"La «racionalización» no es otra cosa —piénsese en el acortesanamiento de los
guerreros— que una expresión del sentido en que se transforma la
modelación de los seres humanos en ciertas formaciones sociales incluso
durante aquel periodo"
VII : VERGÜENZA Y DESAGRADO
Para el proceso de la civilización, la «racionalización» del comportamiento
es tan importante como esa modelación peculiar de la economía instintiva
que acostumbramos llamar «vergüenza» o «escrúpulos». Se trata de los dos
aspectos de la misma transformación psíquica: el intenso movimiento de
racionalización y el no menos intenso avance del umbral de la vergüenza y
de los escrúpulos, que se hace especialmente manifiesto a partir del siglo
XVI en los hábitos de los hombres occidentales.
El sentimiento de vergüenza es una excitación específica, una especie
de miedo que se manifiesta de modo automático y habitual en el individuo
por razones concretas. Visto superficialmente es un miedo a la degradación
social o, dicho en términos más generales, a los gestos de superioridad de
los otros.
...
La vergüenza alcanza su configuración específica en el hecho de que quien la padece está haciendo o piensa hacer algo que lo obliga a incurrir en contradicción con las personas a las que se
encuentra unido de una u otra forma y consigo mismo, con el sector de su conciencia mediante el que se autocontrola.
...
Ambos fenómenos, la racionalización, al igual que el avance del umbral de
la vergüenza y de los escrúpulos, son manifestaciones de una disminución
de los miedos directos ante la amenaza o el ataque por parte de los demás, y
un fortalecimiento de los miedos internos automáticos, de las coacciones
que se imponen ahora los propios individuos
...
En el curso de esta pacificación también se transforma la sensibilidad
de los hombres en el trato recíproco. Los miedos exteriores disminuyen en
relación directamente proporcional con el aumento de los miedos interiores,
los miedos que se profesan mutuamente los hombres
...
Sólo hay un aspecto del que no cabe olvidarse: que hoy, como antaño, todas las formas
de los miedos internos de un adulto se corresponden con los miedos de los
niños en relación con los otros, con los miedos ante las fuerzas externas.
guerreros— que una expresión del sentido en que se transforma la
modelación de los seres humanos en ciertas formaciones sociales incluso
durante aquel periodo"
VII : VERGÜENZA Y DESAGRADO
Para el proceso de la civilización, la «racionalización» del comportamiento
es tan importante como esa modelación peculiar de la economía instintiva
que acostumbramos llamar «vergüenza» o «escrúpulos». Se trata de los dos
aspectos de la misma transformación psíquica: el intenso movimiento de
racionalización y el no menos intenso avance del umbral de la vergüenza y
de los escrúpulos, que se hace especialmente manifiesto a partir del siglo
XVI en los hábitos de los hombres occidentales.
El sentimiento de vergüenza es una excitación específica, una especie
de miedo que se manifiesta de modo automático y habitual en el individuo
por razones concretas. Visto superficialmente es un miedo a la degradación
social o, dicho en términos más generales, a los gestos de superioridad de
los otros.
...
La vergüenza alcanza su configuración específica en el hecho de que quien la padece está haciendo o piensa hacer algo que lo obliga a incurrir en contradicción con las personas a las que se
encuentra unido de una u otra forma y consigo mismo, con el sector de su conciencia mediante el que se autocontrola.
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Ambos fenómenos, la racionalización, al igual que el avance del umbral de
la vergüenza y de los escrúpulos, son manifestaciones de una disminución
de los miedos directos ante la amenaza o el ataque por parte de los demás, y
un fortalecimiento de los miedos internos automáticos, de las coacciones
que se imponen ahora los propios individuos
...
En el curso de esta pacificación también se transforma la sensibilidad
de los hombres en el trato recíproco. Los miedos exteriores disminuyen en
relación directamente proporcional con el aumento de los miedos interiores,
los miedos que se profesan mutuamente los hombres
...
Sólo hay un aspecto del que no cabe olvidarse: que hoy, como antaño, todas las formas
de los miedos internos de un adulto se corresponden con los miedos de los
niños en relación con los otros, con los miedos ante las fuerzas externas.
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