jueves, agosto 30, 2018

NIÑO MUERE DE HAMBRE


¿Sabe usted dónde quedan Las Brisas, Tokio, El Martillo, El Cofre? Son barrios que quedan aquí, a minutos de la Plaza de Bolívar. ¿Ha ido alguna vez a Pueblo Rico? ¿Mistrató? ¿Santa Cecilia? ¿San Antonio del Chami? Son municipios, corregimientos, aquí en Risaralda, a horas de la Plaza de Bolívar. ¿Sabe qué es la Loma de Citabara?  ¿Gito Dokabú? ¿Unificado Chami? ¿Nunca los había oído mencionar? Son resguardos indígenas ubicados en esos municipios: los resguardos donde hace años… ¡años!  se reportan niños indígenas muertos de HAMBRE Cuando usted está mal alimentado y se muere de cualquier enfermedad, la causa real de su muerte es HAMBRE.

Pero como ni sabemos dónde viven, sólo nos “horrorizamos” cada dos o tres años por las noticias y luego “allá” siguen muriendo… ¿Si colocamos sus pequeños ataúdes en la plaza de Bolívar o de la Gobernación, año tras años, muerto tras muerto, reaccionamos? 

Tan sólo en Pueblo Rico (sin contar Mistrató) en el 2014 fallecieron más de 12 niños indígenas; en el 2015 más de 9, de los que son reportados: ¿Cuántos fallecen y NO se reportan?.  Y si se rastrea hacia atrás, la situación NO cambia, llevamos años en las mismas. Algo falla permanentemente en la forma en que atendemos a los niños indígenas, internados con sus familias en las selvas y bosques de esos municipios. 

¿O sólo valen los niños blancos de Pereira? ¿Los mestizos de las cabeceras urbanas o corregimentales? ¿Las madres embarazadas, las lactantes, los bebés, los niños, indígenas NO valen? ¿Estamos en la Colombia de los abuelos cuando los indígenas eran considerados poco más que animales?... ¿Usted qué SIENTE?

Y NO nos vengan con el cuento de la autonomía indígena. Si alguien está por encima de cualquier leguleyada son nuestros niños: mas, si ahora hay que agregarles suicidios

¿Qué hacer? Lo primero es lo que parece permear casi toda acción del estado, peor aún, si como dice un candidato presidencial, son pocos los ojos los que ven qué se hace en esas periferias alejadas de los centros, qué se hace en esas selvas y bosques con los recursos que les llegan. Lo primero es que la Procuraduría General, la Contraloría General, inicien un proceso de revisión de cuentas pagadas y de construcción de mecanismos que garanticen que la inversión hacia las madres, y niños indígenas ¡LLEGUE!...  porque los hechos, NO las palabras, muestran que NO.

Lo segundo, de manera puntual, invertir en las instalaciones físicas de las instituciones educativas rurales más apartadas: aquellas a las que sólo se puede llegar CAMINANDO cuatro o más horas; control estricto sobre los operadores encargados de entregar los alimentos; capacitar al personal encargado de recibir los alimentos: ¡sólo se recibe en buen estado! ; facilidades a los cuidadores para informar las irregularidades; etcétera

Y lo tercero es que la Defensoría del Pueblo, y la Procuraduría pasen de las actas de compromiso, de conciliación a las acciones jurídicas y disciplinarias que aboquen a la institucionalidad responsable, tanto indígena como mestiza, a responder: ¡NI UN NIÑO INDÍGENA MÁS MUERTO DE HAMBRE EN RISARALDA!


(http://www.eldiario.com.co/seccion/OPINION/ni-o-muere-de-hambre-1805.html )

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