martes, octubre 14, 2014

Guerras Recicladas

Las mentiras que nos creímos de Carlos Castaño y otros ‘paras’

María Teresa Ronderos lanza el libro 'Guerras Recicladas', historia del paramilitarismo en Colombia.
Carlos Castaño, jefe paramilitar muerto por su hermano
La periodista María Teresa Ronderos lanza este jueves 2 de octubre su libro ‘Guerras Recicladas‘, la historia del paramilitarismo en Colombia. Una visión política de este fenómeno que impactó (impacta) a la sociedad colombiana.
En él la autora denuncia que el país le compró a los paramilitares, entre ellos a los hermanos Castaño Gil, una mentira que se diluyó con el tiempo.
(Escuche la opinión de María Teresa Ronderos sobre el clan Castaño Gil):
Es un libro de más de 380 páginas que la autora describe como un texto de tono narrativo-no analítico, “tiene una carga documental, es un enorme reportaje, con crónica y hasta perfil”. Además cuenta con una introducción deJames A. Robinson quien resume el texto diciendo: “María Teresa es una periodista y su aspiración en este libro fue la de precisar los hechos y contar por primera vez la historia real del auge de la más reciente oleada deparamilitarismo en Colombia (…) es un corte transversal, una crucial tajada caleidoscópica de cómo Colombia funciona realmente.”
Ronderos aclara que no es un libro enfocado en la faceta judicial del problema, explorada con éxito en otros textos, sino en la parte política.
La periodista, directora del portal VerdadAbierta.com y directora del Programa de Periodismo Independiente de la Open Society Foundations compartió conKienyKe.com algunas ideas centrales de su texto.
Maria Teresa Ronderos, periodista
María Teresa Ronderos lanzó su libro ‘Guerras Recicladas’, una historia del paramilitarismo en Colombia. 
Usted aclara que el libro no es una historia total del paramilitarismo sino que rescata momentos sobresalientes del fenómeno de las autodefensas. ¿Cuáles son esos momentos?
Empieza con el momento de Puerto Boyacá donde se cuaja un modelo que se reproduce de diferentes formas durante varios años. Otro es la participación de mercenarios, oficiales y exoficiales que empiezan a entrenar paramilitares. Después viene el nacimiento del paramilitarismo liderado primero por Fidel Castaño y luego por sus hermanos, pero partiendo del pueblo de Amalfi, donde nacieron tres familias de paras, los Rendón Herrera, los Castaño, Miguel Arroyave. Se muestra cómo se tejen y entrecruzan sus vidas. Cuento la historia de los paras a través de estas familias y personajes.
Otro momento importante ocurre en Tumaco, Cesar y Cúcuta donde desde el periodismo, el liderazgo social y la justicia tratan de poner freno al paramilitarismo y resisten con su vida esa situación. Ahí se ve el paramilitarsimo desde abajo, desde quienes lo resistieron y la torpeza del Estado al no respaldar a esas personas que en realidad le estaban ayudando a impedir que el fenómeno se extendiera. El último capítulo es sobre la desmovilización paramilitar durante el gobierno Uribe y cómo los paramilitares estaban pensando en ese momento y cómo veían al Estado durante la movilización.
¿Cómo podríamos sintetizar la complejidad del fenómeno paramilitar? 
En el fenómeno paramilitar confluyeron varios intereses. Por un lado intereses de algunos políticos locales que vieron con temor la aparición de nuevas formas políticas más fuertes, más legítimas, muchas de ellas nacidas desde la izquierda desmovilizada, otras desde el liderazgo popular o cívico. Vieron que los amenazaban y quisieron frenarlas a toda costa.
Otro eran los terratenientes o personas que estaban resistiendo cualquier reforma de la propiedad de la tierra, resistieron con mucha fuerza cualquier intento de redistribución de la tierra representado en marchas campesinas, movimientos campesinos, los resistían, desterraban y en este paramilitarismo encontraron eco.
También estaba la ideología de la Guerra Fía en la acción de los militares que sentían que su labor era vigilar el enemigo interno, la ideología comunista, impedir que esta se ampliara.
Estuvo el narcotráfico, que muy hábilmente, por la experiencia de Centroamérica entendió que haciéndose del lado de las autoridades podría estar protegido y sus negocios podrían crecer de manera más próspera, como ocurrió con (Gonzalo Rodríguez Gacha).
Pero todo esto no ocurre solo. No es puramente regional sino que hay una manera de hacer política desde las dirigencias nacionales que permite que este escenario se dé localmente. El gobierno nacional, en lugar de frenar estos procesos, lo que hace es permitirlos a través de legislaciones, políticas equivocadas, delegando al gobierno local sabiendo que no es eficaz.
