar el comportamiento)
Espeluznante.
Wylie explicó que lo único que se necesita es una docena de “likes” en Facebook para crear un algoritmo que permita saber, con bastante probabilidad, cosas como si la persona es de un matrimonio de padres divorciados, sus posiciones en cuanto a la religión e, incluso, dónde se para en el espectro político.
Esa compañía está especializada en las llamadas “operaciones psicológicas”, cuyo objetivo es el de hacer cambiar de opinión a la gente e influirla. No mediante persuasión, sino por medio del “dominio informativo”, que son un conjunto de técnicas entre las que se encuentran la difusión de rumores, desinformación y noticias falsas, todo para generar miedo y rabia.
¿Suena familiar?
Pues una investigación encubierta realizada por “Channel 4 News” reveló cómo Cambridge Analytica asesoraba y, asesora estas campañas. Los directivos de la empresa británica fueron filmados hablando sobre sus técnicas y la estrategia de la exacerbación del miedo para movilizar a la gente a votar.
En esas grabaciones secretas los directivos admitieron, entre otras, que han trabajado en diferentes campañas electorales en América Latina. Y Colombia no es la excepción. (Ver Video 1)
Según comunicados oficiales de julio del 2017 de la propia Cambridge Analytica, esta consultora trabajó en alianza con Farrow Colombia SAS, una empresa vinculada a la aplicación para celulares Pig.gi. Lo que no es claro es para quién trabajan. (Ver El rastro en Colombia)
Ahora bien, otras partes del video donde filmaron secretamente a los directivos de CA, arrojan algunas pistas.
Según lo define Mark Turnbull, el director gerente de la empresa, su trabajo consiste en “tirar la cubeta lo más profundo del pozo” para que nadie pueda entender cuáles son los verdaderos temas y así generar únicamente temores. Para Turnbull “no es útil combatir una campaña electoral con hechos o datos porque realmente todo se resume en emociones. En el miedo”. (Ver Video 2)
Es importante recordar que la campaña del No en el plebiscito se basó en el fomento de la indignación, la exacerbación del miedo y el estímulo de la crispación.
Según una entrevista del propio gerente de la campaña, Juan Carlos Vélez Uribe, al diario La República, unos asesores no identificados les recomendaron: “ustedes tienen que apelar a la indignación. Dejen de explicar los berracos acuerdos”. (Ver La grabación)
Suena parecido, pero no hay rastro de la identidad de esos asesores.
Por eso hay que volver a lo que confesaron los directivos de CA en cámara, y es que siempre contratan bajo diferentes nombres con el fin de no dejar rastro. “Una entidad diferente, con un nombre diferente, para que no haya ningún registro con nuestro nombre relacionado a estas campañas”. (Ver Video 3)  
De hecho, se conoció que en la página web de Cambridge Analytica figura como un caso de éxito una supuesta asesoría al alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, con foto y todo. La defensa de la administración consistió en asegurar que nunca han contratado con esa compañía y que esa información puede ser verificada en las cuentas oficiales entregadas al Consejo Nacional Electoral. (Ver Estrategia de Likes por desnudos)
Seguramente.
Pero como ya sabemos, el modus operandi de CA es crear una empresa diferente para cada cliente y, además, que sea pagado por un intermediario, o empresario por fuera de la campaña, para que no quede en los registros oficiales. Por eso no debe haber información alguna del caso de éxito de Peñalosa que promocionan en la página web de CA. (Ver Enrique Peñalosa)
Como tampoco deben existir de sus clientes actuales en la campaña presidencial. Según han podido confirmar off the record tres altas fuentes a esta columna, Cambridge Analytica, y sus oscuras estrategias, están trabajando para el equipo del senador Álvaro Uribe Vélez.
Dos de esas personas son funcionarios internos del Centro Democrático (CD) que confirmaron que trabajan para el expresidente directamente y no para el candidato Iván Duque. No sé. La tercera fuente es un alto funcionario de inteligencia estadounidense que no supo distinguir a quién le reportan en la campaña los secretos asesores.
Puede que no sea cierto y que no trabajen para ellos, ya que gracias a las tácticas de la consultora es difícil comprobarlo. Pero lo que es claro es que la destreza del CD de generar miedo al supuesto “castrochavismo”, está alineada con las estrategias de Cambridge Analytica de dominio informativo para generar miedo y rabia.
Y en eso es importante recordar las palabras del CEO de la compañía, Alexander Nix, cuando habla de sus clientes. “No solo somos la firma de consultoría política más grande y significativa en el mundo, sino que estamos acostumbrados a operar por medio de diferentes vehículos, en la sombra, para construir una larga y secreta relación con nuestros clientes”. (Ver Video 4)
Secreta y oscura sí es.
de https://www.elespectador.com/opinion/asesoria-secreta-columna-746323