¿Los nexos entre los paramilitares y las élites fueron lo suficientemente fuertes para que el fenómeno creciera tanto? 
Ese es un tema denunciado hasta el cansancio por muchas otras personas. Está la investigación de Arcoiris sobre la parapolítica, las investigaciones de la Corte Suprema, de la fiscalía sobre cómo han sido los vínculos entre las élites locales y el paramilitarismo.
Mi mirada tiene más que ver con cómo el paramilitarismo copa unos espacios en donde por supuesto hay vínculos con élites locales, en otros casos con militares locales, en otros con empresarios locales, pero lo interesante no es señalar judicialmente que es fulano o mengano, mi punto de vista es político, es un libro político, una mirada política.
Lo que me interesa mirar es por qué los paramilitares pudieron hacer eso, por qué durante cinco o seis años en los Montes de María, que queda a tres horas de Cartagena, hubo 55  masacres y el presidente va a descansar a Cartagena, y toda la élite nacional va a Cartagena, y nadie hizo nada, nadie las frenó.
Por qué un país medianamente civilizado, inteligente, que ha logrado dar educación a una amplia mayoría de sus ciudadanos, responder de alguna manera a una situación financiera estable, capaz de hacer un país más o menos creíble y moderno, ha sido absolutamente incapaz de frenar la barbarie más absurda, más extrema en lugares que le quedan de paso.
¿Qué nos ocurrió? ¿Por qué nos volvimos tan ciegos? Ahí explico cómo se infla el mito paramilitar de que fue una defensa legítima contra la guerrilla para poder justificar esa barbarie, cómo el gobierno nacional deja de ver lo que está pasando.
¿Cuál es la mentira más grande que Colombia se comió de los paramilitares?
La gran mentira fue pensar que eran necesarios. Los líderes locales y nacionales creyeron en un momento dado que la única manera de acabar con la guerrilla, de frenar el abuso, el desmadre, la inhumanidad de la guerrilla, la única manera de frenar eso era creando otro monstruo, aliándose con narcotraficantes y criminales. Fue el peor error de una cantidad de dirigentes de todo tipo. Como lo dijo un señor en el libro de manera muy gráfica: nosotros nos estábamos ahogando con los secuestros, pasaron unos tiburones, nos subimos en tiburón, y después nos dimos cuenta de que eran tiburones.
¿Cuáles son los momentos clave del apoyo internacional al paramilitarismo colombiano?
Documento con bastante detalle lo que fue la parte que nos toca de la Guerra Fría. Hubo cosas comunes entre todo el esfuerzo que hizo EEUU para combatir el gobierno sandinista de Nicaragua, la financiación de los llamados contras o luchadores de la libertad como los llamaba Ronald Reagan, y cómo usaron fondos clandestinos, muchos de ellos provenientes del narcotráfico colombiano, para financiar y apoyar la guerra contra.
Hay muchos testimonios, documentos, que demuestran que estos mercenarios tenían bases comunicantes con Colombia y el modelo de Puerto Boyacá. La traída de esos mercenarios y oficiales israelíes al parecer era el coletazo final de una cantidad de gente que había vivido la Guerra Fría y sigue buscando negocios para vender sus servicios en países que tuvieron problemas similares a donde se había peleado contra el comunismo.
En ese sentido a Colombia le toca su cuota de Guerra Fría y recibe esa cantidad de mercenarios extranjeros. En Colombia encuentran quién les pague, básicamente narcotraficantes con aquiescencia de algunos militares. Terminan entrenando una generación de jóvenes campesinos que ya estaban a sueldo de grupos narcos, pero los especializan, los hacen más sofisticados, más efectivos en el arte de poner bombas, de matar, y después son los responsables de muchos de los magnicidios, de las bombas, de la caída del avión de Avianca. Esos muchachos son los que después protagonizan la gran oleada del narcoterrorismo de finales de los ochenta y principios de los noventa.
¿Durante la ejecución del libro cuál fue la sorpresa más grande que encontró?
Descubrir la conexión entre los ‘Pepes’ (Perseguidos por Pablo Escobar) y paras. El aval semiclandestino que le dieron a los Pepes algunas fuerzas de seguridad terminó avalando a una cantidad de paramilitares que estaban en desbandada o acabados y les permitió reciclarse en la siguiente ola de paramilitares.
**’Guerras Recicladas’ se lanza este jueves dos de octubre en Bogotá con un conversatorio entre la autora y el director de Semana, Alejandro Santos – El próximo domingo, Kienyke.com publicará un capítulo de la obra. Espérelo.

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