Por: Yohir Akerman

Likes por desnudos

Las campañas electorales muchas veces terminan utilizando estrategias sucias. El afán de ganar lleva a hacer alianzas oscuras, dar guerras indecorosas con los contrincantes y utilizar cualquier mecanismo para lograr el objetivo. La reciente campaña de Enrique Peñalosa para la Alcaldía de Bogotá no fue la excepción.
Me explico.
Dos fuentes distintas, que han preferido mantener el anonimato, contaron a esta columna cómo fue su trabajo durante los meses de junio a octubre de 2015 cuando se voluntariaron para trabajar en la campaña del hoy burgomaestre de Bogotá.
Las dos fuentes confirmaron lo mismo.
Pocos días después de entrar a colaborar en la organización, les fue ordenado que apoyaran al candidato trabajando desde una empresa externa en el manejo de redes sociales. La explicación que les dieron es que trabajarían en temas de comunidades de la campaña de Peñalosa, pero la realidad fue distinta.
Estos dos peñalosistas terminaron trabajando desde una empresa privada reportando a dos ejecutivas de cuenta identificadas como ‘Laura y Vivi’. Ellas les dijeron que el trabajo consistía en crear cuentas de correos falsas, y con esas cuentas crear perfiles en Twitter y Facebook.
En Facebook, los perfiles falsos que creaban eran principalmente de mujeres atractivas y para esto utilizaban fotos reales de jóvenes brasileñas, argentinas o venezolanas para “que parecieran colombianas”.
Con esas cuentas en Facebook tenían que amasar seguidores, para lo cual agregaban grupos de moteros, taxistas, fanáticos de carros u otras cuentas reales “que en el perfil se notara que eran gente popular para que no se fueran a dar cuenta que las cuentas eran falsas”, dice una de las fuentes.
Una vez se estaban siguiendo mutuamente en la red social se entablaban conversaciones, comentarios o chats con el fin de conseguir ‘me gusta o likes’ de las fotos que ponían de estas mujeres en los perfiles falsos.
Cuando el resultado no se conseguía de manera inmediata, la instrucción era clara: prometer fotos desnudas a cambio de los codiciados likes en las fotos existentes. “Soy Juanita y me gustan las motos”, “los carros siempre me han excitado” y “regálame un like y te mando una foto desnuda” eran algunas de las frases ganadoras.
Algunas de las conversaciones terminaban dándose en términos sexuales, y una vez el usuario víctima del engaño daba el me gusta a la foto de la chica, no se le mandaba ninguna imagen de retribución, sino que por el contrario se bloqueaba la cuenta para que no pudiera seguir el diálogo, no sin antes tomar un pantallazo y registro del like.
Esos likes se usaban para atraer mayor tráfico y actividad en una cuenta real: el ‘fanpage’ de la campaña Equipo por Bogotá, que era para promover los mensajes de Peñalosa en campaña y atacar a sus competidores en la elección. (Ver Peñalosa y la guerra directa en redes sociales)
Terrible.
En Twitter la estrategia era diferente pero no menos engañosa. En esa red se creaban miles de cuentas falsas, generalmente con perfiles de personas que parecieran serias o maduras, las cuales eran utilizadas para reproducir contenidos a favor de la campaña, crear tendencias de opinión, o atacar a las personas que criticaban a Peñalosa. (Ver análisis Un ejército de cuentas falsas)
Por medio de TweetDeck montaban las tendencias y los mensajes, generalmente atacando la campaña de Clara López o de Rafael Pardo y con eso bombardeaban las redes con el mismo mensaje poniéndolos en miles de cuentas falsas a la vez.
Asqueroso. Pero lo peor es que esa estrategia con cuentas falsas en Twitter todavía se sigue usando por la Alcaldía.
La empresa contratada por la campaña y la administración para el manejo de estas redes sociales y donde trabajaban Vivi y Laura se llama LinkTic, ubicada en el último piso de un sofisticado edificio de oficinas de la Zona T, en la dirección Cra. 12A No. 83 - 75. (Ver Documento de la Alcaldía en Proceso de Selección)
Esta empresa fue fundada por el empresario de Manizales, Fernán Ocampo, que es visto como un “geek con alma de político” por la revista Jet-Set y que se auto describe como un apasionado por “crear empresa de base tecnologica bajando inflacion de los paises con innovación al instante”. (Ver @FernanOcampo – errores originales de sintaxis y ortografía)
Ocampo, un vargasllerista puro como se define frente a su equipo, ha estado inmerso en varios escándalos, uno de ellos por un cuestionado contrato de 522 millones de pesos entregado a dedo por la Contraloría de Bogotá, y otros por tener un escuadrón de usuarios fantasma en las redes dedicados a comentar en los foros de internet a favor de quien le pague para ello. (Ver El hombre detrás de la urna de cristal)
Interesante. Sobre todo porque haciendo una revisión de los contratos que ha recibido LinkTic de diferentes entidades estatales se suman más de mil millones de pesos solo en el 2016.
Nada mal. La compañía de Ocampo logró contratos con la Aeronáutica Civil, el Ministerio de Transporte, Servicios Postales Nacionales y el Ministerio de Minas y Energía, entre otros, y todos estos tienen un común denominador: que son instituciones que fueron controladas por cuotas del exvicepresidente Germán Vargas Lleras. (Ver Contratos de LinkTic)
Se puede decir entonces que el señor Ocampo ha sabido capitalizar su vargasllerismo, y en grande. Al igual que su apoyo a Enrique Peñalosa y el trabajo que ha hecho para la Alcaldía.
Sin duda después de esta columna vendrán los ataques e insultos provenientes del ejercito de cuentas falsas en las redes sociales. Es de esperar.
@yohirakerman
Nota del editor: A propósito de esta columna, la empresa Linktic envió una comunicación a la dirección del periódico.

miércoles, mayo 22, 2019

“Catecismo civil” ...

... elaborado por el clero español en el período en el cual Napoleón impuso como emperador a su hermano José, en España:

 P. Dime, niño, ¿quién eres? 

R. Un español. 

P. ¿Qué significa eso, un español? 

R. Un hombre honrado. 

P. ¿Cuántos deberes tiene un hombre así? 

R. Tres: debe ser cristiano, debe defender su religión, su patria y sus leyes y morir antes que aceptar la opresión. 

P. Quién es nuestro rey? 

R. Fernando VII 

P. ¿Por qué clase de amor estamos vinculados a él? 

R. Por el amor que merecen su desventura y su virtud. 

P. ¿Quién es el enemigo de nuestra felicidad?

 R. El Emperador de los franceses. 

P. ¿Quién es, pues, ese?  

R. Un nuevo monarca infinitamente sanguinario y rapaz, principio de todo mal, ausencia de todo bien, esencia de todo vicio y de todo mal. 

P. ¿Cuántas naturalezas tiene? 

R. Una naturaleza satánica y otra humana. 

P. ¿Quiénes son los franceses? 

R. Antiguos cristianos y herejes en la actualidad. 

P. ¿Qué les ha llevado a su nueva servidumbre? 

R. La falsa filosofía y la permisividad de su moral corrupta […] 

P. ¿Pasará pronto este régimen corrupto? 

R. La opinión de aquellos sabios que entienden de política es que está cercana su caída

NOTA: Si bien era un invasor, Napoleon se guiaba por estos principios: https://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_francesa#La_Declaraci%C3%B3n_de_los_Derechos_del_Hombre_y_del_Ciudadano


Citado (Sin Referencia) en 
Territorio, Religión y Guerra, 
VÍCTOR ZULUAGA GÓMEZ, 
HOYOS EDITORES, 2009 
pps 109-110


Foto de 
http://repositorio.utp.edu.co/dspace/bitstream/handle/11059/3824/HISTORIA%20EXTENSA%20DE%20PEREIRA.pdf?sequence=1&isAllowed=y